Por Nelson Freitez
Ya en Venezuela el único
sector que niega la existencia de una grave Emergencia Humanitaria es el propio
gobierno, obviamente por que la ha generado con su inviable modelo económico y
político, sus extraviadas políticas y su desbordada corrupción. También porque
carece de capacidad y vínculos internacionales para enfrentarla
apropiadamente. Reconocerla afectaría severamente su legitimidad y, por
tanto, no asume su responsabilidad. Las múltiples organizaciones de derechos
humanos el país desde hace más de 2 años, han venido alertando sobre la
escalada en ciernes de esta vorágine de afectaciones en la alimentación, la
salud de miles de personas y, sobre sus serias consecuencias en muertes,
hambre, migraciones masivas y desesperadas fuera del país, fracturas y
abandonos de familiares.
Lo más preocupante es que en
la medida que países y organizaciones internacionales han expresado su
disposición a brindar ayuda adecuadamente canalizada, en especial en
medicamentos y alimentos, la élite militar y civil en el poder se aferra a
negar la emergencia y a bloquear tal cooperación, por considerar que
detrás de la ayuda internacional vendría una supuesta maniobra de una coalición
de países para intervenir militarmente en el país y desalojarlos del poder.
Bajo esta “hipótesis de guerra” fundamentada en la ´Doctrina Militar
Bolivariana´ diseñada en los ´Cursos de Estado Mayor Conjunto´ que se realizan
en bases militares de la isla de Cuba –como requisito para garantizar el
ascenso de la alta oficialidad de las FANB-, la mayor amenaza proviene de EEUU
que busca invadir a la nación por el alto valor y magnitud de las riquezas
mineras.
De tal suerte, Venezuela está
bajo el riesgo de convertirse en una nueva Siria y por tanto, se justifica que
no se decrete la Emergencia Humanitaria y debemos asumir la consecuencia de la
hambruna en marcha y el incremento de la mortalidad
En este escenario, las
organizaciones defensoras de DDHH han decidido actuar intensamente, en la
medida de sus capacidades y recursos, en la atención a las graves situaciones
que conlleva la Emergencia Humanitaria. En primer lugar, dimensionando la
magnitud, características y consecuencias de las múltiples afectaciones a los
DDHH implícitas en esta coyuntura de emergencia. Estableciendo en cuál fase de
la emergencia nos encontramos, cuáles son los riesgos implícitos y las medidas
que deben ser adoptadas para paliar, contener o revertir los cuadros de
situación identificados. El caso del trabajo adelantado desde hace unos dos
años por Cáritas de Venezuela con el Proyecto Saman para el
seguimiento y evaluación de los cuadros alimentarios de niños y niñas de
Parroquias en situación de pobreza en varios estados del país, va en esa
dirección. Este monitoreo y medición es además vital por que el gobierno niega
la existencia de la desnutrición, carece de seguimiento epidemiológico de la
misma y descalifica toda información al respecto.
La gestión de cooperación
internacional para lograr alianzas, aportes y donaciones de agencias y
organismos multilaterales, es otro campo de actuación de las ONGs de DDHH, para
lo cual es imprescindible el monitoreo y la documentación señalada en procura
de la plena comprensión internacional de la magnitud y riesgos de la situación.
Una coyuntura de Emergencia Humanitaria Compleja se caracteriza por la
masificación de afectaciones básicas a la salud y la vida de la población, en
un contexto de graves carencias de recursos de toda índole para atenderlas,
contenerlas y revertirlas. Incluso en la que el principal responsable de las
afectaciones es el propio Estado, el cual por mandato constitucional debería
garantizar y propiciar que se generen los bienes y servicios requeridos y así
evitar que se produzcan tales afectaciones. Lo grave del caso venezolano
es que el Estado no sólo ha causado la emergencia y no la asume ni la atiende,
sino que bloquea a quienes la están enfrentando al lado de quienes están
afectados.
El acompañamiento a las
víctimas de la Emergencia Humanitaria es otra de las áreas de actuación de las
ONGs de DDHH. Bajo un enfoque de promoción de actitudes y capacidades para la
Resiliencia –entendida como disposición a asumir y enfrentar plenamente las
adversidades presentes en la realidad que nos toca vivir-, la perspectiva de
trabajo que se está impulsando es la combinación de la atención a los cuadros
de emergencia –por ejemplo escasez de medicamentos atendida vía gestión de
Bancos y mecanismos diversos de procura de los mismos- con el acompañamiento al
desarrollo de estrategias y acciones de exigibilidad pública de los derechos
afectados con pleno protagonismo de los propios afectados.
De tal manera, se enfrenta
parcialmente la emergencia y, a su vez, se demanda al Estado que asuma su
responsabilidad, lo cual incide en el cambio de autopercepción de víctimas a
ciudadanos afectados. Propiciando un crecimiento de las personas y de sus
organizaciones, lográndose el reconocimiento público de los rostros de la
afectación, además de facilitar adhesiones y alianzas con otros sectores. El
Viacrucis por los Derechos que se realizó en Barquisimeto el pasado martes de
Semana Santa organizado por la Vicaría de DDHH de la Arquidiócesis, las
Asociaciones de Personas con enfermedades crónicas y la Red de ONGs de DDHH se
diseñó con tal inspiración.
13-04-18
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