Por José Rafael López Padrino
Los abstencionismos (histórico y coyuntural) promueven una política de
rendición sin pena ni gloria ante el proceso electoral del próximo 20 de Mayo.
Los históricos se confiesan como enemigos de cualquier alternativa electoral en
tiempo de dictadura, los coyunturales por su parte se definen confusamente como
“no abstencionistas, pero se abstienen”. Los abstencionistas hablan de no
participar en las comicios pero no ofrecen un plan de acción alterno que
permita superar la tragedia que significa el facho-chaveco-madurismo
Los abstencionistas no han
logrado entender que todos los éxitos de la disidencia política, sin excepción,
han sido de carácter electoral a pesar de las condiciones adversas e injustas
impuestas por el servil poder electoral. Sorpresivamente diversos partidos
políticos y el recién creado Frente Amplio Nacional han abandonado la ruta
electoral al haber decidido no participar en las próximas elecciones
presidenciales. Hacen causa común con los abstencionistas históricos, los
mismos que fantasean con golpes o invasiones militares. Prefieren creer en
una Fuerza Armada pretoriana de impronta represiva que en el valor del voto
popular. Institución armada creada y adoctrinada a fin de garantizar la
“paz social” y la “gobernabilidad” del proyecto hegemónico mediante la
represión y muerte; otros claman por la llegada a nuestras costas de los
marines del Tío Sam portando la bandera de las barras y las cincuenta
estrellas. Muy seguramente los abstencionistas de viejo y nuevo cuño se
quedarán esperando al Mesías uniformado, al igual que el famoso coronel
del Gabo a quien nunca le llegó su ansiada pensión de veterano de la guerra
civil.
Las excusas han sido muchas
desde que votar significa legitimar a la dictadura (¿hay alguna dictadura
legítima?), hasta reclamar mejores condiciones electorales (nunca las
habrá en tiempos de dictadura). Es bien sabido que a las dictaduras –no importa
su tendencia ideológica– les da por convocar elecciones o eventos
plebiscitarios sin garantizar las condiciones mínimas propias de una consulta
democrática. Exigir condiciones equitativas a un poder electoral supeditado a
los deseos del dictador Maduro es una quimera. Si el iletrado Maduro es un
dictador, con lo cual coinciden los abstencionistas ¿cómo pedirle a un régimen
dictatorial condiciones ajenas a su ADN? Es sorprendente ver a quienes han
participado en procesos electorales desde 1999, caracterizados por el
ventajismo, la violencia, el abuso de poder, el terror, y organizados por CNEs
parcializados, recurrir a la simulada excusa de “que no hay condiciones para
participar”.
Condicionar la participación
electoral al logro de condiciones propias de una democracia en tiempos de
dictadura, no es otra cosa que consentir la eternización en el poder de Maduro
y su social-fascismo bolivariano. Es decir mayor miseria y hambruna, escasez e
hiperinflación, violación de los derechos humanos y militarización de la sociedad
en los años por venir. La historia nos ha demostrado que las elecciones no
se ganan con condiciones, sino con una participación masiva del electorado y
una buena organización electoral en especial de los testigos de mesa.
Los abstencionistas ignoran el
valor del voto como instrumento de lucha, y se olvidan que el pueblo
venezolano no ha dejado de votar a lo largo de estos 20 años de peste
bolivariana a pesar de las precarias condiciones impuestas por los siniestros
CNEs. Tan solo se abstuvo en el 2005 siguiendo las equivocadas directrices de
la oposición, con lo cual se le entregó en bandeja de plata al tte coronel
Chávez la posibilidad de consolidar “demócratamente” su bastardo proyecto
hegemónico vía leyes habilitantes y decretos, e imponer su paquete neoliberal.
Los que reniegan de la vía
electoral no cuentan con mayor respaldo popular como lo reflejan los estudios
de opinión que indican que un alto porcentaje de venezolanos están dispuestos a
votar (77,6% % deseos de participar en los comicios versus 12,3 % que
no desean – Datanálisis 6/03/18). Sin embargo, si tienen un gran apoyo
internacional (Grupo de Lima, Euro-parlamento, presidentes de gobiernos
extranjeros, etc.,). Apoyos que son agradecidos, pero que en algunas
circunstancias trascienden los marcos de la solidaridad y se inmiscuyen en
nuestra política nacional. Las declaraciones del Secretario General
de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro y del expresidente
Felipe González así lo demuestran. El Señor Almagro en forma destemplada acusó
a Henri Falcón de ser instrumento del régimen bolivariano para
dividir a la oposición venezolana. A su vez el Señor González le pidió al
Falcón que no se convierta en el “taparrabos” del dictador Maduro.
Con todo el respeto que se
merece el Sr. Almagro, acusar a quienes creemos en la salida electoral de
ser cómplices del régimen es una falacia que excede los límites de la
dignidad. Igualmente, Sr. González deje ya de darle credibilidad a las
consejas del Sr. Ledezma e infórmese mejor de la situación del país. A la falta
de argumentos válidos invierten sus menguadas fuerzas en descalificar y
estigmatizar a todo aquel que sea proclive a la salida electoral.
Quienes hoy llaman a
abstenerse son los mismos que dilapidaron los siete millones de votos del
2015, los que dirigieron las dolorosas y trágicas salidas del 2016-2017, los
que con sus errores nos llevaron a la derrota en las elecciones de
gobernadores del 2017. Son los que apuestan a soluciones fantasiosas, mientras
miles de venezolanos escarban en la basura en la búsqueda de algo que comer, y
otros mueren por falta de medicinas o padecen los embates de una represión
desenfrenada
12-04-18
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