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lunes, 5 de marzo de 2018

Sal y agua, por @fernandocaminop




Fernando Camino Peñalver 04 de marzo de 2018
@fernandocaminop

El pasado año el gobierno aumentó cinco veces el ahora denominado salario integral y en lo que va de este año ha decretado dos aumentos. El gobierno aumentó en seiscientos por ciento el salario integral en 2017 pero la canasta básica subió 3.278%. Realmente el poder de compra de la población cayó, y a pesar de los reiterados aumentos, cada día con más bolívares se adquieren menos bienes y servicios.

En el mes de enero de este año, el valor de la canasta básica familiar fue de 35.392.706 bolívares y el salario integral era de 797.510 bolívares, una cantidad desproporcionada entre el ingreso y el costo de la canasta, que revela porque más del noventa por ciento de nuestra población es pobre. Para poder pagar solo la canasta básica de enero, un trabajador debería ganar 142,4 salarios mínimo, el equivalente a casi 12 años de trabajo.

El gobierno acaba de aumentar de nuevo el salario integral hasta un monto de 1.307.646 bolívares. Si tomamos en consideración que en enero una familia de cinco integrantes para poder alimentarse necesitó 24.402.767 de bolívares y con la expectativa de un crecimiento de los precios de entre un ochenta a un noventa por ciento en marzo lamentablemente este aumento ya se ha convertido en sal y agua.

Si asumimos que en una familia sus cinco integrantes ganan cada uno un salario integral, esta familia solo podrá adquirir menos del veinte por ciento de la canasta de alimentos. Por lo tanto este año a causa de la hiperinflación aumentará la pobreza extrema a más de un setenta por ciento.

La aplicación del Socialismo del Siglo Veintiuno por parte del régimen en detrimento del sector de la producción de bienes y servicios, ha traído como consecuencia la disminución sustancial de la oferta y el aumento del desempleo tanto urbano como rural. La quiebra parcial de Pdvsa que disminuye cada día su producción, ha generado una fuerte caída del ingreso de divisas que, sumado al pago de la deuda externa pública, ha mermado la capacidad de importación del régimen, aumentando el desabastecimiento de materia prima industrial, lo cual ocasiona una contracción de la producción nacional.

La incipiente oferta nacional de bienes y servicios y la merma de las importaciones, ha venido generando escasez y carestía sobre todo en la demanda de alimentos. Esta grave situación no puede ser resuelta con aumentos de salarios, sobre todo si consideramos que este aumento es insuficiente y solo cubre al veintiocho por ciento de la población económicamente activa que es la que labora en el sector formal de la economía.

El régimen entrampado en su laberinto dogmático y arcaico, ha sido incapaz de corregir el rumbo de su tesis económica, la cual nos ha sumido en la más terrible crisis humanitaria padecida por una nación. En 2014, el cual no fue año electoral, el régimen tuvo la oportunidad de corregir los desequilibrios macroeconómicos, y acordar con el sector privado una política económica fundamentada en el respeto a la propiedad y restablecer la seguridad jurídica, pero asumió erróneamente la profundización de su destructiva política económica.

Necesitamos un cambio de gobierno y poderes públicos independientes que corrijan los desequilibrios macroeconómicos y restablezcan la autonomía del BCV. Un estado responsable que garantice la libertad económica, la seguridad jurídica, el establecimiento de una política de estado que garantice la seguridad alimentaria y la protección a los sectores más vulnerables de nuestra población.

Debemos enfocarnos en recobrar nuestra democracia. Es el momento

Fernando Camino Peñalver
@fernandocaminop

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