EZIO SERRANO PÁEZ 10 de noviembre de 2023
@EzioNoc
“Tanto en la dictadura como en la
oposición, las primarias produjeron una luminosa radiografía de las miserias y
los miserables que han venido influyendo en el proceso político venezolano. Por
fortuna, las primarias también mostraron la presencia del espíritu cívico, la dignidad,
el desprendimiento, la solidaridad y la vocación por la libertad. La Comisión
Nacional de Primaria mostró la sobrevivencia del honor. Más de dos millones de
venezolanos se sobreponen a la mezquindad general”.
Hay un
doble sentido en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua,
para definir un miserable. De una parte, remite a alguien “extremadamente
pobre”, desprovisto de bienes materiales, lo cual suele venir acompañado de
expresiones consecuentes en su espíritu: “Desdichado, abatido o infeliz”. Como
si las carencias materiales causaran los males del alma. Pero el mismo
diccionario parece contradecir esta inicial apreciación al incluir dentro de la
definición, a quien aun poseyendo bienes de fortuna entra en el concepto por
“Ruin o canalla… extremadamente tacaño”. Un auténtico miserable.
Se
puede ser un miserable por exceso o por defecto. En la novela de Víctor
Hugo, un romántico convencido de la rigidez racionalista, plantea el caso
de Jean
Valjean desesperado por el hambre que padecen sus sobrinos, roba una
hogaza de pan. ¿Exceso de pobreza o falta de honradez? Por el delito cometido
debe purgar condena de 5 años de prisión que se convierten en 19, debido a sus
intentos de fuga. Un obsesivo de la ley, el inspector Javert (demasiada
rectitud), desencadena los mecanismos de persecución injustos y perversos
existentes en la Francia del siglo XIX.
“Mientras unos sufren las penurias derivadas de las carencias, otros ejercen el exceso”
Más
próximos al contexto venezolano, son los relatos de la miseria descrita
por José Rafael Pocaterra en su conocida obra Memorias
de un venezolano de la decadencia. Pocaterra nos muestra el horror
de la tortura, muerte incluida, el hambre con enfermedades y los grilletes que
van minando el espíritu humano en agonía. Nuevamente el exceso, la desmesura
del castigo por una simple sospecha, por escribir contra la tiranía o por dar
vivas a la libertad.
Visto
en retrospectiva, en la obra de Pocaterra aparece el registro de lo que parece
ser una constante venezolana en materia de miseria y miserables: especular
con la desgracia ajena. Así, por ejemplo, el autor relata un “emprendimiento
carcelario” desarrollado por los cabos de presos Silverio y Bello quienes se
pelean “como aves de rapiña, el control de provisiones introducidas en La
Rotunda…”1.
Miserias
y miserables interactúan en un contexto determinado caracterizado por roles
contrapuestos pero complementarios. Mientras unos sufren las penurias derivadas
de las carencias, otros ejercen el exceso. Tanto en la obra de Víctor Hugo como
en la de Pocaterra, encontramos la influencia romántica que permite mostrar (a
pesar de las privaciones, del hambre, los castigos atroces o la brutalidad
salvaje), la sobrevivencia del honor, la redención, la solidaridad y la
esperanza del triunfo del bien contra el mal.
Como
en las recientes elecciones primarias realizadas en Venezuela, que
hicieron aflorar tanto las virtudes ciudadanas que parecían hallarse en
hibernación, como también los diversos rostros de la miseria material y
espiritual. En el contexto del dominio chavista, parecía no haber dudas sobre
el rotundo éxito alcanzado por la revolución en su tarea de encanallar a los
venezolanos. En realidad, esa es la base de su dominio. Pero las primarias han
puesto en duda tal éxito.
Tanto
en la dictadura como en la oposición, las primarias produjeron una
luminosa radiografía de las miserias y los miserables que han venido influyendo
en el proceso político venezolano. Hasta se podría establecer una
tipología de tales sectores agrupados bajo el sentidoruin o canalla contenido
en el concepto arriba indicado:
a. Los
togados del Derecho retorcido: Si en los miserables de Víctor Hugo el inspector
Javert representa la rigidez excesiva de la ley (el racionalismo extremo), en
nuestro caso, es el exceso de plasticidad que se retuerce a capricho de la
tiranía lo que caracteriza a la justicia revolucionaria. En la obra del
francés hay excesos en la aplicación de la ley (la pena no es proporcional al
delito); en nuestro caso ni siquiera hace falta un delito, los togados del
derecho retorcido se lo inventan. Con alarde de perversión, estos miserables se
aproximan a los tribunales del horror nazi con el toque orwelliano del
ministerio del pensamiento.
b. Los
maquiavélicos: Pretendidamente calculadores con base en un supuesto realismo
político visto como absoluto. Exhiben una fatua neutralidad valorativa que
trata el honor, el sufrimiento y la dignidad de la gente como antiguallas, a lo
sumo, variables no intervinientes del hecho político. Su burdo maquiavelismo
pretende señalar el camino correcto, como si el pensador florentino jamás
hubiese considerado el bien común en su filosofía. Sus propuestas no pasan
de ser un acomodo a las condiciones impuestas por la dictadura. Por ello, los
resultados de las primarias les resultan incomprensibles.
c. Los
buitres: Dada su naturaleza carroñera, estos personajes otean el horizonte
esperando la consumación de la inhabilitación de la candidata ganadora de
las primarias. Desean con ardor esta consumación para picotear del escenario
político y obtener algún tajo que les asegure la supervivencia propia con los
mendrugos ofrecidos por la dictadura.
d. Los
impolutos: Prestos a condenar cualquier acuerdo o alianza practicada o
propuesta por la candidata ganadora bajo la creencia idiota de su contaminación
con la vieja política. La presencia de estos miserables muy cerca de la
candidata representa una de las amenazas más graves para su propio futuro
como líder de la democracia venezolana.
e.
Oráculos y profetas posteriores: Este subtipo se origina al cruzar el modo
maquiavélico con influencer–analista político. Así se
configura una verdadera plaga cuya característica esencial es el empeño en
imponer la posverdad en formato de profecías autocumplidas. Procuran
imponer su opinión como criterios de verdad para sustituir la realidad, y así
poder proclamar ¡se los dije! Su obsesión es un like en las
redes sociales.
f. Los
perdonavidas: Desde una pose de intelectuales con superioridad moral, enfatizan
la necesidad de los acuerdos, la paz, el amor y el reencuentro de los
venezolanos sin esperar señales de respeto emitidas por la dictadura. Al
parecer disponen de suficiente tiempo de espera para ver el momento en el
cual la tiranía tomará conciencia de su condición criminal para luego
arrepentirse y conceder la democracia. Ven en la recién electa, un émulo
femenino de Chávez como si estuviésemos en 1998. Para ellos, las primarias aportaron
un candidato presidencial, no un líder, con lo cual meten el hombro a la
dictadura en su empeño por descabezar cualquier liderazgo que amenace su
dominio.
Por
fortuna, las primarias también mostraron la presencia del espíritu
cívico, la dignidad, el desprendimiento, la solidaridad y la vocación por la
libertad. La Comisión Nacional de Primaria mostró la sobrevivencia
del honor. Más de dos millones de venezolanos se sobreponen a la mezquindad
general. Rasgos románticos y obstáculos para la acción de los miserables y sus
miserias. Habrá que esperar, ¡horror romanticista!, para ver si el bien triunfa
sobre el mal.
(1)Pocaterra,
J.R. Memorias de un venezolano de la decadencia. Caracas, Biblioteca
Ayacucho, 1990, T. II, p. 90.
EZIO
SERRANO PÁEZ
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