Fernando Camino 07 de enero de 2018
Finaliza
el año 2017 y el régimen inicia el 2018
con el sol en la espalda. 2018 es el año del agotamiento de un sistema político
que nunca hemos debido padecer, pero los errores del sector político, la
antipolítica y la apatía de un sector de nuestra población, hicieron realidad
esta aberrante forma de conducir una nación.
El
chavismo llega al poder porque los partidos dejaron de ser “partidos del pueblo”
y abandonaron los comité de base, descuidando de esta manera a los sectores más
vulnerables de nuestra población. Este grave error fue aprovechado por los
agentes del antipartidismo.
A
finales del siglo pasado, la erosión sistemática de los militantes de la
antipolítica, contra las instituciones básicas de la sociedad: partidos
políticos, sindicatos, gremios, y contra la mayoría de los poderes públicos
logró su cometido gracias al débil apoyo popular de los principales partidos.
Sin embargo la antipolítica no cobró. Chávez ganó y cobró gracias a la apatía
del cuarenta por ciento de la población electoral que no votó y al millón de
votantes de clase media que sufragó por él. Chávez gana con un 36% del padrón
electoral.
Cuando
decimos que el régimen tiene el sol en la espalda, es porque ya la grave
situación social económica y política que ha generado, es insoportable hasta
para el veinte por ciento que constituye su base de sustentación. La emergencia
humanitaria que padecemos, la crisis por la que atraviesa nuestra economía y la
falta de institucionalidad de los poderes públicos, han conformado una patética
realidad que ha convertido al régimen en un Estado fallido.
Los
graves errores en materia macroeconómica y el acoso al sector de la producción
privada, han traído como consecuencia la caída consecutiva de la producción
interna de bienes y servicios en los últimos cuatro años y ha convertido al
gobierno en una máquina de producir pobres. Hoy más del ochenta por ciento de
nuestra población es pobre, y lo es porque no gana catorce millones de
bolívares para poder pagar los bienes y los servicios necesarios para que una
familia pueda vivir dignamente.
Es
alarmante que la inmensa mayoría de nuestra población no pueda acceder a los
alimentos básicos, porque no dispone de más de siete millones de bolívares que
es el valor de la canasta de alimentos. Pero más grave aún es que un aproximado
de cuatro millones de compatriotas tenga que buscar su sustento alimenticio en
los basureros.
El
hambre que está padeciendo nuestra población ha generado un cuadro alarmante de
desnutrición, sobre todo en nuestros niños y ancianos. Esta acelerada
desnutrición de nuestra población trae como consecuencia el alarmante
crecimiento de enfermedades como la anemia y la diabetes. Estas enfermedades se
deben al bajo nivel de consumo producto de la grave crisis de la economía
familiar. La situación es tan dramática, que el ingreso económico de la inmensa
mayoría de la población solo le alcanza para suplir 2.740 calorías diarias, las
cuales son repartidas en una familia promedio de cinco personas, cuando lo
normal sería más de dos mil calorías diarias por persona.
El
hambre, la desnutrición, la escasez, la carestía de las medicinas y el abandono
de la asistencia sanitaria, son problemas tan graves para nuestra población,
que han desplazado a un segundo plano, situaciones tan difíciles como la
inseguridad personal y el caos de los servicios públicos. El clamor por un
cambio de gobierno se escucha a todo lo largo y ancho de nuestro país. A este
clamor se han ido sumando la base social de sustentación del régimen.
El
régimen tiene el sol en la espalda, pero es absurdo pensar que caerá solo o
ponernos a esperar una solución importada a nuestro grave problema político.
Creemos que un poder enquistado
dieciocho años en casi todas las instituciones públicas, es muy difícil que
abandone el poder voluntariamente. Entendemos también la importancia de la
ayuda internacional, pero la solución está en la unidad de todo el estamento
social de nuestro país.
Acabar
con los partidos políticos y con la única institución legal de nuestro país
como lo es la Asamblea Nacional, sería volver a cometer el error que montó a este
régimen en el poder. Por lo tanto, tenemos que jerarquizar nuestras prioridades
y lo primero es sacar al régimen por la vía incuestionable de unas elecciones,
donde no haya lugar para la abstención y la dispersión del voto.
Quizás
el régimen no acepte limpiar al CNE, si es así debemos ir a las elecciones
presidenciales de este año, con ese CNE. ¿Cuál es el miedo? si con esa
maquinaria fraudulenta ganamos las parlamentarias en 2015. ¿Cuál es el miedo? si
en las últimas dos contiendas electorales quedó demostrado que el gobierno,
cometiendo el fraude continuado del reparto de prebendas, el chantaje, el voto
“puyao”, el “carrusel”, entre otros delitos electorales, la mayor votación que
logra es un veinticinco por ciento.
Si
logramos unirnos nuevamente como lo hicimos en las parlamentarias de 2015, si
presentamos un Candidato único, vigilamos y defendemos el voto, ganaremos con
el 75% de los electores. Tenemos que tomar conciencia que la abstención, lejos
de deslegitimar al régimen, lo podría consolidar por 6 años más. Sólo unidos
podremos salir de esta pesadilla y entraremos al siglo veintiuno por la puerta
grande.
Fernando Camino Peñalver
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