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martes, 6 de julio de 2010
Apartheid chavista
Editorial del Equipo Productor
Estos tiempos de Mundial de Futbol, donde las miradas de buena parte del mundo se centran en Sudáfrica, nos llevan inevitablemente a pasearnos por la historia reciente de ese hermoso país, así como por la biografía de uno de los ciudadanos más importantes de su historia, Nelson Mandela, quien junto Frederik de Klerk, fueron claves en el desmonte uno de los regímenes más oprobiosos que ha vivido la humanidad en los tiempos contemporáneos, el Apartheid, al cual estuvo sometido Sudáfrica hasta las postrimerías del siglo XX.
Justo es decir que la esencia del “apartheid” no es un invento de los blancos sudafricanos, ni fueron estos los primeros en aplicarla. Esta abominable práctica es simplemente una expresión más del racismo, pero con un manto legal, que en el siglo XX y en el mundo occidental tendría en la Alemania nazi a su precursor con las siniestras “leyes de raza”.
Los sistemas de segregación no solamente se han aplicado con base a la raza, también se han fundamentado en la ideología política y el credo religioso, entre otros. Estos tipos de discriminación también los sufrieron los ciudadanos alemanes y los de las naciones subyugadas por los nazis durante la II Guerra Mundial. Pero justo es decir que también lo sufrieron los ciudadanos del los “progresistas” países comunistas; recordemos las “purgas” y los “Gulag” de Stalin, la “Revolución Cultural” de Mao, los “Centros de Reeducación” de Cuba y Corea del Norte, y no sé cuantos otros casos más, que el complejo anti capitalista y antinorteamericano que padecemos los latinoamericanos, nos hace minimizar porque son practicados por países “socialistas”.
¿O es que acaso los muertos de Stalin valen menos que los de Hitler?
Pero también, debemos decirlo en honor a la imparcialidad, Estados Unidos ha tenido sus etapas de oscuro apartheid político, como la “Caza de Brujas” encabezada por el tristemente célebre Senador Joseph McCarthy durante buena parte de la década de los 50. Afortunadamente, las instituciones democráticas de ese país, con base a la solidez de los principios que sustentan su Constitución, reaccionaron y frenaron aquella locura.
En nuestro país, el régimen chavista vio frustradas sus esperanzas de imponer por la vía de la reforma constitucional un régimen comunista que convertiría en ciudadanos de segunda a todos quienes no nos “confesáramos” “Socialistas del Siglo XXI”; sin embargo, está imponiendo las reformas a nivel legal, violando la constitución, sin esperanzas de que las instituciones, secuestradas por el régimen chavista, reaccionen y lo desmonten. En estos momentos la Asamblea Nacional (o “circo de las focas”), está a punto de aprobar la que se convertiría sin lugar a dudas, en la primera ley comunista de Venezuela.
Pero no es con estas leyes que comenzaron las prácticas discriminatorias de este régimen.
Durante el período chavista se ha perseguido encarnizadamente a los disidentes, incluso, en el ejercicio privado de la profesión, para muestra un botón: el caso de los profesionales salidos de PDVSA, a quienes se niega la posibilidad de seguir ejerciendo su profesión en empresas privadas asociadas a la industria petrolera.
Más recientemente pudimos ver con estupor como un alcalde chavista, en el Edo. Zulia, luego de expropiar un cementerio declaraba que “…no puedo garantizar el trabajo a los empleados de esa empresa, no podemos dejar que un bicho de esos que no cree en el comandante y en el procesos trabaje con nosotros”.
Pero las acciones van más allá. Caso por excelencia lo constituye la abominable “Lista Tascón” y “Maisanta”, por la que muchos deberían responder incluso ante los tribunales internacionales por atentar contra los derechos humanos.
Pero es que también lo podemos observar en los servicios públicos, o es que acaso es pura casualidad la falta de alumbrado público en buena parte de la Av. Fco. De Miranda, en particular la zona de Pza. Altamira, así como en la Av. Principal de los Ruices, o en la Principal de La Trinidad, por citar solo algunas zonas opositoras emblemáticas en Caracas.
¿A que nos arriesgamos los venezolanos en un país donde el gobierno pretende controlarlo todo? ¿Requeriremos acaso el carnet del PSUV o una declaración jurada de que somos socialistas o comunistas para recibir servicios básicos; o para acceder a los servicios de telecomunicaciones; o para acceder a la educación; o para poder comprar alimentos en las redes del Estado - las cuales serán las únicas disponibles si continúa el ataque a los productores privados; o para que se nos “asigne” una casa donde vivir; o para que se nos permita trabajar; o hasta para que se respeten nuestras posesiones más personales?
No veo, hasta este momento, ni en la oposición ni en el gobierno a personajes como Nelson Mandela y Frederik de Klerk, capaces de asumir el desmonte de la discriminación y la reconstrucción nacional, tal vez en el caso venezolano esto dependa de la acción de la Sociedad Civil como un todo, ya veremos.
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