Por Edward Rodríguez
El tiempo sigue corriendo,
el reloj no se detiene y la oposición venezolana deshoja la margarita
sobre la conveniencia de ir o no a las elecciones presidenciales del
próximo 22 de abril.
Estos carnavales, que recién
terminan, tuvieron particularidad de la marcada ausencia de temporadistas en
playas, sitios turísticos y recreacionales; la
histórica diáspora venezolana, que no deja de aterrarnos, y la
encerrona que desde el pasado jueves tienen los líderes de los partidos
políticos en donde el único punto a discutir es participar o no; quizás
para cuando usted esté leyendo este artículo, hayan conseguido la clave para
salir de la encrucijada en la que nos encontramos.
Ahora bien, deshojemos la
margarita. El primer punto tomar en cuenta, y en el que insistimos cada vez que
se puede, es la coherencia. Si no se firmó en República
Dominicana porque no se garantizaban las condiciones electorales para unas
elecciones libres, etc; entonces ¿cómo es que hay un sector que pretende ir a
esa contienda electoral precipitada y que desde su convocatoria ha tenido el
rechazo de una buena parte de la opinión internacional que ha manifestado que
no reconocerá los resultados por considerarlos fraudulentos?.
El segundo punto es la
selección del candidato; los que figuraban mejor en las encuestas
están inhabilitados o presos y los que públicamente aspiran como son los dos
Henry (Allup y Falcón) no gozan del consenso de los partidos y de la
preferencia de los venezolanos. El tema se torna complejo cuando la Causa
R hace pública su posición de no convalidar una nueva farsa
electoral y, por el contrario, propone mantener la lucha por restituir el
derecho a elegir libremente. A esta línea se suman Alianza Bravo
Pueblo (el partido de Ledezma) y Vente Venezuela, (movimiento de
María Corina Machado); con estas manifestaciones podemos deducir que no hay una
unidad homogénea, “por ahora”.
Usted, estimado lector
quizás también se encuentra en una especie de “piedra, papel o elecciones”, al
pensar o conversar sobre el tema de participar o no en las
presidenciales.Cualquiera de las dos posiciones tiene peso y justificación; la
de no ir es la que ondea la bandera de la coherencia; pero la de ir,
siempre y cuando se vaya unido, con un solo candidato que emocione, con una
calle activa desde ya hasta los días posteriores a las elecciones, es la que
empuña la bandera del cambio urgente porque la crisis humanitaria no puede
seguir esperando por un día más para ponerle fin.
Faltan 45 días para el 22 de
abril, y el único pétalo que queda en la margarita deshojada es el de la
ausencia de un plan que respalde las posiciones de participar o no en las
presidenciales. Sea cual sea el camino a transitar, lo único claro que hay en
esta encrucijada es que la Unidad sincera debe prevalecer y
fortalecerse para enfrentar lo que venga porque es la única manera.
Piedra papel o elecciones;
con Unidad todo, sin Unidad nada
Foto: EFE
13-02-18
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