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lunes, 22 de octubre de 2018

Hicieron del hambre un gran negocio por @hcapriles



Por Henrique Capriles


El régimen de Nicolás Maduro será recordado, entre otras desgracias, por haber sido capaz de permitirle a sus cómplices hacer del hambre de nuestro pueblo venezolano un gran negocio: les permitió hacer una fortuna con tal y financiaran cualquier artimaña necesaria para mantenerse en el Poder.

Es abominable el negocio que tejieron detrás del hambre.

Lo primero que hicieron fue acabar con la producción nacional: expropiando, controlando las divisas, los precios, las exportaciones. Se dedicaron a someter al país a punta de hambre y con eso controlar al Pueblo políticamente. Y así generaron todas las condiciones para su guiso mayor: en el control de las cajas CLAP encontraron tremendo negocio.

Si hacen memoria, recordarán que en abril de 2016 el régimen declaró un supuesto Estado de Excepción y de Emergencia Económica que dio origen a los CLAP. En realidad no estaban declarando ninguna emergencia: estaban montando el más vil y dantesco de sus negocios.

Esta semana, la Procuraduría General Mexicana dio a conocer los resultados de una investigación en la que que varias empresas y personas mexicanas y venezolanas, vinculadas directamente con el régimen de Nicolás Maduro, obtuvieron recursos del Estado con supuestos fines humanitarios con el único objetivo de especular con millones de petrodólares, aprovechándose de la crisis alimentaria que vivimos en Venezuela, y literalmente para convertir el hambre en un negocio multimillonario.

¿Tienen idea de la crueldad que se necesita para ser capaces de jugar así con el hambre de una nación entera?

Fueron capaces de adquirir alimentos de pésima calidad para exportarlos con sobreprecio a Venezuela. Un sobreprecio que rondaba el 112% por encima del costo real de negocio. Es decir: ni siquiera se conformaron con hacer un negoción envenenando a los venezolanos con alimentos de dudosa factura: también decidieron exprimir el dinero del país a tope, con tal de llenarse más de plata.

En medio de toda esta crueldad, también encontraron cerca de mil trescientos containers en México con casi dos millones de despensas de alimentos que estaban listas para llevarse a Venezuela.


Todas estaban caducas: era alimento vencido.

El régimen iba a venderle a las familias de menos recursos comida subsidiada y podrida, burlándose del hambre de nuestra gente mientras sus cómplices se llenan de plata.

Hoy los mexicanos imputados en esta tragedia tienen prohibida cualquier acción comercial con Venezuela que involucre alimentos o medicamentos. Sin embargo, eso no resuelve ninguno de los excesos criminales que el régimen cometió en contra del Pueblo, haciendo del hambre uno de sus negocios más lucrativos.

Lo dije la semana pasada en referencia al caso del homicidio de nuestro compañero Concejal Fernando Albán y lo repito hoy: este régimen no va a investigarse a sí mismo.

Hay una verdad que el régimen no puede negar: si hubiera producción nacional, si todas estas plantas expropiadas o cerradas estuvieran trabajando como Dios manda, no existirían los CLAP y tampoco este negoción para tanto enchufado que decidió transar con el hambre ajena.

¿Qué pasó con empresas como Lácteos Los Andes, uno de los actos de expropiación más burdos de este régimen? ¡La quebraron! Son tan incapaces que se robaron una empresa plenamente operativa y con productos ya colocados en la vida de los venezolanos, ¡y quebraron! Y lo mismo pasó con las centrales azucareras, con Aceites Diana, con Venepal, con Café Fama de América.

Si no pudieron con eso, ¿cómo van a ser capaces, entonces, de manejar el futuro de un país? Son unos piratas: llegan robando y después de saquear terminan matando cualquier posibilidad de progreso.

A cada venezolano tiene que quedarle claro que esto que sucedió con los CLAP no es un guiso rojo más. No pueden verlo como un negocito que le descubrieron a unos enchufados ni un caso más que se destapó.

Esto que sucedió con los CLAP es la respuesta a todo aquel que todavía se pregunta por qué hay hambre en el país: en Venezuela hay hambre porque el régimen de Nicolás Maduro la convirtió en un negocio.

Todos los controles del régimen son sinónimo de corrupción. No hay mejor ejemplo que el control de cambio. No estaban protegiendo las reservas internacionales, por el contrario: lograron la mayor salida de divisas en nuestra historia a punta de crisis y chanchullo.

Y así cada uno de los controles está pensado para lo mismo: enriquecer a unos cuantos y someter al Pueblo, debilitarlo hasta apaciguarlo y hacernos creer que es imposible sacarlos del Poder.

Y no podemos permitir eso.

En estos momentos, además de las sanciones individuales de la Unión Europea y de Estados Unidos, la justicia de países como Andorra, Portugal y España están persiguiendo a personas directamente señaladas por estar blanqueando el dinero que recibieron como sobornos y coimas mientras ocupaban cargos en el gobierno durante los últimos veinte años.

Hicieron del hambre un negocio, como ya lo habían hecho con los apagones, con la crisis de la salud, con los chanchullos detrás de cada obra de infraestructura ¿Dónde están los ferrocarriles, por ejemplo? Quien pase por la Autopista Regional del Centro verá ruinas de obras que nunca se terminaron, pero pagadas con dólares que llegaron a los bolsillos de más de uno.

Esa gente amasa fortunas. Se han dedicado a sacar plata de cada una de las necesidades que han convertido la vida de los venezolanos en una pesadilla. Y esta vez ha quedado al descubierto que son capaces de jugar hasta con el hambre de sus militantes, todo sea por meterse un billete.

¿Cómo desmontar la corrupción de un Estado que ha decidido delinquir como única política? Debemos empezar por fortalecer al ciudadano y cohesionarnos políticamente con objetivos claros.

Cada venezolano debe saber que los CLAP se crearon para hacer negocios, no para ayudar a la gente.

Cada venezolano debe saber que detrás de las necesidades generadas por el gobierno están sus cómplices llenándose de plata.

Cada venezolano debe saber que de esto el gobierno no va a decir ni una palabra. Y por eso debemos crear conciencia para que la verdad sea la que retumbe.

He propuesto comenzar por una verdadera investigación, que articule a nuestras organizaciones políticas y civiles de las fuerzas democráticas con académicos, especialistas y periodistas que nos permitan ir fiscalizando al Estado, diagnosticando de manera eficaz y rápidas las zonas más urgentes para generar las políticas públicas que se aplicarán cuando seamos gobierno. Porque seremos gobierno, gracias a que este tipo de acciones reactive la esperanza en nuestra gente y entiendan que existen fuerzas democráticas en este país capaces de hacer lo que hay que hacer.

Y esa fuerza política es indetenible porque será el Pueblo, incluyendo a la militancia oficialista, que se ha visto traicionada una vez más por una maniobra tan asquerosa como los CLAP, quien deseará que seamos nosotros los que conduzcamos el cambio de modelo político y económico que urge en el país.

Cuando eso suceda, cuando todo el Pueblo desee que se cumpla aquello que pensemos juntos como un plan verosímil para salir de este infierno en que el régimen ha metido a Venezuela, será el mismo Pueblo quien nos pondrá a gobernar el destino del país, incluyendo quienes todavía tienen secuestrada la esperanza por la manada de delincuentes que se mantienen en el Poder.

Su propia maldad los ha cercado. No desaprovechemos este momento.

Llenemos al ciudadano de fuerza, entendiendo que cada acción del régimen estará dirigida a debilitarlo, a hacerle creer que no puede hacer nada. Incluso están dispuestos a matar al Pueblo de hambre. Y nosotros debemos hacerle contrapeso real a esa estrategia de apaciguamiento.

Sé que cuando trabajemos juntos y despertemos una esperanza real en la gente, será el propio régimen quien querrá negociar su puerta de salida.

Ahí nosotros tendremos Poder y entonces, asegurando el futuro y el progreso, haremos justicia.

Preparémonos y preparemos a nuestra gente para que, fortalecidos y en nombre de la gobernabilidad, estemos a la altura de las circunstancias.

La inmensa mayoría de los venezolanos estamos conscientes del mal momento que vivimos, todo está en crisis incluyendo la esperanza de ver un cambio. Pero nos toca sacudirnos, ver más bien la crisis como una oportunidad para que haya unión y con la fuerza de todos podamos definitivamente darle un giro a la situación y lograr aquello por lo que tanto hemos luchado.

Somos mayoría los que seguimos apostando a este país. Hagamos que esa mayoría se imponga. ¡Unión interna y externa con objetivo creíble común!.

¡Qué Dios bendiga a Venezuela!

21-10-18




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