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martes, 3 de noviembre de 2020

El liderazgo desconectado por @polis360

Por Piero Trepiccione

Las condiciones de vida de la población venezolana se están deteriorando a pasos agigantados. Diversos estudios, desde hace más de cinco años, lo vienen afirmando categóricamente. Los indicadores sociales han venido cayendo paulatinamente en la cotidianidad de millones de personas en el territorio nacional. A pesar de que las cifras oficiales no existen, son ocultadas o manipuladas en términos de propaganda, cada día se hacen más palpables los fallecimientos de personas de la tercera edad y de sectores vulnerables que están apareciendo por doquier mostrando la dureza de la coyuntura venezolana. 

Ante este cuadro dantesco, el liderazgo político del país luce absolutamente desconectado del sentimiento mayoritario de la población. Increíblemente, la gente se ha despegado emocionalmente tanto de los factores políticos de Nicolás Maduro como de los asociados a los líderes opositores. Es como una especie de fenómeno de “no creer en nadie”. Esto es un hecho tan grave o más que la crisis per se.


No se explica cómo una situación tan compleja no puede ser capitalizada con una articulación del liderazgo político del país, en aras de construir una unidad superior que reimpulse un proceso de cambios fundamentales. Pareciera que desde distintos sectores se está impulsando una desintegración de la República, tal y como la hemos conocido desde hace más de doscientos años luego de alcanzada la independencia. Algunos historiadores han dicho que, incluso, la unidad territorial de Venezuela, está en peligro por la fragmentación a la que estamos expuestos.

Un enorme riesgo  latente que está afectando la unidad del liderazgo en esta hora coyuntural han sido las estrategias de desinformación que pululan por las redes sociales promovidas por auténticos laboratorios tácticos que apuntan a dañar toda imagen de liderazgo que se pueda convertir en relevo.

En este cuadro de desconexión emocional entre el liderazgo y el país, cualquier cosa puede pasar. Dice Isabel Pereira que “cuando se está dominado por estas fantasías utópicas, no hay realidades, no hay cifras ni estadísticas que demuestren que el camino es equivocado y que, en lugar de causar el bien, se está haciendo mucho daño”. Por ello es necesario que se depongan actitudes individuales y se coloque en el centro de atención exclusivamente al país.

En las actuales circunstancias estamos jugando con fuego puro cuando se colocan intereses muy particulares por encima de la voluntad general de los venezolanos, sin un mínimo de remordimiento ni solidaridad real por las grandes víctimas de esta descomposición. Las voces que interpreten la Venezuela profunda deben aparecer con mucha fuerza desde el seno de los partidos, los grupos empresariales, sindicales, gremiales, comunitarios, agrupados en una sociedad civil cuyo protagonismo debe estar en primera línea en esta difícil coyuntura. 

Lograr la reconexión emocional con ese noventa por ciento de venezolanos alineados con el descontento es clave. Para ello, se requieren acciones coherentes, sinceras, reales, estratégicas y por encima de todo, que pongan en el centro de la atención al país. Es importante poner cable a tierra y entender, de una vez por todas, que Venezuela no está buscando un nuevo presidente sino un liderazgo con sentido colectivo, dinámico, solidario y transparente, para distribuir correctamente las responsabilidades de cada quien para apoyar la reconstrucción del país.

Mientras más pronto comprendamos esto, más rápidamente se podrá iniciar el camino del desarrollo.

01-11-20

https://efectococuyo.com/opinion/el-liderazgo-desconectado/

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