Juan Guerrero 02 de agosto de 2018
@camilodeasis
Estemos
claros. La violación de derechos humanos, como la restricción de la libertad
por causas políticas, religiosas o socioeconómicas (alimentos, medicinas,
seguridad, educación y recreación), es un asunto que compete a los ciudadanos.
Por lo
tanto, la práctica de ciudadanía es fundamentalmente la promoción y defensa de
los derechos básicos del ser humano. De otra manera no se puede ser ciudadano
ni ejercer ciudadanía. Se estaría formando parte de eso llamado
peyorativamente, hombre-masa.
La
masa, socialmente hablando, es el conjunto informe de individuos anónimos que
existen y hasta viven en la sociedad pero que no poseen consciencia ciudadana y
permanecen inertes en los bordes, al margen del desarrollo social.
Lo que
escribiré posiblemente sea duro pero es mi verdad, soportada por la experiencia
de más de 60 años de práctica ciudadana y 20 en defensa irrestricta de la
libertad y la consciencia ciudadanas. Es imposible construir una sociedad con
individuos que no desean salir ni ser rescatados de las garras de la
marginalidad y que prefieren escudarse detrás de ese inmenso fantasma que se
llama masa social.
Nada
bueno tiene ni la pobreza ni mucho menos la marginalidad. Por eso, solo sirven
para ser usados, utilizados como desechos humanos por quienes controlan vastos
sectores de la economía y finanzas.
El
hombre-masa no tiene rostro propio, ni sentido de existencia en una sociedad de
ciudadanos que constantemente cuestionan y se cuestionan mientras practican
ciudadanía. El ciudadano respeta el derecho ajeno mientras exige del Estado la
aplicación de las leyes para convivir en una nación democráticamente sana.
Porque en una sociedad de ciudadanos es la libertad individual (-no
individualismo) lo que prevalece y se fortalece.
Los
ciudadanos en una nación libre y de principios y valores jamás podrán ser
neutrales frente a la violación de los derechos humanos básicos. Ser neutral es
estar del lado del opresor, de la dictadura y el totalitarismo.
Creo
firmemente en la educación como el mejor invento del hombre para acceder a una
sociedad democrática, libre, participativa y productiva, que construya
bienestar. Por lo tanto, el destino de una nación tiene que estar en manos de
mujeres y hombres formados, tanto profesionalmente como en la educación en
valores.
Lo
diré sin tapujos: el hombre-masa no debe ocupar puestos jerárquicos en la
administración del Estado. Más todavía, los dirigentes y líderes políticos
deben ser profesionales con estudios al menos universitarios y con capacitación
en las áreas de la administración pública. Porque lo público es el espacio que
compartimos todos. Es lo más delicado y complicado.
La
profesionalización de la actividad política no es garantía en sí misma que
frene los actos de corrupción o violación de derechos humanos. Sin embargo, es
un puesto de control con una serie de escalones que minimizan la transgresión,
al introducir al individuo en la actividad del cumplimiento de la formalidad y
las normas mientras es observado y evaluado constantemente por la consciencia
ciudadana de los hombres libres.
Otra
aseveración más. Quienes estén realizando actividad militar deben estar
impedidos de ejercer funciones en la administración pública. La vida militar
por ser contraria a la vida civil, por su jerarquización y obediencia absoluta
a la superioridad, es contraria al régimen de vida ciudadana. Nunca he creído
que los militares resuelvan nada en la administración pública del Estado, salvo
convertir todo en militarismo, arbitrariedad y autoritarismo.
En
estos tiempos grises y dolorosos la práctica de ciudadanía y de la libertad
exigen que los individuos estemos constantemente activos, involucrados y
ejerciendo responsabilidades en la vida de todos: lo público. Y lo público va
desde estar alerta para cuidar la plaza y la esquina hasta las funciones de los
administradores del Estado y del gobierno. Por eso es inherente al ciudadano la
formación, capacitación y actualización en los conocimientos de aquellas
disciplinas que nos competen. En ello la educación y sus diferentes niveles son
la posibilidad que tiene ese hombre-masa de acceder a decantar sus saberes,
contrastándose e incorporando herramientas que lo eleven a ser más inteligente
de lo que inicialmente y por natura, es.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
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