Páginas

jueves, 14 de enero de 2021

En 2021, ¡la lucha continúa!, por @migonzalezm


Miguel González M. 13 de enero de 2021

@migonzalezm

En este recién iniciado 2021, continúa la batalla política por el control del Estado venezolano.

Lo que ocurre en nuestro país se puede enmarcar en el contexto global del asedio y estrangulamiento que sufren las democracias en el mundo y, por supuesto, en Latinoamérica; solo que en nuestro caso, ese desmantelamiento se impulsa utilizando a la propia institucionalidad pública. Sin embargo, la batalla política que se libra sigue en desarrollo y no ha concluido; pues existe una mayoría social que a pesar de su escasa organización política, aún se resiste al totalitarismo.

La dinámica política nacional sigue bajo la presión del grupo oficialista que insiste en “apretar las tuercas” al resto de la sociedad, para imponer su modelo de organización social. Para ello, cuenta con una infraestructura estatal -que si bien no responde a los cánones y condiciones de legitimidad democrática-, sirve para alcanzar sus propósitos políticos cubriendo ciertas formalidades ante la opinión pública nacional y ante la comunidad internacional. Está todo bien pensado.


En este contexto, la alianza con el componente militar es vital; tanto para su mantenimiento como para la muy relativa gobernabilidad que aún preserva la revolución de Maduro. El control absoluto del Poder Público ha facilitado la creación de redes clientelares con factores privados (legales e ilegales) que se manejan bajo la absoluta discrecionalidad. Un producto social directo de esas redes clientelares lo constituyen los llamados “enchufados”. Los enchufados es el término popular para referirse a aquellos grupos que obtienen beneficios y prebendas de su relación con la administración pública y, que  exhiben sin decoro los beneficios de su apoyo sumiso a la revolución, sin ningún reparo ético.  

Al margen del sector de los enchufados se encuentra una muy amplia mayoría de venezolanos bajo la indefensión y la precariedad económico-social directamente originada por la revolución del PSUV. El desempleo y subempleo, la hiperinflación, la devaluación, la inseguridad jurídica y personal (hay zonas dominadas por la delincuencia organizada); así como la incertidumbre en medio de una pandemia de cuyo tratamiento se sabe poco y el deterioro generalizado de los servicios públicos básicos constituyen la dinámica diaria de la población del país y, también el incentivo para que otros casi 6 millones de venezolanos hayan decido emigrar del país buscando una mejor calidad de vida. 

En el plano político la persecución de la disidencia ha comenzado este año 2021, sin desmayo ni reparo. Así, lo demuestran las visitas oficiales a medios de comunicación independientes a los cuales se les ha sustraído sus equipos de trabajo. Hay además  amenazas de encarcelamiento a los diputados de la legítima Asamblea Nacional y denuncias de persecución de activistas y defensores de los derechos humanos, lo cual ha encendido las alarmas de las organizaciones de desarrollo social y de los movimientos sociales autónomos. 

En realidad, la oposición democrática se encuentra dividida y dispersa; quizás influya en ello la severa precariedad social que vive la mayoría de la población, hecho que debilita y aleja sus posibilidades de organización. Al liderazgo democrático se le formulan críticas constantes; tanto por lo que hace o por lo que se deja de hacer. Al parecer, hay una campaña contra Juan Guaidó; así como la hubo en su momento contra Henrique Capriles, Leopoldo López, María Corina Machado o cualquier otro dirigente opositor que destaque. Aunque sea pintoresco hay una oposición, tan opositora (y por ende, negacionista) que termina justificando las acciones de Maduro y descalificando cualquier iniciativa democrática. 

Los sectores democráticos requieren una estrategia política con mayor eficacia política; y esa estrategia pasa por la unidad de todos los factores. Necesitan también mejorar su narrativa y elaborar un discurso convincente. Cabe recordar que, la fuerza de los sectores democráticos descansa en la esperanza de cambio y de mejoramiento de las condiciones de vida de la población y, esa esperanza requiere un buen discurso. De paso, ¿será posible, traducir o convertir al Plan País, en una narrativa o discurso político atractivo y coherente? 

Es muy importante destacar que la oposición necesita optimar su aspecto organizativo. A los demócratas venezolanos les toca asimilar que la organización interna y el trabajo en equipo son eventos cruciales e indispensables para afrontar con éxito la batalla política que libran. Los partidos políticos deben recuperar su organicidad y no solo en el ámbito nacional; sino también a niveles regionales, locales y micro-locales. Un detalle vital es elevar la formación de su dirigencia y su militancia. Se trata de ampliar su visión y capacidad de análisis del país que pretenden liderar. El trazado del futuro del país también pasa por comprender su historia (política, económica y social) ¿Qué tal entonces, si se comienza al menos, por una lectura de Rómulo Betancourt y de German Carrera Damas? 

Me permitiré hacer tres comentarios sobre las organizaciones de desarrollo social (¿o la sociedad civil?) porque hay una creciente presunción de acentuar la acción de las ODS en el tema político. Esa presunción puede ser positiva, siempre y cuando, no se pierda la noción de sus objetivos reales. Además resulta poco serio leer a dirigentes sociales pontificando sobre la autenticidad de unas organizaciones sociales sobre otras. Las tres observaciones son las siguientes: i) las ODS son intermediaciones entre el Estado y la ciudadanía, son canales de participación, ii) las ODS también son un tipo de organización política (ciudadanas) de la sociedad; pero eso no significa que sean partidos políticos. Es decir, las ODS no buscan la administración del poder público aunque sí tratan de influir en él y, iii) en las ODS es natural que cohabiten distintas posiciones políticas; por ende, hay una pluralidad de intereses que no son los intereses de sus directivos. 

En el anterior contexto resulta relevante también destacar un conjunto de iniciativas ciudadanas (incluso eclesiásticas) que vienen trabajando -por separado-, temas referidos a la redemocratización del país, a la formulación de un Estado Ciudadano o el relacionado con la creación de instancias de participación federal alternativas. Ojalá, se comprenda en el seno de esos valiosos grupos de activistas e intelectuales ciudadanos la fortaleza que brinda el estudio y el trabajo unitario. Hay que establecer nexos con los grupos vecinales y comunitarios; así como con las organizaciones sociales.    

Por último, el apoyo internacional seguirá siendo extremadamente importante para el avance las luchas democráticas en Venezuela. Una buena noticia es que en la comunidad internacional, el liderazgo y reconocimiento de Juan Guaidó sigue siendo firme. ¿Cómo imaginar cualquier proceso de encuentro y de diálogo internacional sin la participación del joven Guaidó y del mayoritario sector democrático que lidera? La era Trump pasó y llega ahora la gestión Biden. La Unión Europea (UE) y otras organizaciones regionales mantienen el apoyo al liderazgo democrático venezolano. En tal sentido, abrir una disputa interna para cuestionar el liderato unitario sería una tontería. 

Miguel González M

@migonzalezm 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico