Por Maru Morales P.
La directora del Instituto
Venezolano de Estudios Sociales y Políticos cuestionó el rol de algunos de los
facilitadores en República Dominicana. Considera que ante la falta de un
acuerdo, “perdemos los venezolanos”. Apoya la creación de un frente amplio
nacional.
La directora del Instituto
Venezolano de Estudios Sociales y Políticos, Francine Jácome, considera que
independientemente de que el nuevo intento de diálogo entre el Gobierno y la
oposición haya entrado en una fase de “suspensión indefinida”, la negociación
política es la única vía hacia el logro —en el mediano plazo— de una transición
hacia la democracia. Porque aclara: en el momento actual, con la inminente
realización de una elección presidencial en la que Maduro será reelecto, “la
transición será hacia un modelo más autoritario y más militarista”.
Jácome ofreció
a Crónica.Uno sus impresiones sobre el capítulo de las negociaciones
cerrado el pasado miércoles en República Dominicana.
Mesa de diálogo en República
Dominicana Foto: AVN
Luego de dos meses y una
semana de reuniones en Santo Domingo, la oposición y el Gobierno se despidieron
sin un acuerdo. Los críticos de la oposición aseguraban desde un principio que
el mecanismo solo serviría para dar tiempo y oxígeno al Gobierno ¿A quién cree
usted que benefició y a quién perjudicó el factor tiempo?
—Lo que se ha anunciado
desde República Dominicana no es el fin del proceso sino un ‘receso
indefinido’. No se sabe cómo interpretar eso pero pareciera que no hay una
decisión final de terminar con el diálogo. Ahora bien, ¿se puede criticar que
el Gobierno utilizó esto para ganar tiempo? ¿Tiempo para qué? Porque al fin de
cuentas el Gobierno hará las elecciones tal como lo habían
previsto, tal como se especulaba que las harían desde el año
pasado, en los primeros meses del año. Entonces no creo que se pueda decir que
ganó tiempo para eso. En segundo lugar, veo poco factible que se pueda
concretar soluciones a la grave crisis que vivimos sin ese diálogo. Se estancó
el proceso, sí, pero no veo cómo se pueden obtener mejores condiciones
electorales, no veo cómo se pueden abrir canales de ayuda humanitaria, sin que
exista ese diálogo entre el Gobierno y la Mesa de la Unidad.
José Luis Rodríguez Zapatero
emitió el pasado miércoles unas declaraciones muy polémicas al afirmar que no
existía una alternativa al acta ya firmada por el Gobierno…
—La declaración de Zapatero
fue muy infortunada. La delegación de la MUD fue a Dominicana el miércoles con una
contrapropuesta, con un documento que no se tomó en cuenta.
El Gobierno no estuvo dispuesto a evaluarlo, a sentarse, a discutirlo
y unilateralmente firmó otro documento que había elaborado su delegación,
según entiendo, junto con Zapatero.
Si vemos ese momento
específico, quienes realmente se pararon de la mesa de negociación fueron los
delegados del Gobierno. Firmaron su documento y se fueron sin considerar la
contrapropuesta. La declaración de Zapatero indica plenamente que él esperaba
que la oposición firmara su documento. Ese punto confirma la suspicacia que ha
habido desde un comienzo con respecto a su mediación. Él no ha sido realmente
un mediador sino una persona que ha tenido una posición a favor de una de las
partes.
¿Cómo evalúa el desempeño de
los países acompañantes?
—La figura del
acompañamiento internacional y el hecho de que cada una de las partes escogiera
a tres representantes fue muy importante. Quedó claro que el papel de esos
representantes fue básico en la elaboración de ese primer documento de trabajo
que ya conocemos y que recogía las principales peticiones de cada parte. Eran
los garantes de esa negociación ante la desconfianza mutua que existe entre el
Gobierno y la MUD. Eran necesarios, tanto que en los tres documentos ya conocidos
se incorporó un mecanismo para el seguimiento a los acuerdos para
garantizarlos, así como el rol de la presidencia de Dominicana en casos de
incumplimientos.
La delegación de la
oposición fue desde un principio escéptica sobre el resultado. ¿Qué fortalezas
y debilidades le reconoce?
—Ha sido una estrategia muy
seria. Se les critica el hecho de no haber dado información suficiente, pero en
un proceso de negociación uno no puede hacer eso porque si no, tal como lo hizo
el Gobierno, se termina por sabotear el proceso mismo. Valoro mucho el hecho de
que hayan contado con asesores técnicos, fue un acierto muy grande. Y si
revisamos la contrapropuesta de la MUD se ve reflejada esa asesoría. Es un
documento claro, preciso, con condiciones, con fechas. El documento del
Gobierno contenía muchas imprecisiones.
Pero una negociación no solo
se gana dentro de la mesa, también se gana en la opinión pública y esta semana
hemos visto como el Gobierno ha tratado de capitalizar una victoria en la
negociación…
—Eso es muy cierto, pero
quizá la oposición quiso evitar que pudieran entorpecer lo que se discutía.
Fueron sumamente cautelosos, quizás en extremo.
Y desde la perspectiva de
los fines del gobierno, ¿qué opina sobre las actuaciones de la delegación
oficial?
—Su desempeño fue un reflejo
de lo que es el Gobierno. En muchas ocasiones se dieron filtraciones de
información, no se guardó la confidencia o las reglas del juego establecidas.
Quizá por eso la MUD trató de ser muy cuidadosa y no caer en lo mismo. El
Gobierno fue a la mesa de negociación con un estilo altisonante, diciendo “yo
tengo el poder”. Fueron sin asesoría técnica y yo diría que ahí está la
diferencia: la delegación del Gobierno fue una posición político-ideológica
mientras que la MUD llevó una posición política pero presentó los temas con
insumos técnicos y datos. Desde la perspectiva del Gobierno, también quedó en
evidencia que dentro de este había otros factores influyendo en la negociación
y el ejemplo más claro fue el discurso de Diosdado Cabello en la ANC
estableciendo los parámetros de fechas para las presidenciales.
Si bien no hubo un acuerdo
¿se puede decir que alguna de las partes derrotó a la otra?
—Eso se verá a corto y
mediano plazo. Las elecciones presidenciales serán el 22 de abril, en condiciones
absolutamente no competitivas. Si se realizan las elecciones tal como están
planteadas hoy, no cabría ninguna duda de que tendremos un presidente sin
ninguna legitimidad porque si ya ha perdido su legitimidad de desempeño,
pasaría a perder la legitimidad de origen. Será desconocido por una parte
importante de la comunidad internacional. Ahora, yo diría que los perdedores
somos los venezolanos porque el abordaje de los temas prioritarios, como la
crisis de alimentación y salud, lo veo más lejano. En términos de una posible
transición democrática lo veo difícil.
¿El desenlace del diálogo,
sin acuerdos, abonó en el camino hacia una transición política hacia la
democracia o es más bien una piedra en ese camino?
—Desde hace un par de años
hemos estado en momentos de gran incertidumbre. Si vemos el momento actual, tal
como lo estamos viviendo, con unas elecciones el 22 de abril, creo que no
podemos estar pensando en una transición hacia la democracia, sino hacia un
sistema mucho más autoritario y militarista. Ya estamos en ese escenario pero
en el corto plazo se puede profundizar aún más. Ahora en el mediano plazo
quizás esto pueda ser el inicio de una transición hacia la democracia pero el
punto fundamental es la unidad y la conexión entre lo político y lo social.
En esa dirección apunta el
frente amplio nacional del que habló Julio Borges ayer desde Dominicana…
—Esa debería ser la
estrategia. Ahora habrá que ver si los líderes políticos pueden dejar a un lado
sus intereses e ir hacia eso.
Francine Jácome es antropóloga
egresada de la Universidad Central de Venezuela con estudios de posgrado en
Ciencias Políticas. Dirige el Instituto Venezolano de Estudios Sociales y
Políticos y ha coordinado proyectos de investigación para el Instituto de
Naciones Unidas para la Investigación, la Oficina de Naciones Unidas para la
Cultura y la Fundación Ford entre otros.
Foto cortesía INVESP
08-02-18
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