Vladimiro Mujica 02 de abril de 2021
@MujicaVladimiro
El penoso curso de disolución nacional que ha avanzado
en Venezuela durante los últimos 22 años, amenaza con tomar un giro un tanto
inesperado, especialmente para mucha gente ingenua que, por decirlo de alguna
manera, constituyen un caso clásico del dicho “los árboles no dejan ver el
bosque”. Se trata de un sector tradicionalmente ligado a la oposición que
inesperadamente encuentra un conjunto de razones para sentirse optimista
respeto al futuro de la nación, y que acepta, sin reconocerlo, las condicione
de juego impuestas por el régimen. De acuerdo a esta ruta de análisis, tres
serían los motivos del optimismo, cuya síntesis tomo prestada de las inefables
redes sociales:
1- La dolarización es un proceso positivo porque ha
estimulado la economía y ha aumentado la oferta de bienes y servicios.
Persisten muchas desigualdades sociales que se corregirán en el futuro.
No
existe tal “dolarización” de la economía. Lo que si es cierto es el Efecto
Bodegón, un alud de productos a precios inalcanzables para la población, pero
que dentro de la esquizofrenia de la economía ha tenido un efecto positivo para
los consumidores. Venezuela se ha convertido en una inmensa lavadora de divisas
que el régimen ha estimulado abiertamente permitiendo la importación de bienes
y servicios sin pago de impuestos y en condiciones de generar ganancias muy
importantes para los importadores enchufados. Los salarios no están
dolarizados, de hecho el salario ha sido pulverizado, los precios de los
servicios médicos son exhorbitantes, como lo ha experimentado cualquier familia
venezolana de las miles que han tenido que lidiar con sus propios medios con el
COVID, la inflación ya sobrepasó cifras astrónomicas difíciles de entender
(https://www.in2013dollars.com/Venezuela-inflation), y bajo ningún respecto se
van a corregir las desigualdades sociales a menos que ocurra un cambio en el
sistema de gobierno de la nación.
2- Las sanciones impuestas por la comunidad
internacional han causado muchos problemas a la economía y son parcialmente
responsables de la emergencia humanitaria continuada que vive Venezuela. Si se
levantan las sanciones, la situación mejorará considerablemente.
Las sanciones tienen poco que ver con la lamentable
situación del país. El sector público de la economía, especialmente la
industria petrolera, está endeudado y en situación crítica debido a la pésima
gestión gerencial y a la corrupción galopante. El sector privado ha sido
víctima de expropiaciones y nacionalizaciones arbitrarias que lo han sumido en
un total desarreglo, llevando las inversiones y el salario de los trabajadores
a su peor situación en décadas. Por supuesto que el régimen ha intentado por todos
los medios construir una matriz de opinión según la cual las sanciones
internacionales han arruinado al país. La verdad de la historia es que las
sanciones que más preocupan a los prohombres del régimen son las impuestas
sobre funcionarios y operadores del régimen como Alex Saab, o las condenas por
tráfico de drogas y otros delitos como las aplicadas a los familiares de Cilia
Flores.
Las sanciones juegan un rol vital en la presión
internacional para que el régimen acceda a que en Venezuela se realicen
elecciones presidenciales libres y con supervisión internacional. Intentar
debilitar esta fortaleza y acogerse a la perversa campaña del régimen es un
despropósito total para la lucha por la recuperacíón de la democracia y la
libertad en Venezuela.
3- Las inversiones internacionales y la privatización
de empresas en Venezuela abrirán la puerta para el crecimiento económico del
país y permitirán reducir la carga de empleos en el sector público.
En Venezuela queda muy poco por privatizar, excepto
las otrora llamadas “industrias básicas”, esencialmente el sector petrolero y
minero. No se trata tan sólo de que buena parte de la economía privada ha sido
estatizada o, más bien, convertida en víctima del inconstitucional Estado
Comunal. El asunto es que el régimen, en su intento de usar el petróleo como un
instrumento imperialista en el Caribe, ha instaurado el mecanismo de un
presupuesto paralelo para disponer a su antojo de los fondos provenientes de la
industria, y la ha pervertido a niveles inimaginables. Lo mismo se puede
señalar de la minería, entregada a la explotación de potencias extranjeras y a
la guerrilla colombiana en el Arco Minero, en alianza con bandas nacionales,
que se ha convertido en una catástrofe ambiental de dimensiones colosales.
Nuestros optimistas analistas, se resisten a entender
que no hay nada accidental ni de mala gestión en la acción del régimen, sino
una conducta brutal y sistemática de imposicíon de control social y político a
través del miedo y del hambre. Siguiendo esta ruta implacable, se han ido
despejando dos escenarios que apuntan a garantizar la permanencia indefinida
del chavismo y sus herederos en el poder. Se trata de la elección de un modelo,
con sus ajustes tropicales, de lo que en otro escrito he llamado, el mejor de
los infiernos. Una deriva posible, a falta de una mejor denominación, es el
modelo Cubazuela, autoritarismo con pobreza y control social extremo. El otro
camino que, por analogía con el anterior, bien podría llamarse Chinazuela. Un
modelo también autoritario, pero con apertura económica a los capitales que se
sometan a los esquemas corruptos de manejo de la economía que el régimen ha
instaurado. En ambos rumbos se perdería irremisiblemente la posibilidad de
revertir la disolución de la nación y el restablecimiento de la democracia y la
libertad.
Mi convicción personal, pero puedo estar errado porque
las señales no son inequívocas, es que el gobierno de facto, usurpador de la
soberanía popular, está dando indicios de inclinarse hacia el modelo de
Chinazuela. Es importante entender que una salida de este tipo puede ser
perfectamente aceptable para Cuba, que se seguiría beneficiando abiertamente de
nuestros recursos, y, paradójicamente, para una parte de la comunidad
internacional que vería con interés que se resolviera la grave crisis regional
que el éxodo venezolano ha impuesto sobre sus vecinos.
El gobierno interino de Juan Guaidó, tiene aún una
ventana de tiempo para oponerse al tránsito de Venezuela hacia alguno de los
dos infiernos terminales de la crisis de nuestro país. Ello significa usar de
manera decidida el apoyo que todavía existe en la comunidad internacional para
usar la presíón de las sanciones para obtener un esquema de elecciones
presidenciales libres y parlamentarias libres y verificables. Pero tal acción es
literalmente imposible si no se dispone de un liderazgo y una estrategia
unificados de la resistencia democrática que puedan ofrecer una voz única a la
comunidad internacional.
Tiempos oscuros para la nación. Tiempos de unificar a
la sociedad civil en la diáspora y en Venezuela, junto al liderazgo político,
de conjurar los demonios de la fractura interna, para enfrentar un desafío
histórico terminal de la existencia de Venezuela como nación democrática y
libre.
Vladimiro Mujica
@MujicaVladimiro
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico