Páginas

sábado, 6 de abril de 2019

Crisis en Venezuela, ¿un nuevo tipo de Guerra Fría?, por @santiagoaristia ‏




Santiago Aristia 06 de abril de 2019

Con Rusia apoyando plenamente al Gobierno de Nicolás Maduro y EE. UU. respaldando al líder opositor, Juan Guaidó, la crisis en Venezuela presenta ciertas características que disparan una pregunta: ¿se ante una segunda Guerra Fría?

La crisis que Venezuela arrastra hace años y que atravesó momentos de mayor y menor tensión se trasladó en enero a la legitimidad del nuevo mandato de Maduro y más tarde a la figura del proclamado presidente interino, Juan Guaidó. En medio de esta crisis de legitimidad, Rusia y Estados Unidos se enfrentan en sus respaldos a cada líder.

La Guerra Fría fue, básicamente, una contienda entre dos sistemas políticos e ideológicos opuestos. En este sentido, Estados Unidos y Occidente representaban al capitalismo y la Unión Soviética al comunismo. Durante décadas, y una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, estos sistemas opuestos se disputaban el modo en que debía regir el orden mundial. Una antinomia estaba en la base del conflicto: Capitalismo vs. Comunismo. Y la traducción de esta contienda a nivel geográfico era Estados Unidos vs. Unión Soviética.

Uno de los últimos episodios de esta crisis fue reflejo de uno de los momentos más tensionantes de la Guerra Fría: la crisis de los misiles en Cuba.

Esa sensaciones se revivieron a fines de marzo pasado cuando aviones de la fuerza aérea rusa aterrizaron en Venezuela con cerca de un centenar de soldados. Según señalaron fuentes de la Embajada de Rusia en Venezuela, las aeronaves portaban material y personal militar para cumplir con varios acuerdos militares entre ambos países.

Donald Trump pidió a Rusia que se vaya de Caracas y advirtió que no se quedarían de "brazos cruzados" mientras Moscú continúa en la región, según Washington, agudizando la crisis. Desde el Kremlin respondieron que esos aviones y sus militares se quedarían en el país petrolero "el tiempo que sea necesario" y aclararon que su presencia en la región se debe a acuerdos bilaterales en materia de cooperación militar entre los países.

Este episodio encuentra un particular momento análogo que se remonta a la década del 60 y que pasó a la historia como la crisis de los misiles. En octubre de 1962, Estados Unidos denunció la presencia de bases militares con misiles de la URSS en Cuba. Inmediatamente el gobierno de John F. Kennedy se puso en alerta y cercó a la isla. Fueron cinco días de amenazas y tensiones, con la fuerte incertidumbre de una posible guerra. Finalmente, y tras una serie de negociaciones entre Moscú y Washington, el armamento instalado en la isla regresó a la actual Rusia.

Estados Unidos y La URSS. no mantuvieron una guerra directa, sus fuegos jamás se cruzaron, pero una modalidad común de enfrentamiento durante esos años, y que continúa en la actualidad, es la de las "guerra de otros" o "aleatorias", en las que cada país apoya a un bando de la contienda. Ese parece ser el caso actual de Venezuela.

Otras tensiones actuales que remiten a la sombra de la Guerra Fría

Durante la Guerra Fría las sanciones eran moneda corriente y viajaban con frecuencia de Estados Unidos a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. En 1986, el entonces presidente de la Unión Americana, Ronald Reagan, expulsó del país a casi cien diplomáticos rusos, acusados de presunto espionaje o colaboración con el socialismo.

Si de sanciones se trata, estas marcaron los últimos años de las relaciones ruso-americanas y los motivos que las provocaron fueron varios. Entre ellos, por ejemplo, el envenenamiento de un exespía ruso, Sergéi Skripal y su hija Yulia en el Reino Unido. Estados Unidos expulsó a decenas de diplomáticos rusos en respuesta al envenenamiento de Skripal. Se trató de una de la mayor batería de sanciones desde la Guerra Fría.

La anexión de Crimea a Rusia fue, en los últimos años, uno de los momentos de mayor hostilidad en las relaciones entre Rusia y estados Unidos, y generó otra cadena de sanciones que incluyeron la congelación de activos y prohibiciones de viaje a los funcionarios procedentes de Rusia y Ucrania.

Esas sanciones llegaron tras un referendo en el que los ciudadanos de Crimea eligieron, por una abrumadora mayoría, desvincularse de Ucrania y anexarse a Rusia, en una votación considerada ilegal por gran parte de la comunidad internacional. Las sanciones inicialmente impuestas por el expresidente Barack Obama fueron renovadas en 2018 por la Administración de Donald Trump, que impuso un nuevo paquete de restricciones contra ciudadanos y empresas rusas que apoyaron la anexión de Crimea.

Cuba no escapa a este complejo escenario, sus estrechos vínculos con Venezuela son conocidos y muchos apuntan a que la isla es la que mueve los hilos políticos de la nación petrolera. De hecho, integrantes de la oposición venezolana afirman que la decisión de que Maduro sea el sucesor de Hugo Chávez salió directamente de la isla.

Escenarios parecidos, pero no tanto

Aunque existen similitudes históricas, saltan también a la luz claras diferencias con el escenario que luego de la Segunda Guerra Mundial enfrentó a Estados Unidos y la URSS en una contienda principalmente política e ideológica. Ni Estados Unidos ni Rusia son los mismos actores que en aquel entonces. La Unión Americana, defensora a capa y espada del libre comercio y del capitalismo occidental, hoy tiene un controversial líder que aboga por el proteccionismo y el unilateralismo, aunque con más ánimos anticomunistas que otros mandatarios estadounidenses.

Del otro lado del espectro político está Rusia. Y si Estados Unidos no es el mismo que en los años de guerra fría, menos lo es Rusia: la disolución de la Unión Soviética, una apertura comercial y una presencia cada vez más fuerte y activa en el escenario internacional de Occidente, ubican a esta potencia en un rol clave en varias disputas que se llevan a cabo en territorio latinoamericano.

Rusia no es, definitivamente, la Unión Soviética, y la manera en que se posiciona en el mapa geopolítico tampoco es la misma. Hoy está más insertada en la escena económica y comercial mundial y eso la torna más vulnerable y receptiva a las repercusiones de crisis en otras naciones.

Colombia, un cuarto actor en la crisis venezolana

La implicación de Colombia en la crisis de Venezuela dio un giro inesperado, el pasado martes 3 de abril, con la advertencia de Rusia al Gobierno colombiano de que una incursión militar en Venezuela sería considerada "como una amenaza a la paz y seguridad internacional".

La carta que apunta directamente al ejecutivo colombiano fue publicada por el diario 'El Tiempo' y en ella el embajador ruso en Bogotá, Sergei Koshkin, advierte al Congreso que el uso "ilegítimo de la fuerza militar contra Venezuela" será interpretado como "un acto de agresión contra un Estado soberano".

El presidente colombiano, Iván Duque, pidió a la Cancillería verificar la autenticidad de la carta y hablar con el embajador porque la misiva no llegó a través de los canales diplomáticos habituales. La respuesta colombiana llegó a través del canciller Carlos Holmes Trujillo, que aseveró que las afirmaciones del embajador ruso "no corresponden a la realidad" y que la crisis venezolana "no debe ser empleada como instrumento de ninguna competencia geopolítica".

Trujillo respondió además devolviendo casi los mismos argumentos al embajador ruso y aseguró que cualquier apoyo militar "al régimen de Nicolás Maduro (...) constituye una amenaza a la paz, la seguridad y la estabilidad en la región".

Para el analista Mauricio Jaramillo, profesor de la facultad de ciencia política, gobierno y relaciones internacionales de la Universidad del Rosario de Bogotá, las autoridades colombianas hicieron un mal manejo de la información que recibieron y fueron “bastante alarmistas".

"Esto no es la voz oficial de la diplomacia rusa, el canciller no ha hablado, Vladimir Putin no se ha referido todavía al asunto, no ha habido un pronunciamiento formal. Hay que entender que el canal diplomático por el que hablan los Estados es su Cancillería y su presidente", manifestó Jaramillo a la agencia española de noticias EFE.

Si bien las naciones viraron en sus estrategias económicas y en algunas políticas también, sus diferencias ideológicas parecen mantenerse intactas e incluso haberse intensificado en ciertos aspectos. Y los gigantes extienden sus brazos para abrazar o golpear a los países en los que consideran que sus intereses están en juego.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico