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domingo, 18 de julio de 2010
Presidente, vamos a exhumar la leche, el pollo, el arroz…
Por Radar de Los Barrios
“Yo tengo niños. Yo no tengo cochinos. Yo tengo que alimentar a 136 niños. Y lo que me trae unas veces PDVAL y otras veces Mercal son: cuatro kilos de caraotas, seis kilos de pasta, 20 paquetes de arroz. ¿Eso es comida para alimentar a 136 niños? ¡No, ni de broma, no hay derecho! Mire, señor: pollo no viene, carne no viene. Lo que mandan es mortadela y 24 potes de carne de almuerzo. ¿La verdura? ¡Puro piquillo, toda podrida, todita que no sirve!”. Estas fueron las cosas que con indignada desesperación nos dijo en marzo de este año la señora Maria Quintero, quien tiene a su cargo una Casa de Alimentación ubicada en Caucaguita.
BURÓCRATAS PODEROSOS VS. NIÑOS HAMBRIENTOS
No siempre, advirtió María, fue tan precaria la situación: “Yo coordino la Casa de Alimentación desde el 2004. No son tres días los que tengo en esto. Y puedo decirlo porque lo he vivido: Al principio esto funcionaba bien, y una se alegraba viendo comer completo a niños que nunca habían probado carne en su vida. Pero desde el año 2006 esto se echó a perder…” Apenas tres meses después de habernos dicho eso, ahora María sabe que la carne y el pollo que sus 136 niños extrañaban en sus platos estaban por ahí, pudriéndose en el interior de un contenedor, en algún lugar de la geografía nacional…
No sólo las Casas de Alimentación se han visto afectadas por la escasez de alimentos. Son muchas los planteles en que el “Programa Alimentario Escolar” ha sido restringido o eliminado. De repente, miles de sorprendidas madres vieron llegar sus hijos a casa antes de tiempo, al mediodía. “¿Qué es, muchacho, te ‘jubilaste’? ¿Qué haces aquí tan temprano?”, seguramente preguntó alguna, para escuchar luego la explicación: “No, Má, nos soltaron antes porque no hay almuerzo en la escuela”. En algunas instituciones educativas la situación fue aun peor: El diario La Voz reseñó como en la Escuela Estado Vargas, ubicada en la mirandina población de Santa Lucia, en los Valles del Tuy, el PAE tuvo un abrupto final porque los alimentos que debían convertirse en almuerzo de los niños fueron devueltos a Mercal porque “la harina precocida tenia gusanos, los huevos estaban pasados, las hortalizas y frutas estaban podridas, el queso ya estaba ácido y otros productos tenían cucarachas y excrementos de ratones”…
LA POLARIZACIÓN YA NO SIRVE COMO EXCUSA
El caso de los contenedores de PDVAL no puede convertirse en un nuevo episodio de la ofensiva mediática y política de la oposición. Tampoco puede ser asumida por el gobierno como “un errorcito, tu sabes, que se cometió, que le vamos a hacer, pero ya lo estamos corrigiendo”. En realidad el caso de los contenedores llenos de alimentos podridos constituye una clara violación a los derechos humanos de miles y miles de compatriotas pertenecientes a los sectores económicamente más débiles de la población. Resulta evidente, por las monstruosas dimensiones del asunto (más de 120 mil toneladas de alimentos encontrados en mal estado, en más de 3 mil 200 contenedores, por un costo que se estima cercano a los cuatro mil millones de dólares) que esto no puede ser obra de un solo individuo, o de un pequeño grupo de sujetos ineptos.
Pretender convertir este drama en una bandera electoral es hacerle un flaco servicio al país. Intentar ocultar la verdad para “proteger la Revolución” es una claudicación moral gigantesca. Con el caso de los contenedores podridos llegamos, sin darnos cuenta, al límite último de la polarización como excusa.
LA CONSPIRACIÓN DE LOS REALES, Y LA DEL SILENCIO…
En realidad el sentido común sugiere que son numerosas las personas e instituciones que debieron interactuar para que algo como esto ocurriera: ¿Quién autorizó la compra de alimentos cercanos a su fecha de vencimiento, en cantidad superior a la capacidad del Estado para almacenarlos y distribuirlos? ¿Quién permitió su almacenamiento en condiciones no idóneas para su conservación y resguardo? ¿Quién ordenó que, ya vencidos los alimentos, estos fueran movilizados para su venta con descuento o para ser distribuidos gratuitamente en operativos proselitistas, como fue denunciado que ocurrió con leche vencida en Aragua? Por último: ¿Quién o quienes dieron la criminal instrucción de quemar o “desaparecer” en basureros estos alimentos en mal estado, convertidos en molestos “cuerpos del delito”?
Las realidades a las que se refieren estas preguntas son graves, muy graves. Pero tan o más grave que esto es que las instituciones que debieran estar buscando las respuestas no solamente no lo hagan, sino que actúen de acuerdo a una pauta orientada a minimizar lo ocurrido, ignorarlo o desviar la atención del público hacia otros temas. El nombre técnico de tal proceder es “encubrimiento”. En eso confían los poderosos sujetos, hasta ahora impunes, implicados en la trama de corrupción de los contenedores podridos. Podridos ellos mismos de poder y prepotencia, siguen exhibiéndose por ahí, con sus escoltas en motocicletas de alta cilindrada, en sus camionetas blindadas y con las franelas rojas “de marca” que suelen usar para ir a las marchas o para salir en televisión...
PRESIDENTE, ¡VAMOS A EXHUMAR LA VERDAD!
Pero los centenares de miles de niños y adultos pobres que se quedaron sin comer por esta gigantesca violación a los derechos humanos seguirán esperando que el Presidente de la República (éste que tenemos actualmente, u otro que el pueblo decida darse en libres comicios) decida “exhumar” la verdad, hoy enterrada bajo toneladas de propaganda de uno y otro signo. El pueblo seguirá atento hasta que el Poder, en vez de estar revolviendo de manera irrespetuosa e innecesaria las cenizas del Libertador, use su tiempo y sus recursos para apartar las oscuras y hediondas cenizas de la corrupción a fin de que la verdad resplandezca.
Eso es lo que merecen los 136 niños de la Casa de Alimentación de María Quintero en Caucaguita, o los 805 niños de la Escuelita Bolivariana de Santa Lucía. Eso es lo que merece todo el pueblo venezolano. La verdad, nada más que la verdad.
Publicado por:
Radar de Los Barrios
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