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miércoles, 15 de diciembre de 2021

Ramón Piñango: “El gran reto del liderazgo actual es luchar contra la resignación”, por @endsequera


Enderson Sequera 13 de diciembre de 2021

@endsequera

En los últimos tiempos, se ha responsabilizado al liderazgo político en Venezuela por su incapacidad para producir una transición hacia la democracia. Luego de años de persecución, exilio, contradicciones, cooptaciones y fracasos, la ciudadanía demanda una profunda renovación en el liderazgo como condición sine qua non para el cambio político. ¿Se logrará?

Para conversar sobre este tema, contactamos a una de las personas que más seriamente ha estudiado el fenómeno del liderazgo en Venezuela. Estamos hablando de Ramón Piñango, sociólogo (UCAB), PhD en educación (Harvard)  y profesor emérito del IESA. La entrevista fue editada por motivos de extensión y para mejorar la experiencia de lectura.

Profesor, usted es una de las personas que más seriamente ha estudiado el fenómeno del liderazgo en Venezuela. Empecemos por lo básico, ¿qué es el liderazgo?

El liderazgo es un proceso en el cual una persona o un grupo influye en otros, al mismo tiempo de que esos otros influyen en aquellos que lideran.

No es una cosa unidireccional, es y debe ser bidireccional. Por eso es muy importante que quienes lideran, bien sea a otra persona o a un grupo, deben tener una gran capacidad para escuchar. Y los seguidores, por llamarlos así, tienen una responsabilidad también de decir y hacerse escuchar.

Eso es para mí lo fundamental, lo elemental. Los líderes son quienes ponen a valer a un grupo; no se ponen a valer ellos. Y como te digo: el papel de los seguidores es tan importante como el del líder.

Otra cosa que me parece importante: el líder o el liderazgo no necesariamente tiene que ser virtuoso, como lo muestra la historia. Fíjate que yo siempre destaco que el líder puede hablarle  al grupo, y formar un buen equipo. Pero puede ser muy efectivo como líder, trabajar con la mejor gente que consigues y hacer daños terribles.

El caso de Hitler es el caso más relativamente reciente e importante, por lo grave que fue. Se puso a gobernar con lo mejor de la sociedad alemana, con los mejores talentos, pero ¡cómo se hubiera alegrado Alemania y el mundo si Hitler no hubiera sido un líder tan efectivo! Hubiera causado mucho menos dolor y mucho menos muertes

¿Gómez en Venezuela puede ser un buen ejemplo de eso?

Gómez puede ser un ejemplo de eso. Sin duda, Gómez fue un dictador. Pero había un grupo de élite que manejaba el país con él. Incluso se encontró con unos ideólogos que pretendieron darle basamento “científico” a la dictadura de Gómez.

Por ejemplo, el caso de Laureano Vallenilla Lanz quien planteó la tesis del gendarme necesario, que nosotros somos tan poco virtuosos como República, que necesitamos una mano dura, hasta cuando les parezca a quienes defienden esa tesis.

¿Qué características debería tener el liderazgo político cuando se enfrenta a una dictadura?

Creo que debe de estar en estrecha sintonía escuchando a la gente. Debe trabajar en equipo, ser hábil y tener muy claro que es lo que tienen enfrente: una dictadura.

Una cosa que me preocupa a mí de la oposición venezolana es que parece ser que se olvidan que esto es una dictadura. Lo pueden llamar como quieran, yo soy muy meticuloso, hay quienes prefieren llamarlo “régimen”, pero más bien eso crea confusión. Es mejor decir que son los que mandan simplemente.

Uno tiene que conocer las características de quienes mandan, ellos no se valen sino por la simple voluntad de mantenerse en el poder y usan las leyes a conveniencia. La ley, ante todo, es una especie de racionalización de este fin.

Por ejemplo, muchas veces se olvida y cuando uno cree que se va a superar esa etapa, se da cuenta de que no, de que la gente habla como si existiera una separación de poderes y van todos los días de sorpresa en sorpresa: “Oh, mira lo que hizo el Tribunal Supremo” ¿y qué esperabas tú?

No me sorprende el “ay, mire lo que hicieron”, me sorprende es la sorpresa.

En dictadura, para realizar una estrategia, hay que tener la gran habilidad para conocer a quién tienes enfrente, consciente de que va a tratar de eliminarte de alguna manera.

En su libro, “Caso Venezuela: una ilusión de armonía”, escrito con Moisés Naím, dijo: “Algunos frutos de la aversión al conflicto: muchos corruptos, pocos líderes”. ¿Esta lapidaria afirmación sigue vigente hoy en Venezuela?

Más que nunca.  El gran pecado para mí es que no contamos (si no contábamos en aquella época, mucho menos ahora), con árbitros institucionales creíbles. Y eso no es un detalle cualquiera, es un detalle enorme. Si bien eso era verdad en aquel momento, es muchísimo más cierto en estos días.

Ya no encuentro cómo decirlo, porque uno lo dice y te ven así, como si uno te estuviera diciendo “el cielo es azul” o “el cielo está gris”. Luego, siguen diciendo:  “¿Y si se hace esta cosa?”, y si lo inhabilitan, “no, no lo pueden hacer porque la Constitución dice”.

Eso para mí es algo fundamental. Si me preguntas cómo hacerlo en este momento, te diría: “no sé”. Pareciera que los amigos de la cohabitación dicen: “poco a poco. No apresuremos el paso que nos vamos a caer, vamos poco a poco”. ¿Entonces? No estamos hablando de cualquier cosa, para mí eso es una meta importantísima.

El expresidente Ramón J. Velásquez le dijo al Dr. Enrique Aristeguieta que él no le podía decir qué iba a pasar en Venezuela porque Venezuela no era un país de instituciones sino que era un país de acontecimientos. ¿Cree usted que el gran reto de nuestra generación es construir un país de instituciones?

Varias veces escuché a Ramón J. Veláquez decir (no sé si lo llegó a escribir): “Estos 40 años que hemos tenido de democracia son un paréntesis, este es un país tremendamente militarista”. Le preocupaba muchísimo la carencia de instituciones.

Hoy, Venezuela muestra una gran volatilidad. Cualquier cosa puede pasar en cualquier momento. Eso demuestra claramente la carencia de instituciones. Sí, crear instituciones es una gran prioridad, es una gran prioridad en la construcción de este país. Y me preocupa que poco se destaca. Uno le dice y te responden: “Es verdad, Ramón”, y siguen hablando de cualquier cosa. Así que evidentemente es una gran tarea, una altísima prioridad en este país.

No, no es tan fácil hacerlo, pero hay que luchar para lograrlo.

¿Cree usted que el chavismo está ganando la batalla porque, a diferencia del liderazgo político convencional en Venezuela, no tiene tal aversión al conflicto que menciona en su libro?

Ellos no quieren el conflicto contra ellos; lo cultivan a su favor. Si surge un conflicto, tratan de aplacarlo. Yo creo que entre las filas del chavismo o madurismo hay conflictos de los cuales no estamos muy enterados. Lo que sí me salta a mi a la vista es el gran fraccionamiento de la oposición. Pero tengo la hipótesis de que también ocurre del otro lado.

Ellos cultivan el conflicto dentro de la misma oposición, a través incluso de dinero. Lo que hemos visto al quitarle, por ejemplo, los símbolos a un partido como Acción Democrática y dárselos a otros, como en el caso de Bernabé Gutierrez. Eso es una manera de cultivar el conflicto en otros. Entre ellos, lo evitan.

Más que conflicto con la oposición es tratar de dominarlos a como dé lugar. Recurren a la fuerza, la ley, la prisión, al exilio. En la oposición, cuando aparecen los conflictos no se tratan de manejar. Hay profundos conflictos en la oposición que hasta ahora no se están manejando bien.

En el libro, también habló del voluntarismo, la creencia de que todo se puede lograr si se tiene voluntad para ello, como característica del liderazgo en Venezuela. ¿Ese voluntarismo podría explicar la tendencia de los líderes políticos a querer enfrentar una dictadura por la vía electoral, aún con toda la evidencia de que no hay condiciones para ello?

Para mí, en parte es eso. Es parte de ese síndrome. No deja de impresionarme nuevamente cómo la gente insiste en lo mismo. Es fascinante verlo. Francisco Martínez, rector suplente del CNE, renunció y habló de razones personales, lo cual es una excusa cualquiera. En su comunicado de renuncia, dijo: “La capacidad para decidir y elegir democráticamente está en terapia intensiva”. Hay personas que “sólo vieron “las razones personales”.

Ya la diatriba de si votaste o no votaste, de si eres abstencionista o votacionista, ya me parece inutil. Mi planteamiento, y creo que el de muchos, es tomar en cuenta la conocida frase de Carlos Andrés Pérez, “Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario”. ¿Votar? Depende. ¿Abstenerme? Depende del momento y de la circunstancia.

En una entrevista que Soledad Morillo le hizo a Carlos Andrés Pérez y publicó hace poco La Gran Aldea, hay una frase que me gustó: “En este país cambian más rápido las certezas que las dudas”.

Por eso, yo desconfío de la gente que tiene ideas claritas en este momento. Quién sepa dónde está parado totalmente en este momento, es un caso perdido, casi de locura, de separación entre pensamiento y realidad, o es un hipócrita y un farsante. Creo que esa gente que se empeña en creer una cosa por ese tema de que “querer es poder”.

Hay momentos donde sí vale la pena votar, pero, a veces, tiene sentido abstenerse, dependiendo de la circunstancia. En materia de formulación de estrategias las verdades absolutas son muy cuestionables.

En la misma semana que el presidente Biden invita al presidente Guaidó a la Cumbre por la Democracia, Julio Borges renuncia como canciller del gobierno interino. ¿Cuál es su lectura sobre esto?  

Creo que Borges está reculando con esa decisión. Yo creo que se precipitó. Pero están pasando cosas en Primero Justicia. Pero lo que me han dicho a mí la gente de Primero Justicia, es que hay una tremenda fragmentación dentro del partido, en grupos y subgrupos.

Obviamente, él está hablando a nombre de un grupo, pero parece ser también dentro de Primero Justicia que ha habido serios cuestionamientos a lo que planteó Julio Borges. Hay un serio enfrentamiento contra él de parte importante de la dirigencia media, y media alta.

Para mí, se precipitó. Pero eso lo veremos con claridad en los próximos dos o tres días.

En su opinión, entonces, ¿el gobierno interino debería continuar?

Hasta ahora, creo que sí, pero cambiando su estrategia. Una cosa que estoy viendo con cierta fascinación es el caso de Barinas. Porque pareciera que en este caso, aparentemente minúsculo, se están jugando muchas cosas, simbólicas en parte, pero lo simbólico es importante. Lo simbólico genera hechos.

Van a lanzar a Arreaza: o es una forma de deshacerse de Arreaza definitivamente o están tratando de imponer a Arreaza a como dé lugar, como sea, inhabilitando a quien sea, haciendo lo que sea.

La verdad es que, por los datos que llegan, están movilizándose seriamente allá en Barinas. Llegó la noticia de que varios ministros están allá ofreciendo villas y castillas: que si van a hacer esto, que si un programa para los jóvenes, los muchachos en las escuelas. Están apostando todo a Barinas, y si yo fuera oposición también apostaría mucho allí.

¿Qué puede pasar allí si lo apuestan todo? La gente los está apoyando, los partidos están apoyando a Garrido. Bueno, que inhabiliten a Garrido y salgan con unas de sus trampas. Perfecto, fabuloso, magnífico, que lo hagan, pues, para ver si se aclaran por fin las dudas de quienes creen que hay que tener calma, que conversando la gente se entiende, que hay que dialogar.

Los gobernadores electos Manuel Rosales, Alberto Galíndez y Morel Rodríguez se reunieron con Nicolás Maduro en Miraflores. ¿Cómo interpreta usted esta reunión? ¿Es una capitulación, una rendición o una tregua para retomar la lucha?

La verdad, para serte muy honesto, no lo sé. Como no estuve allí, no sé qué se conversó, pero creo que la intención de Maduro era traerlos hacia ellos, cooptarlos, sobre todo en el caso de Rosales. Y la cooptación es fácil. Te digo “mira, si tú no te pones cómico, te voy a dar grandes ventajas, sino atente a las consecuencias”. Hay maneras de decirlo, muy sutiles y no tan sutiles. No creo tampoco que Maduro sea sutil hablando.

Para serte honesto, no me da buena espina. Veremos los próximos días. Ahora, es un hecho que le quitaron los ingresos provenientes del puente. ¿Qué dijo al comienzo Rosales? Que eso son rumores, y después esos rumores se confirmaron. Entonces ahí se vio claramente que lo estaba ocultando. La verdad es que, hasta ahora, Manuel Rosales debe demostrar con hechos que no fue cooptado en esa conversación con Maduro.

¿Cuál es su opinión sobre la propuesta de María Corina Machado de hacer unas elecciones para escoger al nuevo liderazgo político en Venezuela? ¿Los líderes se escogen?

Los líderes no se eligen en una votación, emergen por su trayectoria, por su planteamiento, por su credibilidad. Yo entiendo la intención; la intención es buena. Vamos a reunirnos a conversar. Si esa es la intención, conversar y escoger un liderazgo en el cual todos converjamos, si se da esa convergencia, pues qué bueno.

Recuerdo cuando Capriles fue electo candidato. En 2012, se hizo una gran primaria. Pero eso fue para escoger un candidato. Eso es otra cosa. Ganó Capriles. María Corina estaba allí. Todo el mundo apoyó a Capriles en su momento. Que Capriles no cumplió, ya esto es otra cosa. Cada vez hay más clara evidencia de que ganó aquellas elecciones contra Maduro, pero salió a decir que para drenar la frustrachera había que darle a unas ollas.

La intención de María Corina la veo clara y positiva, pero no a través de una votación. Eso fue lo que pareció. María Corina tiene muchas virtudes, pero hay algo que me gustaría ver que no tiene: yo no veo el equipo detrás de ella. Veo a María Corina, veo a Dinorah Hernandez, que la veo muy coherente, pero ¿quién más?

Para ella, la primera prioridad debe ser eso: formar un equipo de gente con la cual trabaje.

Una cosa que siempre me impresionó de Romulo Betancourt, de Caldera, de Leoni, era que formaban muy buenos equipos de gobierno y lograron cosas muy positivas.

En el caso de Leoni, que no era un líder muy carismático y hasta disléxico, en las elecciones que él presidió en las cual ganó Caldera, hay datos muy serios que muestran que quién ganó no fue Caldera, sino Gonzalo Barrios. Pero Gonzalo Barrios dijo: “El candidato de gobierno no puede ganar con dos o tres por ciento de ventaja, el candidato de la oposición sí. Yo no acepto ganar así las elecciones”. Y Leoni aceptó.

Eran equipos de gobierno y también de los partidos. Había varios voceros que tú escuchabas con atención. No es que tenía que hablar Rómulo, tú sabías que estabas escuchando al vocero del partido y uno podía decir: “El gobierno dice, el partido dice…”

Ahora, eso ha fallado mucho. Los equipos de trabajo. Una tentación de ciertos líderes, y no solamente en el mundo político, en las empresas y ONG, que dicen que trabajan en equipo, pero al final se rodean de gente que a todo lo que dices te responde: “Sí, sí, señor”, pero que no es capaz de decirle al gobernante o líder del partido: “Así no es, no estoy de acuerdo contigo”.

Es un gran deber cuando uno forma un equipo no rodearse solo de personas que piensen como tú, sino de personas cuyo criterio respetas, en cuya honestidad confías porque es capaz de decirte cuando te estás equivocando. Ese es el tipo de líder que necesitamos, que se rodee de gente valiosa que les diga: “Así no”.

Parece que hay dirigentes en Venezuela que escogieron el camino del apaciguamiento y la moderación para enfrentar al chavismo. ¿Se puede vencer a una dictadura sin confrontarla?

No, pero tampoco se puede vencer a una dictadura confrontandola de una manera estúpida o inocente. Si queremos hacer una república democrática, y hay una dictadura, no hay otra manera de hacerlo sino confrontandola. Pero el tema ahí es cómo hacerlo.

Se tiene que hacer de una manera inteligente, hábil y que no te terminen destruyendo a ti. Tienes que aglutinar gente alrededor de una propuesta concreta.

A su juicio, ¿cuáles han sido los principales errores que ha cometido el liderazgo político en estos últimos años?

Falta de coherencia y de consistencia. Hay errores que se cometieron y yo acepto que se pueden cometer errores. El interinato, por ejemplo, ha cometido errores, pero lo que me parece inaceptable es que no haya habido reconocimiento de los errores y haber mostrado una clara voluntad de rectificación.

Hay cosas que se pagan caro. Cuando comenzaba el interinato, nos ofrecieron la entrada de la ayuda humanitaria por Cúcuta en febrero de 2019. Hubo incluso una gran concentración de personas en varios países de la región esperando a ver qué iba a pasar.

Se dijo que la ayuda humanitaria entraría “sí o sí”. Cuando escuché eso, yo estaba  a la expectativa. Recuerdo que era un sábado y me puse al lado de un radio pensando “Aquí va a pasar algo”. Pero no entró y no pasó nada. Yo no espero héroes, no espero gente que muera sacrificándose por la patria, pero ni siquiera nos dieron una explicación.

Eso crea desilusión, desánimo en la gente. Y si no lo crea es porque somos anormales entonces. La coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, y la consistencia, que es la permanencia de la coherencia en el tiempo, es fundamental. Ahí es donde ha fallado la oposición. Varias cosas que se prometieron y no se hicieron. Para mí, se perdieron muchas oportunidades cuando en el 2015 se logró controlar la AN.

Aquella consulta del 16 de julio de 2017. Muchísima gente participó, yo participé. Creó muchas expectativas. Y de allí a lo que pasó después, hubo una brecha muy importante. Fueron esperanzas frustradas. Elevan la esperanza al cielo y luego la dejan caer. Eso va minando tu credibilidad.

Se habla de una renovación en el liderazgo político venezolano y especialmente en el seno de los partidos. ¿Qué consejo le daría a estos nuevos líderes o aspirantes a líderes? ¿Qué lecturas les recomendaría? ¿Qué líder venezolano o internacional les sugeriría como referente?

Hay una persona que citan mucho en las redes sociales que yo creo que es un buen ejemplo para estudiar el liderazgo. Es el caso de Winston Churchill.

Churchill fue un fracasado durante buena parte de su vida. Llega al poder simplemente porque la gente en el partido conservador no se ponía de acuerdo. Había dos facciones muy fuertes que se oponían unas a otras y, al final, para no seguir matándose, sabiendo que tenían la mayoría para elegir al Primer Ministro, escogieron a Churchill. Como no se ponían de acuerdo, escogieron a un tercero.

Churchill había tenido historias importantes de fracasos en su vida política. Incluso, de su padre. Pero Churchill se puso a valer él mismo mostrándose muy serio y hablando muy claro. La gente cita a Churchill cuando ofreció “sangre, sudor y lágrimas”, wow, muy bello. Ahora luce muy bello, pero en aquel momento no cayó muy bien.

Cuando se opuso a Chamberlain, cuando este regresó anunciando que había logrado un acuerdo con Hitler, tampoco cayó muy bien. En Europa, incluyendo Inglaterra, había cierta fascinación por el personaje de Hitler. De ahí su famosa frase: “Quien se humilla para evitar la guerra, se queda con la humillación y con la guerra”.

Eso muestra valentía. El líder tiene que tener valentía, tiene que estar dispuesto a decir cosas que en el momento no van a caer bien. Churchill era capaz de hacer planteamientos que no eran populares, pero los hizo con valentía y al final la gente lo apreció.

Churchill fue una persona muy importante no solo en su país, sino como parte del equipo que condujo a Los Aliados a su victoria contra Alemania. Y a pesar de eso, después perdió las elecciones. Y años después se volvió a lanzar y ganó. Esto me lleva a decir en las clases que dicto sobre liderazgo que el líder no nace, el líder se hace, se deshace y también se rehace.

El caso de Rómulo Betancourt, también muestra la disposición a rectificar. En relación con el golpe de estado del 48, dijo: "A nosotros no nos tumbaron, nosotros nos tumbamos". Reconocía entre otros errores el sectarismo de su partido. Y luego gobernó con partidos que habían adversado a Acción Democrática.

Yo no puedo decir que vamos a descartar a todos los fracasados, a todos los que han puesto una torta con el interinato u otras cosas. No, un momentico: demuéstrame que puedes rectificar y yo te reconozco la rectificación. Decirlo: “Me equivoqué”. Eso crea valor.

Pareciera que María Corina estaría dispuesta a hacer eso. Eso sería un mensaje que llegue a la gente por parte del liderazgo. Lo que mucha gente espera es eso. Al comienzo no te van a creer, pero tu conducta va a hacer que te crean. La credibilidad se construye. Pero la pierdes también con los errores sin rectificación.

¿Cree que la oposición debería convocar a un referéndum revocatorio para 2022?

No me atrevo a decirlo en este momento.

Si lo llamara el presidente Guaidó y la Plataforma Unitaria y le pidieran consejo sobre los próximos pasos a seguir, ¿qué les recomendaría?

Yo le doy mucha importancia a lo que va a pasar el 09 de enero en Barinas. Tal vez me estoy equivocando y estoy sobrevalorando eso, pero para mí lo que va a pasar allí es muy importante. Porque nos va a decir qué podemos hacer.

Un revocatorio con los árbitros institucionales que tenemos lo va a ganar Maduro. Pero, ¿qué estamos dispuestos a hacer después cuando eso ocurra? ¿Seguir negociando? Hay gente que dice: “Es que no se van a atrever, porque cuando vengan los observadores internacionales la raya va a ser muy grande”.

Bueno, pero, ¿qué es una raya más para un tigre? ¿Que no se quieren rayar? Posiblemente, pero cuando le pones entre las alternativas: o te rayas o pierdes el poder, escogen rayarse.

Yo esperaría primero a ver lo que pase el 09 de enero. Luego de eso, decidimos: "Vamos al revocatorio, pero, ¿qué estamos dispuestos a hacer si se burlan del resultado?" Esa es la pregunta que hay que hacer. No podemos ir a un revocatorio así como fuéramos a las ferias patronales.

¿Es usted optimista con respecto a la libertad de Venezuela?

Si.

¿Por qué?

Como dirían algunos, las contradicciones se están exacerbando tanto que creo que vamos a tener un desenlace cuando menos lo esperemos.

Siento que está llegando a la hora de la verdad. Los grados de libertad, por usar un lenguaje estadístico, cada vez son menores. Y cada vez se hace más evidente el “Corres o te encaramas” para todos: para quiénes mandan hoy y para quiénes se oponen a quiénes mandan hoy.

¿Podemos caer en el escenario Nicaragua? Sí, pero yo creo que Nicaragua también está cada vez más cerca de tener un desenlace a lo que ha sido los últimos años.

Una lucha importantísima del liderazgo actual es luchar contra la resignación. A mi parecer esta lucha tiene hoy la más alta prioridad. No estamos condenados a nada.

Tomado de: https://politiks.co/ramon-pinango-el-gran-reto-del-liderazgo-actual-es-luchar-contra-la-resignacion/

  

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