Fernando Camino Peñalver 17 de septiembre de 2018
@fernandocaminop
En
2004 el régimen, dentro del marco del denominado Plan de Desarrollo Económico y
Social de la Nación 2001-2007, creó los 15 Motores Económicos. Los motores de
la economía, como luego serían llamados coloquialmente por los jerarcas del
régimen, entrarían en acción entre 2004 y 2014 con la finalidad, según ellos,
de que “contribuyeran al crecimiento económico del país, generando prosperidad
en las y los venezolanos” y se pudiera “superar la capacidad instalada de
1998”.
En
2014 sin pena ni gloria los 15 motores pasaron al olvido y en 2016 el régimen
decide sacarlos a flote como parte del Plan de la Patria 2013-2019. Aún
desconocemos el costo, pero la efectividad en el crecimiento económico y en la
generación de prosperidad anunciados con “bombos y platillos” sabemos que fue
nula. El motor agroalimentario es el mejor ejemplo del fracaso de los catorce
restantes parapetos ideológicos. Veamos porque.
El
Motor Agroalimentario siempre marchó en reversa. A partir de 2004 la producción
agrícola comenzó a tener altibajos debido al acoso del régimen al sector
productivo y en 2008 se inicia una caída considerable que aún no se ha
detenido, llegando a niveles críticos en 2017.
Fedeagro
ha hecho un seguimiento del comportamiento de la producción de los rubros
agrícola vegetales. Si tomamos como ejemplo algunas de estas cifras y la
consideramos como muestra representativa de la caída de la producción, podemos
precisar que el motor agroalimentario así como los 14 restantes se fundieron en
su intento de motorizar la economía. La producción de maíz entre 2008 y 2017
cayó un 65% y en el mismo lapso de tiempo también disminuyeron su producción el
arroz 68%, el sorgo 95%, la caña de azúcar 62%, el café 70%, la papa 88%, el
tomate 53%, la cebolla 77%, la naranja 41%, entre otros rubros importantes para
el consumo de alimentos.
En el
sector ganadero la disminución de la producción es palpable por la población,
debido a la escasez y a la carestía de los productos cárnicos derivados del
ganado vacuno, porcino y aviar, también los productos lácteos son inaccesibles
para la gran mayoría de los consumidores, en ambos rubros su consumo ha caído
en dos tercios. En 1998 cubríamos la demanda de los productos cárnicos e
importábamos solo un 40% de lácteos, al día de hoy para cubrir la demanda de
estos productos tendríamos que importar más del 60% de ellos. El enorme peso de
los motores del régimen, hizo naufragar la actividad pesquera, la cual, en 1999
abastecía totalmente nuestro consumo y podíamos exportar algunas especies.
Ahora la demanda insatisfecha es de un 60% aproximadamente.
En el
sector agroindustrial y de la producción de insumos intermedios, a partir de
2004 hemos perdido dos tercios de las industrias existentes en 1998 y las
sobrevivientes están produciendo a un 30% de su capacidad operativa. La razón
se debe básicamente a la falta de materia prima, de insumos intermedios, de
repuestos y de maquinarias para sustituir las obsoletas. Peor suerte han
sufrido las industrias expropiadas, expoliadas e intervenidas por el régimen,
ya que además de padecer los males de las industrias sobrevivientes privadas,
han sido diezmadas por la corrupción y la ineptitud de los “gerentes” de turno
nombrados por el régimen. El motor industrial también se fundió.
Esta
disminución de la producción de alimentos ha sido ocasionada por la inseguridad
jurídica, la inexistencia de políticas públicas que pretendió el régimen
sustituir con los llamados motores de producción. También por la falta de
insumos, de maquinarias y repuestos y por la deficiencia de servicios públicos.
El déficit de oferta de alimentos ha generado en nuestro país aumentos de la
pobreza, del hambre, de la desnutrición, de la escasez y de la hiperinflación,
los cuales han sido los ingredientes básicos de la crisis humanitaria que
estamos padeciendo.
Existe
una interrelación entre otras áreas de la economía con la producción de
alimentos: El sector industrial de insumos intermedios como el de los empaques,
el de la producción de agroquímicos y de medicinas veterinarias; las empresas
generadoras de divisas para la importación de materia prima insumos y
maquinarias; la petroquímica y la industria petrolera que elaboran
fertilizantes, combustibles y lubricantes; el sector de la construcción y de
mantenimiento de la vialidad, de los sistemas de riego, de los servicios
sanitarios y de la red de generación y de conducción de energía eléctrica; las
telecomunicaciones y la informática importantes para el desarrollo tecnológico;
el apoyo del sector financiero público y privado y las industrias básicas como
ofertantes de insumos y de divisas.
Todas
las áreas de nuestra economía fueron sometidas por el régimen mediante el
mecanismo de los denominados motores productivos, el fracaso de este plan
además de conducir al colapso a cada una de las actividades donde operaron con
mala praxis, su acción fue devastadora debido a la interrelación existente
entre las distintas actividades de la economía.
Para
recuperar todos y cada uno de los sectores afectados necesitamos un nuevo
gobierno que se dedique a ello plenamente. Los recursos están esperando, el
talento aquí es más que suficiente. Trabajamos en ello.
Fernando
Camino Peñalver
@fernandocaminop
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