Luis Manuel Esculpi 16 de enero de 2018
@lmesculpi
A
veces los tiempos de la política no sintonizan con las crisis económicas y
sociales. Esas situaciones son indeseables. Especialmente cuando las crisis son
integrales y tienden a agravarse constantemente. El esfuerzo por armonizar la
acción política con las otras manifestaciones del conflicto siempre resulta
fundamental. Una manera de aproximarse a lograr consonancia, es actuando
simultáneamente en los diversos escenarios. Orientar la diversidad en la acción
es una labor indelegable de la conducción política. Guiar y enfocar el sentido
global de la lucha es inherente a la condición de dirección.
Los
avances y aciertos de la oposición -pese a las dificultades actuales- no
siempre ha producido la necesaria combinación en las diferentes esferas del
entramado social. Con frecuencia concentramos todos los esfuerzos en un solo
espacio, en una sola tarea.
La complejidad
actual nos exige superar esa limitación, diversificar los campos y la ejecución
de acciones, para avanzar en la conquista del cambio por la ruta democrática y
constitucional.
En la
solución de todo conflicto existe un escenario que siempre hay que considerar y
es el de la negociación, no es casual que toda la comunidad internacional que
reconoce la legitimidad de la Asamblea Nacional y desconoce la fraudulenta
constituyente, lo privilegie cono solución a la crisis venezolana.
No se
puede garantizar de antemano frente a regímenes autoritarios, con prácticas
dictatoriales y pretensiones de eternizarse en el poder el éxito, centrando la
lucha en un solo espacio, mucho menos el de la negociación.
En el
caso de las conversaciones que se vienen adelantando entre el gobierno y la
oposición en República Dominicana – donde existen notables diferencias con
anteriores intentos- podemos reafirmar la validez de tal afirmación, sin
embargo esa es una ruta que hay que explorar, un camino que tenemos que recorrer.
Estas
iniciativas suelen estar rodeadas y precedidas por “mutuas desconfianzas” sobre
todo por los extremos de lado y lado. Siempre es así.
Las
aprehensiones manifestadas en algún sector de la oposición son explicables,
dada el carácter falaz y tramposo del gobierno, lo que no se comprende es que
se apueste al fracaso, que se desate -sobre todo a través de las redes – una
campaña de acusaciones infundadas, vilipendiando e injuriando a una dirección
que ha conducido a los avances y logros, jugando un rol protagónico en la
consecución del respaldo internacional con que cuenta la lucha democrática.
Esa
apuesta está dirigida a responsabilizar a la Mesa de la Unidad ante un eventual
fracaso de las conversaciones y a concluir que todas las vías para cambiar el
actual estado de cosas están cerradas, dependeríamos entonces de la
intervención de factores exógenos para la solución.
La
“oposición de la oposición” mientras es prolija en señalar los errores de
otros, se niega a reconocer los propios. La última reunión en Santo Domingo
demostró que los augurios sobre debilidades de la MUD, las acusaciones de
entreguista y concesiones indebidas no obedecían a la realidad. Igual que
quienes frente a la anuncio de la agenda de la AN cuando se contemplaba un
Acuerdo sobre el Petro , presuponían que se acordaría un respaldo a ese invento
del gobierno no hubo -tampoco es esa oportunidad- el más mínimo indicio autocrítico.
Lo que
no se puede obviar es la necesidad imperiosa de la unidad para poder derrotar
al régimen, el atrincheramiento en posturas irreductibles y en afirmaciones
generales sin acompañamiento de la acción política, sirven como desahogo
inútil, predica infecunda que ofrecen un flaco servicio a la lucha y favorece
los propósitos del gobierno de dividir las fuerzas democráticas. Es necesario
colocarse a la altura del compromiso que tenemos por delante, dejar a un lado las
menudencias e intereses parciales y promover una gran alianza amplia y diversa,
con el propósito de lograr el cambio que nos permita salir de la actual
pesadilla y enrumbar al país hacia un destino distinto
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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