Leandro Rodríguez Linárez 11 de abril de 2018
@leandrotango
Es
necesario saber a qué nos enfrentamos los venezolanos desde hace 18 años,
nuestra historia poco nos puede ayudar pues la complejidad de este fenómeno lo
hace tan único como trágico.
El
problema del país bajo la pesada bota roja no es lo que existe sino lo que no…
y lo que no existe en Venezuela es institucionalidad, entendiendo la
institucionalidad como el irrestricto apego a la ley, al profesionalismo
intrínseco en las estructuras del Estado, a la ética y la moral que se
desprende de esa irremplazable fórmula.
El
problema para los venezolanos es que nos enfrentamos al gobierno con más poder
en los últimos 60 años. La presencia del chavismo, con sus estructuras
netamente partidistas, de organización social, en el espectro público o militar,
lo apreciamos en todas las esferas de nuestra vida, incluyendo en todo lo malo
que lamentablemente es lo que pulula. En estos tiempos de escasez e
hiperinflación ¿Cuántas veces ha visto un funcionario o autoridad acercarse a
un “bachaquero” y en lugar de sancionarlo, confiscarle o detenerlo éste lo que
hace es cobrar comisión? También resultaría interesante saber cómo esos
bachaqueros consiguen productos regulados cuando es el gobierno el responsable
directo de su distribución.
Lo
propio ocurre en los recintos públicos donde hay que “mojar la mano” a
funcionarios para que su requerimiento no muera engavetado. Por eso es “normal”
que los autos robados aparezcan por arte de magia cuando las víctimas pagan
“comisiones” a las autoridades competentes. El sistema judicial es tétrico, la
justicia es lo que menos vale sino el “cuánto hay” o “el contacto”. El control
cambiario es la mejor ejemplificación de nuestra putrefacta
desinstitucionalización, tan solo en 2012, desde el mismo gobierno, se denunció
el robo de más de 20 mil millones de dólares, dólares que recibe, administra,
adjudica y liquida el gobierno a su real placer ¿Cómo no va saber quienes se lo
robaron? Hoy sí usted quiere una línea Cantv, que a su comunidad le agilicen un
transformador nuevo o el indispensable gas, tiene que pagar “bajo cuerda” para
que ello sea posible, y pare de contar...
Con
estos puntuales ejemplos que usted palpa a diario, tratamos de explicar que el
poder no es autoridad, pues el poder se puede ejercer bajo la fuerza (así sea
atroz) como es el caso del chavismo, pero la autoridad se desprende de la ética
y la moral que da el apego a la ley, al profesionalismo que debe imperar en las
instituciones del Estado y es justamente de lo que ha carecido este régimen
kakistocrático que desecha “cualidad” e impone “camaradas del partido”. Por eso
el chavismo ha hecho de Venezuela, el país con más riquezas naturales del
planeta, una nación que vive en deplorables condiciones de tercer mundo, donde
una cajita de comida y exiguos bonos populistas-electorales son la “triunfal”
bandera de quienes mantienen, contra la ley y la legitimidad, el poder… sin
autoridad.
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