“Dios consolará a su
pueblo” (Isaías 49, 13)
INTRODUCCIÓN
1. Al
comenzar el nuevo año, nosotros, los Obispos de Venezuela, reunidos en la CIX
Asamblea Ordinaria enviamos a todos los venezolanos, dentro y fuera del país,
un fraterno y caluroso saludo. Con la elección de una nueva Junta Directiva
iniciamos un nuevo trienio de trabajo. Como pastores, en continuo
acompañamiento a nuestro pueblo, experimentamos las graves y tristes
situaciones que dibujan un panorama negativo y desolador. Nos hacemos eco de
las palabras del santo Padre Francisco ante el Cuerpo Diplomático acreditado en
la Santa Sede el pasado 8 de enero: “Pienso especialmente en la querida
Venezuela, que está atravesando una crisis política y humanitaria, cada vez más
dramática y sin precedentes…”. Creemos profundamente que Dios no abandona a su
pueblo.
II. REALIDAD DE TRAGEDIA Y SUFRIMIENTO
2. Las
políticas del gobierno han llevado a los ciudadanos a una gran dependencia de
los organismos del Estado. Esto ha generado una contracción de la libre
iniciativa, del emprendimiento, de la capacidad de las personas y las empresas
para crear empleo y del estímulo para una mejor formación profesional. Las
medidas que el gobierno implementa para dar alimento al pueblo son
insuficientes y tienden a crear mendicidad y mayor dependencia. Por otra parte,
las políticas sociales y económicas están infectadas del morbo de la
corrupción. Además, el férreo y prolongado control de divisas es un freno
injusto al desarrollo de la empresa privada. Estas políticas han dado como
resultado aumento de la pobreza, desempleo, carencia de bienes básicos,
descontento y desesperanza general.
3. El
éxodo de millones de venezolanos que buscan nuevos horizontes nos duele
profundamente, así como las fórmulas desesperadas para huir del país. Cabe
mencionar aquí el drama reciente del naufragio de una embarcación con un número
importante de venezolanos que concluyó con la trágica muerte de un grupo
significativo de ellos. Presagio, Dios no lo permita, del inicio, en nuestro
entorno, de la múltiple y dolorosa experiencia de nuestros vecinos, en
particular, cubanos y haitianos. Como ya hemos advertido los Obispos: “La raíz
de los problemas (del país) está en la implantación de un proyecto político
totalitario, empobrecedor, rentista y centralizado que el gobierno se empeña en
mantener” (CEV, “El Señor ama el que busca la justicia”, 12-07-2016)
4. La
Asamblea Nacional Constituyente es inconstitucional e ilegítima en su origen y
en su desempeño. En vez de limitarse a redactar una nueva Constitución pretende
erigirse en un supra poder con funciones ejecutivas y judiciales. El gobierno,
con la “Ley contra el Odio y la Intolerancia”, nacida de la misma Asamblea,
criminaliza toda manifestación en su contra y propicia la multiplicación y
difusión de toda clase de rumores y especulaciones, cuyo efecto es consolidar
un control absoluto de actividades y provocar el miedo y la autocensura.
5. Con
la suspensión del referéndum revocatorio y la creación de la Asamblea Nacional
Constituyente, el Gobierno usurpó al pueblo su poder originario. Los resultados
los está padeciendo el mismo pueblo que ve empeorar día tras día su situación.
No habrá una verdadera solución de los problemas del país hasta tanto el pueblo
no recupere totalmente el ejercicio de su poder.
6. Las
dificultades de entendimiento cada vez más graves entre el gobierno y la
oposición política, a falta de un punto de apoyo común que se respete en la
realidad, como debería ser la Constitución vigente, exigen al pueblo que asuma
su vocación de ser sujeto social con sus capacidades de realizar iniciativas
como, por ejemplo, que la sociedad civil lleve adelante una consulta para
señalar el rumbo que quiere dar a la nación como prevé nuestra Carta Magna
(Cfr. Art. 71). Si se negara este derecho o se entorpecieran las iniciativas
para concretarlo, sólo quedarían dos posibilidades: pérdida definitiva de la
libertad, con todas sus consecuencias, o acciones de resistencia y rebeldía
contra el poder usurpador. Es el pueblo organizado quien tiene la última
palabra. En unión con la mayoría de los venezolanos anhelamos que la dirigencia
política y la sociedad civil presenten un proyecto de país creíble y
realizable.
7. El
Consejo Nacional Electoral tiene que ser reestructurado para cumpla con la
imparcialidad que le pide la Constitución vigente. Solo así actuará con
transparencia y equidad en sus funciones y garantizará el respeto a las
decisiones del pueblo. Ante las próximas elecciones debe contarse con la
presencia y supervisión de Observadores por parte de reconocidos Organismos
Internacionales.
8. Ante
la dramática situación que afecta a todos, especialmente a los más pobres, hay
dos actitudes: la conformista y resignada, de quienes quieren vivir de las
dádivas, regalos y asistencialismo populista del gobierno y otra, la de
quienes, conscientes de la gravedad de los problemas, buscan instaurar unas
condiciones de verdad, justicia e inclusión, aún a riesgo del rechazo y la
persecución. La actitud de resignación es paralizante y en nada contribuye al
mejoramiento de la situación. Lo positivo y lo eficaz es el compromiso, la
esperanza y la solidaridad. ¡Despierta y reacciona, es el momento!, lema de la
segunda visita de san Juan Pablo II a Venezuela (1996), resuena en esta hora
aciaga de la vida nacional. Despertar y reaccionar es percatarse de que el
poder del pueblo supera cualquier otro poder.
III. CAMINOS PARA LA RECUPERACIÓN
9. Este
momento requiere de una gran dosis de esperanza junto a acciones concretas que
contribuyan a mejorar las condiciones de vida, a dignificar a las personas, y a
fortalecer a las familias y comunidades a las que pertenecemos.
10. La emergencia
económica y social hace indispensable que el Gobierno permita un Canal
Humanitario. La desnutrición ha sido verificada científicamente, las muertes
por inanición conmueven, las protestas por el hambre cunden en todo el país.
Las diócesis, parroquias, Caritas y otras instituciones y ONGs están haciendo
lo posible, para ayudar con alimento y medicinas a quienes los necesiten. Por
sensibilidad humana abogan por el derecho de los más necesitados. Además, por
nuestra condición de cristianos, el amor de Cristo nos urge a socorrer al
prójimo (cf. 2 Co 5,14). Promovamos y mantengamos en nuestras parroquias,
comunidades, centros de pastoral y colegios las iniciativas de solidaridad que
están dando respuesta inmediata y fraterna a necesidades concretas. En esta
dirección se desarrollará la próxima Campaña Compartir durante la Cuaresma.
11. Venezuela
necesita un cambio de rumbo. El Ejecutivo ha fracasado en su tarea de
garantizar el bienestar de la población: ni los servicios públicos, ni la
industria petrolera, ni los cuerpos de seguridad, ni la sanidad pública, ni
otros organismos han sabido responder a las necesidades de la gente. Las
elecciones son el medio democrático para lograr ese cambio de rumbo. Exigimos
la publicación de un cronograma electoral. El Papa Francisco, en el citado
discurso al Cuerpo Diplomático, añadió: “La Santa Sede, mientras exhorta a
responder sin demora a las necesidades primarias de la población, desea que se
creen las condiciones para que las elecciones previstas para el año en curso
logren dar inicio a la solución de los conflictos existentes, y se pueda mirar
al futuro con renovada serenidad”
12. La
libertad es un derecho humano inalienable, no negociable, y una exigencia de la democracia.
Manifestamos nuestra solidaridad con los centenares de presos políticos,
exiliados y detenidos por cualquier causa, muchos en situaciones infrahumanas,
enfermos, privados de visitas familiares, a los cuales se les niega el derecho
a un debido proceso. Deben gozar de libertad plena. Los organismos del Estado
tienen que investigar las denuncias sobre las torturas y castigar a los
responsables según las leyes.
13. El
diálogo y la negociación entre Gobierno y representantes de la Oposición, en
principio, son inobjetables y necesarios. Sin embargo, deben darse en
condiciones distintas de las que hasta ahora se han establecido. Es
indispensable un reconocimiento y respeto institucional. Toda negociación ha de
fundamentarse en la integridad de los negociadores, en objetivos claros y en
una agenda preestablecida y conocida, para que pueda gozar de la confianza y
credibilidad de la población.
IV. CONCLUSIÓN
14. La
Virgen María acompaña nuestro sufrimiento. Ella peregrina con nosotros en esta
hora de nuestra historia. En el rostro indígena de nuestra Madre de Coromoto
vemos reflejado el sufrimiento, los trabajos y los anhelos de nuestro pueblo.
En el Niño que ella nos entrega descubrimos la cercanía de Dios y su infinito
amor, que nos garantiza el destino glorioso del pueblo en libertad, justicia y
paz.
Con
nuestra afectuosa bendición,
Los
Arzobispos y Obispos de Venezuela,
Caracas,
12 de enero de 2018
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