ANTONIO MARIA DELGADO Y JAY WEAVER 12 de septiembre de 2018
El
estricto control cambiario de Venezuela, sistema que condujo a la hiperinflación
y a la ruina económica de ese país petrolero, permitió que un pequeño grupo de
personas vinculado a la máxima cúpula del régimen de Caracas amasara inmensas
fortunas, sirviendo por años como una “máquina perpetua de dinero” para las
élites gubernamentales.
Ese
sistema cambiario, que ofrecía a personas selectas una tasa de cambio muy por
debajo de la fluctuante en el mercado negro, había sido introducido por el
fallecido presidente Hugo Chávez como un instrumento que estabilizaría la
economía y reduciría los precios de bienes esenciales como alimentos y
medicinas para los pobres.
Pero
en los 15 años que transcurrieron desde entonces, el sistema también se
convirtió en una herramienta para acumular poder y fortuna entre los máximos
líderes del régimen y sus allegados. Según expertos, así como fiscales
federales estadounidenses, los nuevo-ricos del chavismo han saqueado miles de
millones de dólares de las arcas del Estado.
En un
caso sin precedentes presentado semanas atrás en una corte federal de Miami,
empresarios y funcionarios del régimen de Nicolás Maduro conspiraron para lavar
$1,200 millones en un caso que ha llevado a las autoridades estadounidenses a
familiarizarse con la corrupción vinculada con el sistema cambiario venezolano.
Nueve
acusados —junto con cómplices anónimos que incluyen a los hijastros de Maduro y
a su allegado, el empresario Raúl Gorrín— se beneficiaron de la enorme brecha
entre el tipo de cambio fijo y el flotante tipo de cambio del mercado paralelo,
que por años era lo único a lo que la inmensa mayoría de venezolanos tenían
acceso, según una acusación federal presentada el mes pasado.
La
diferencia entre las dos tasas, según los fiscales federales, permitió a la red
de empresarios y funcionarios de la estatal Petróleos de Venezuela multiplicar
en solo dos meses una inversión inicial de $42 millones en $600 millones tan
solo con emitir un préstamo de 7,200 millones de bolívares a PDVSA.
Con
las ganancias, los integrantes de la agrupación compraron mansiones en la
afluente zona de Cocoplum, en Miami, así como propiedades lujosas en otras
partes de Florida.
Ejecutivos
de la estatal petrolera recibieron sobornos para que facilitaran el negocio,
que cayó bajo la lupa de los fiscales porque algunas de las ganancias mal
habidas fueron luego transferidas al sur de la Florida.
El
gobierno venezolano no ha respondido a las preguntas de el Nuevo Herald, ni
Maduro ha reaccionado a los artículos anteriores del periódico sobre el caso de
lavado de dinero en el que él ha sido involucrado. El abogado de Gorrín en
Miami negó que su cliente estuviera involucrado en alguna acción ilegal.
Russell
Dallen, un empresario de Miami que maneja una compañía de inversión de capital
y que antes era dueño de un periódico en Venezuela, apodó el esquema de moneda
del gobierno como una “máquina perpetua de dinero”.
“Esa
es una de las razones por las cuales Venezuela no ha cambiado este sistema
[cambiario]”, dijo Dallen, un inversionista financiero que ha seguido de cerca
el caso de lavado de dinero.
La
corrupción vinculada al mercado cambiario está absorbiendo enormes sumas de los
ingresos de la industria petrolera, que genera casi todos los ingresos del
gobierno.
“Están
robando el tesoro venezolano”, dijo al Herald Dallen, quien también es
abogado“. ¿En qué otra industria puedes ganar un millón de veces tu dinero en
10 minutos?”.
Eso
puede ser una exageración, pero los márgenes de ganancia deslumbrarían a los
grandes inversionistas de Wall Street.
En
diciembre del 2014, cuando los fiscales dicen que el grupo venezolano se
aprovechó de la tasa de cambio del gobierno, 12 bolívares podían comprar un
dólar estadounidense. Pero en el mercado paralelo, la tasa en ese momento era
de 172 bolívares por dólar. Eso le permitió a la agrupación multiplicar su
inversión inicial en una proporción de $14 por cada dólar invertido, o una tasa
de ganancia de 1,400 por ciento obtenido en sólo dos meses.
Oportunidades
como éstas no están disponibles para la gran mayoría de venezolanos, cuyos
salarios no alcanzan ni siquiera para comer tres veces al día. Hace dos meses,
el salario mínimo mensual era apenas suficiente para comprar un cartón de
huevos.
En
agosto, Maduro impuso una conversión monetaria que en esencia eliminó cinco
ceros a la moneda nacional e incrementó el salario mínimo en un 3,500 por
ciento, elevándolo del entonces equivalente de 50 bolívares por mes a 1,800
bolívares.
Pero
incluso el nuevo salario es insuficiente para rescatar a millones de personas
de la pobreza cuando una bolsa de hielo cuesta 165 bolívares y el dólar se
cotiza en 110 bolívares en el mercado paralelo.
En un
intento poco entusiasta por detener la hemorragia de divisas a través de la
corrupción, el Ministerio de Economía y el Banco Central de Venezuela emitieron
el viernes nuevas regulaciones que apuntan a flexibilizar el rígido control
cambiario, permitiendo que el público pueda comprar directamente dólares
estadounidenses.
Ese
cambio también pone fin a las subastas controladas por el gobierno que
asignaban a empresas e individuos favorecidos por el régimen comprar dólares a
tasas preferenciales.
Pero
no hay garantías de que las nuevas reglas logren frenar el abuso generalizado
del sistema cambiario o aumenten el suministro de dólares de Venezuela. Además,
puede que sea una medida demasiado débil que está siendo introducida demasiado
tarde. Ya son decenas de miles de millones de dólares que Venezuela ha perdido
a través de la corrupción cambiaria.
“Es
poco probable que la nueva regulación conduzca a una mejora significativa en la
economía de Venezuela”, dijo Diego Moya-Ocampos, analista latinoamericano de
IHS Markit.
Las
medidas “deberían hacer que el sistema cambiario sea ligeramente más flexible
[pero] el suministro subyacente de dólares para alimentar este mercado seguirá
siendo mínimo”, agregó.
Desde
que Chávez introdujo controles al sistema cambiario argumentando que era necesario
para frenar la fuga de capitales, luego del paro petrolero del 2003, las
empresas y empresarios venezolanos, junto con ciertos miembros del público con
amistades influyentes, han intentado tener acceso al lucrativo sistema
cambiario. Pero esa propuesta nunca fue fácil.
Y en
los últimos tiempos, ese acceso dependía del tipo de relaciones con el régimen
que tuviera el solicitante y su disposición de convertir en socios a los
influyentes dirigentes del chavismo.
Un
prominente académico estadounidense que ha estudiado los controles monetarios y
asesoró a gobiernos de América del Sur y Europa Oriental, dice que el mecanismo
de intercambio en Venezuela es uno de los principales factores detrás de la
hiperinflación del país, que según sus cálculos se ha disparado a una tasa
anual de 62,000 por ciento.
La
Asamblea Nacional de Venezuela, sin embargo, cree que la tasa es aún mayor, y
dijo que en julio alcanzó 200,000 por ciento, lo que coloca al país en vías de
superar la proyección de un millón por ciento para finales de año anunciada por
el Fondo Monetario Internacional.
En los
últimos tres años, la hiperinflación ha hundido al país en una situación
desesperada, y la espiral económica se ha visto agravada aún más por la
decisión de Maduro del mes pasado de devaluar el bolívar y aumentar el salario
mínimo, dijo Steve H. Hanke, profesor de Economía Aplicada de la Universidad
Johns Hopkins.
El
régimen de Chávez y después el de Maduro creó una “tasa mentirosa” que permitió
a los expertos políticos hacer fortunas instantáneas al jugar con el
diferencial entre las bajas tasas de cambio oficiales y las altas tasas del
mercado. Pero solo un número muy pequeño de personas cercanas a la jerarquía
política de Venezuela tienen acceso a las tarifas oficiales favorables, dijo.
“Con
la hiperinflación, las oportunidades de ganancias se magnifica más allá de lo
que puede imaginarse”, dijo Hanke al Miami Herald.
Según
los documentos de la corte federal de Miami, líderes de la conspiración de
lavado de dinero utilizaron una compañía ficticia llamada Rantor Capital para
prestar 7,200 millones de bolívares, valorados en $42 millones en el mercado
libre, a PDVSA y luego consiguieron que la empresa estatal les cancelara ese
préstamo en euros, haciendo uso de la extremadamente baja tasa oficial.
Esa
transacción multiplicó instantáneamente el reembolso del préstamo al
equivalente de $600 millones.
De
acuerdo con una declaración jurada judicial presentada en julio, PDVSA giró
esos fondos a una institución financiera europea sin nombre que, según el
Herald, es propiedad de Portmann Capital Management en Malta.
El
pago de los préstamos de la compañía petrolera finalmente se entregó a otra
compañía ficticia, Eaton Global Services Limited, establecida en Hong Kong, que
estaba controlada por los jefes de la conspiración de lavado de dinero.
La
ganancia inesperada de los $600 millones luego se dividió entre un grupo de
empresarios, funcionarios de PDVSA y los tres hijastros de Maduro, según un
correo electrónico obtenido por los investigadores. Maduro y sus hijastros,
Yosser Gavídia Flores, Walter Gavídia Flores y Yoswal Gavídia Flores, están
siendo investigados en el caso de Miami, dijeron las fuentes.
Según
la declaración jurada, esta es la manera como se distribuyeron los fondos del
gobierno a principios del 2015:
▪ $
272.5 millones fueron para Gorrín, el controversial magnate venezolano que
adquirió el control del canal de noticias Globovisión a través de una polémica
compra. El empresario también posee otros negocios, incluyendo una compañía de
seguros. Él no ha sido acusado en el caso de Miami, pero se le considera el
principal sospechoso en la investigación federal. Del total obtenido, Gorrín se
quedó con $72.5 millones, luego giró parte de ese total para pagar servicios de
aviación, yates y operaciones de corretaje en Miami, y transfirió el saldo,
$200 millones, a una cuenta bancaria para el beneficio de los tres hijos de la
esposa de Maduro, Cilia Flores.
▪ Los
fondos del hijastro fueron colocados en la cuenta a nombre del “testaferro”
Mario Enrique Bonilla Vallera, un joven empresario venezolano que posee un
puñado de compañías en Florida con direcciones vinculadas a cuatro casas
multimillonarias en el exclusivo barrio Cocoplum de Coral Gables, que fueron
congeladas. Bonilla ha sido acusado en el caso de lavado de dinero, pero sigue
prófugo.
▪ $
272.5 millones también fueron para Francisco Convit Guruceaga, un rico
empresario venezolano que es el principal acusado en el caso de lavado de dinero,
y otra persona identificada como “Conspirador 2”. De ese total, $94 millones
fueron distribuidos a un empresario de Venezuela, quien se convirtió en un
testigo confidencial de los investigadores federales en el 2016 por temor a
verse implicado directamente en el caso.
▪ El
testigo confidencial redistribuyó alrededor de $20 millones a: Carmelo Urdaneta
Aqui, ex asesor legal del Ministerio de Petróleo y Minería de Venezuela;
Abraham Edgardo Ortega, ex director de finanzas de PDVSA; José Vicente Amparan
Croquer, descrito como un lavador de dinero profesional; y a otros tres
conspiradores venezolanos no identificados con vínculos con la compañía
petrolera estatal.
Tomado
de: https://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/venezuela-es/article218196745.html
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