Por Fernando Luis Egaña
La palabra “colapsamiento” no
existe oficialmente en nuestro idioma. Pero de todos modos se puede usar,
porque es una manera gráfica de presentar la tragedia que destruye a Venezuela.
Colapso es eso: destrucción o ruina. Colapsamiento podría ser el proceso
continuado y doloroso en el que acontece el colapso. Y nuestro país padece un
colapso generalizado, en lo económico y social, y en lo político el despotismo
depredador de la hegemonía continúa haciendo de las suyas.
Esto quiere decir que estamos
ante una aparente paradoja: la nación cayéndose a pedazos, y el poder
establecido, causante y responsable de esa destrucción, manteniendo el control
de su tinglado político-militar. Y digo “aparente paradoja”, porque debe
repetirse aquella conseja clásica según la cual, “depaupera e impera”. Hasta
ahora eso pasa en Venezuela: la hegemonía roja depaupera y también impera.
Ya de la crisis humanitaria
pasamos a la catástrofe humanitaria, e importa poco si el señor Ramonet no se
cansa de loar a Maduro y los suyos, porque la realidad no se puede tapar con un
editorial del referido periodista español radicado en Francia. La realidad
nacional es terrible en todos los órdenes de la vida colectiva y
personal, salvo que se sea miembro de la privilegiada boli-plutocracia y
se viva, por tanto, en la burbuja del poder.
Las más recientes “medidas” o
los asaltos o dakazos a los supermercados va en ese exacto sentido. La hiperinflación
no es un invento de los comerciantes sino un drama producido por el desgobierno
de Maduro. Y ni siquiera sabemos en qué nivel sideral se encuentra la
hiperinflación, porque lo que queda del Banco Central de Venezuela no reporta
cifras oficiales al respecto desde hace mucho tiempo. Y como la producción
nacional está en los suelos, y las divisas han sido y son depredadas por la
boli-plutocracia, pues tampoco hay recursos para importar lo mínimo necesario,
y como es lógico, cunde la escasez.
Maduro y los suyos no hacen
absolutamente nada que vaya en una dirección en enfrentar el colapsamiento con
visos de superarlo o al menos aliviarlo. Todo lo contrario. Y si en
Caracas se siente el desastre de manera tan intensa, la situación del resto del
país, y sobre todo de las zonas más periféricas, tiene que ser aún más gravosa.
Venezuela como nación
independiente está en proceso de colapso, de colapsamiento, pero la hegemonía
roja aspira a seguir empoderada por tiempo indefinido. Eso tiene que
cambiar para que nuestra patria pueda salvarse.
12-01-18
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