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sábado, 6 de abril de 2019

Eso es lo que les queda, por @cgomezavila




Carolina Gómez-Ávila 06 de abril de 2019
@cgomezavila

Desde el 5 de enero, fecha en que el diputado Juan Guaidó asumió la presidencia de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional, han pasado 3 meses. Desde el 5 de febrero, fecha en que la Asamblea Nacional lo nombró Presidente (E) (según el  artículo 14 del “Estatuto que rige la Transición a la Democracia para restablecer la vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”), han pasado 2 meses. Lapsos dolorosamente largos si se miden en oscurana, sequía y miseria. Vertiginosamente cortos, si al ritmo de la política.

Como quiera que se midan, Juan Guaidó ha crecido en el manejo de su discurso, a toda velocidad. Aunque no siempre lo logra, empieza a abandonar el guabineo de sus primeras alocuciones o a sustituirlo por ideas de amplitud.

En el mismo discurso, Guaidó puede asegurar que llegado el momento invocará el 187.11 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (lo cual lamento porque da oxígeno a la tergiversación extremista que difunde que así se permitiría una invasión extranjera, evadiendo explicar que el artículo de marras sólo trata sobre autorizar agregados militares de misiones diplomáticas) y más adelante dirigirse a los militares para apoyarlos como orgulloso descendiente de hombres de armas.

Guaidó arenga diciendo que todos somos libertadores, pero también que nuestra única arma es la Constitución. Guaidó promete amnistía pero también dice que todas las opciones están sobre la mesa. El Guaidó que explica con timidez la mega “Protesta Estratégica Organizada” que, por sus siglas, está pautada para hoy, es el mismo que hizo alarde de aplomo el 2 de abril en San Bernardino al continuar hablando sin alterarse mientras se escuchaban disparos cercanos. Resulta que hay Guaidó para todos los gustos. Me complace ver que él mismo está en la “construcción de sus capacidades” de oratoria, una sencilla y no estridente que abrace a los que han sido confundidos por extremistas. ¡Bien por Guaidó!

Guaidó no tranquiliza a nadie pero da posibilidades a todos. En sus declaraciones siempre encontramos, al menos, un minuto que retrata nuestras aspiraciones. Aunque sólo sea un minuto y no coincidamos en cuál.

Volviendo a su valentía, en San Bernardino se volteó a ver de dónde venían los disparos; no sabemos qué vio pero en un par de segundos dio la cara al público y levantó un brazo para señalar hacia atrás con sangre fría, mientras decía: “Eso es lo que les queda”.

Disparar a su espalda, pensé. Como los colectivos, como los voceros de la tiranía y como los extremistas; unos materialmente, los otros en sentido figurado. Eso es lo que les queda, porque Guaidó mejora con rapidez y solvencia a la sombra de la coalición democrática, llena de políticos que han cometido muchos errores -sin ellos no hay aprendizaje y ellos conforman la experiencia- cuya presencia y perseverancia merecen mi voto de confianza.

Carolina Gómez-Ávila
@cgomezavila

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