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lunes, 7 de enero de 2019

Contra los inocentes, por @JulioCArreaza




Julio César Arreaza B. 06 de enero de 2019

Nos ha conmovido en estos días de Navidad el relato del Evangelio sobre los niños inocentes que fueron asesinados por orden del rey Herodes, en su deseo de acabar con Jesús. Narra la historia que al verse burlado el tirano por los Magos, quienes regresaron a su tierra por otro camino, montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores. Se cumplió así la profecía: “Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven”. Jesús es un niño perseguido por Herodes para matarlo. María y José lo dejan todo para salvarle. Herodes es un tirano como tantos otros de nuestro mundo. Creyéndose dioses destruyen personas y pueblos.

Resulta escalofriante escuchar o leer la historia de los crímenes cometidos por Herodes, pero mucho peor registrar 2.019 años después que en Venezuela acaba de morir un bebé de cinco meses por desnutrición en el Hospital Central Dr. Luis  Ortega. Constituyen casos corrientes en esta sufrida patria gobernada por un régimen forajido que ha sepultado la soberanía popular. Aumenta cada día el número de niños que mueren por falta de atención médica, comida o asesinados por la violencia enseñoreada. Solo un Estado criminal es capaz de impedir que se abra el canal humanitario, con lo cual ha decretado en los hechos “La Generación del Hambre”. Son muchos los reportajes que muestran crudamente los efectos del hambre en una generación de niños venezolanos, con efectos irreversibles en su desarrollo físico e intelectual que los incapacita para asumir en su momento la conducción del país. La tiranía encarna al Herodes de hoy que produce muerte en niños inocentes y se roba el futuro.

90% de los venezolanos rechaza a Maduro y hoy resuena a lo largo y ancho del territorio el grito, el clamor de cambio, que ha sido impedido por la abolición tiránica de la alternabilidad republicana. Venezuela es una sola protesta por agua, luz, comida, medicina y trabajo.

El país exige grandeza de sus líderes. La Asamblea Nacional, único poder legítimo, tiene en sus manos la conducción hacia la transición, elecciones libres, en fin, la restitución de  la democracia y la libertad.

Condenable que el régimen forajido despalille 20 millones de euros para modernizar los tanques de guerra AMX-30. Las mayorías protestaron por la estafa del pernil y les faltó el guiso para las hallacas, mientras los buenos para nada continúan guisando en medio de inmensas penurias.

¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!

Julio César Arreaza B.

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