Por Antonio Ecarri Bolívar
Decir que hay que
reconstituir la mayoría electoral que tienen los demócratas venezolanos parece
una perogrullada, pero es necesario confirmarlo, una y mil veces, porque la
propaganda oficial, orientada desde la Sala Situacional de Miraflores y
dirigida por gente que normalmente menospreciamos, confunde a esa mayoría casi
sin darnos cuenta.
Este es un gobierno que no
sabe gobernar, pero es experto en diseñar políticas que han producido, hasta
ahora, un efecto devastador en la oposición venezolana. El primer gran efecto
logrado por el régimen es el del desánimo y la división de la mayoría que lo
adversa. Lo han hecho de manera sistemática y con la mayor inteligencia. Tienen
gente de talento dirigiendo las políticas de inteligencia y contrainteligencia.
Ya lo decía el Libertador: “El talento sin probidad es un azote”. Azote que se
ha venido imponiendo y lo seguirá haciendo, a menos que nos demos cuenta de la
truculencia y reaccionemos en consecuencia.
Desde el día siguiente de la
magnífica victoria opositora de 2015, el gobierno diseñó una política para
desprestigiar ese triunfo a través de decisiones ilegales e inconstitucionales,
pero todas apañadas arbitrariamente por un Tribunal Supremo de Justicia dócil a
sus dictados. La Asamblea Nacional realizó un trabajo impecable, pero las
decisiones del más alto tribunal al declararlas inconstitucionales las hacían
ver, ante la opinión, como ineficaces, logrando mermar su prestigio ante una
opinión pública ávida de resultados que no se podían concretar por ese saboteo
institucional.
La combinación perversa del
Poder Judicial y el Poder Ejecutivo lograron el innoble propósito de desalentar
el respaldo popular de que disfrutaba, ab initio, el Parlamento nacional.
Claro que también desde la oposición se cometieron errores, no de mala fe, pero
errores al fin y al cabo, que ayudaron en el despropósito de mermar el
prestigio de la única institución que enfrenta al régimen y que logró el
inmenso éxito de torcer una opinión internacional que nos era adversa, en otra
que aún nos apoya. Ese mérito se lo debemos dar a las dos últimas directivas
del Parlamento presididas por Henry Ramos Allup y Julio Borges, dos campeones
de la resistencia contra un régimen que aún no ha podido ser totalitario, como
se lo ha propuesto, gracias a una oposición democrática y sensata que se lo ha
impedido.
Todos quienes adversamos a
este régimen hemos cometido errores y debemos realizarnos las autocríticas
necesarias, pero no al extremo de autoflagelarnos o criticar, desmedidamente, a
quienes no pertenecen a nuestra parcialidad partidista. En las redes sociales
vemos cómo, desde los laboratorios oficiales, se lanzan críticas demoledoras,
ofensas y calumnias contra líderes de la oposición democrática, haciéndose
pasar por radicales opositores, como toda una gran farsa que captura a ingenuos
opositores de verdad.
¿Cómo se puede contrarrestar
toda esta campaña tendente a acabar con la mayoría electoral opositora? Con la
única política que frenará esa “Mise-en scéne” que ha montado el régimen
haciendo uso de las técnicas más sofisticadas de contrainteligencia: la unidad
de toda, óigase bien, toda la alternativa democrática venezolana.
Esa unidad debe concretarse
con un acompañamiento a las más urgentes necesidades que hoy padece el pueblo
venezolano, a través de la creación de comités de base, unitarios, que hagan
contraloría social sobre las graves deficiencias de desabastecimiento de alimentos
y medicinas, además de denunciar la ineficacia en la prestación de los
servicios públicos, como: agua, luz, gas doméstico, salud, educación y
transporte, que se han convertido en verdaderas calamidades y padecimientos que
a diario sufre el pueblo venezolano. No se puede seguir llamando a marchas y
manifestaciones sin un objetivo claro de contenido social, que conduzca a la
real organización de las masas populares, porque de no hacerlo se desprestigia
este método de lucha al no alcanzar objetivos concretos.
Con la gente organizada,
recuperando el prestigio de la lucha social de la alternativa democrática, es
la única manera de desmontar toda la estrategia del régimen tendente a
mantenerse en el poder, siendo minoría, en detrimento de la mayoría del pueblo
democrático venezolano. Empinémonos por encima de diferencias menores y
reconstituyamos la mayoría que seguimos siendo.
aecarrib@gmail.com
19-01-18
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