José Luis Farías 07 de enero de 2018
@fariasjoseluis
Corto
y Picante:
Nos
acercamos al caos total que puede también significar el fin del régimen. Así lo
confirma el ascenso de la conflictividad social que estalló desde mediados de
diciembre con la emblemática protesta popular por los perniles, los saqueos
espontáneos de los primeros días de enero y ahora con la protesta de los
trabajadores de PDVSA por mejoras salariales y reivindicativas que amenaza con
extenderse a otros sectores laborales. No se vislumbra forma ni capacidad para
contener el desbordamiento social.
Los
acontecimientos llevan un ritmo indetenible. Ya no se trata de la gloriosa
lucha ciudadana de 2017 exigiendo libertades y respeto a la constitución. Lo
que se está levantando es una inmensa ola de protesta por hambre con toda su
peligrosa carga de violencia que no pareciera haber forma de detenerla. El
contenido netamente social de las manifestaciones apunta hacia un formato
inimaginable de anarquía que ni siquiera podrá ser detenido por la más feroz
represión. Eso lo sabe el Pranato gobernante y por ello intenta procedimientos
infructuosos para contenerlo como el anuncio de un nuevo aumento salarial a
partir del 1ro de enero y el nuevo Dakazo -suerte de saqueo “controlado”
promovido por el propio régimen-.
El
hambre como el eje de la crisis ha puesto a girar en torno a si a los sectores
más pobres y a la clase media. Mezcló el este con el oeste. Muchos de los que
pocos días atrás se burlaron de las protestas populares por los perniles
acudieron sin rubor al “Dakazo” de alimentos y bebidas. No tenían otra
alternativa. Otros fueron más comedidos y no participaron, pero igual fueron a
mercados y supermercados no afectados, por ahora, por la medida demagógica de
la baja compulsiva de precios a los niveles de comienzos de diciembre, para
realizar las consabidas compras “nerviosas” creyendo que la crisis del hambre
no los alcanzará. Es el fruto de la comprensible desesperación. La acentuación
de la hiperinflación, y sobre todo la escasez de alimentos, ha igualado a todos
por debajo con el empobrecimiento general. Muy pocos están excentos de ser
afectados por esta catástrofe social. Pues como escribió Elizabeth Fuentes: “No
hay lambucios chavistas ni clase media asaltante. Lo que hay es hambre y un
gobierno de malandros”.
Y por
supuesto, vuelve la pregunta de siempre a la mesa: ¿Qué hacer? Con la misma
respuesta de siempre: recuperar la República ejerciendo la soberanía popular.
¿Cómo? reconstruyendo la unidad democrática para acompañar al pueblo en sus
luchas y exigir con fuerza en la negociación las elecciones presidenciales
cuanto antes con todas las garantías para que cada ciudadano pueda ejercer
libremente su derecho a darse el cambio político que no es otro que salir
democráticamente de esta nefasta dictadura.
José
Luis Farías
@fariasjoseluis
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