Por Ing. Sebastián Paz Codecido, 19/10/2014
Ya es algo que no nos sorprende cuando transitamos por las calles de
Caracas o cualquier ciudad de Venezuela donde funcione un consulado de
determinados países, principalmente los consulados de Estados Unidos, España,
Italia y muchos más, incluyendo a la lejana Australia, ver largas colas de venezolanos
especialmente jóvenes esperando su turno para presentar los documentos
necesarios para obtener visas de estudiantes, aplicar a otra nacionalidad o
simplemente para abandonar el País a como dé lugar para irse a otros destinos
en busca de un mejor y más seguro futuro. Estas colas Igualmente las vemos a
las puertas de organismos nacionales donde certifican calificaciones de
educación media y universitaria o donde éstas son apostilladas; Lo cual nos indica que la mayoría de los
que desean emigrar son gente joven.
Las condiciones de vida en Venezuela, asediada entre otras
características por la violencia, la corrupción, la escasez de bienes y
servicios, la inflación galopante y principalmente la ausencia total de
esperanzas de alcanzar un futuro que les garantice una existencia digna, dentro
de la cual sientan seguridad y la ilusión de un desarrollo decente de sus aptitudes
y su trabajo, así como de sus vidas en general, catapultan el deseo y la
necesidad de abandonar el País y emigrar a probar fortuna fuera de nuestras fronteras.
Es triste ver como una generación de talentosos y bien preparados
venezolanos que habiendo crecido y estudiado en este país, en el cual podrían y
deberían colaborar a su desarrollo con su valioso aporte al aprovechar así los
valiosísimos y maravillosos recursos y dones que Dios nos ha dado, tengan que abandonar
su país en busca de otros horizontes que le puedan brindar lo que aquí vilmente se les niega.
No vamos a tratar aquí los perversos y siniestros motivos e intenciones
que originan esta criminal agresión contra los propios venezolanos por parte de
la camarilla gobernante actualmente en el poder. No habría espacio suficiente
para hacer un recuento y una consideración sobre las características de esta kafkiana
pesadilla que ha llevado al país a esta situación. Limitémonos solamente a
considerar muy brevemente unas comparaciones históricas en el marco de lo que
habíamos vivido hace un tiempo y lo que estamos viviendo en este sentido.
Ya desde muchas épocas anteriores los gobiernos de Venezuela de ese
entonces habían promovido y desarrollado planes para atraer migraciones que
colaboraran y mejoraran nuestro desarrollo (Caso de la Colonia Tovar, P Ej.).
Ya desde la Guerra Civil Española y durante los años siguientes durante la segunda
Guerra Mundial, las dictaduras de Suramérica etc. teníamos y adelantamos
actitudes muy claras en este sentido.
No solamente se atrajeron inmigraciones provenientes de otros países.
Recordamos que en los años 70 se desarrolló el ambicioso programa Gran Mariscal
de Ayacucho, para enviar jóvenes venezolanos a estudiar al exterior a los
mejores centros docentes del Mundo para que al regresar, aportaran sus habilidades
y conocimientos al desarrollo del País. Este programa a pesar de sus
imperfecciones fue de gran ayuda y significado para Venezuela. Actualmente
tenemos talentosos profesionales venezolanos aportando exitosamente su labor al
desarrollo de otros países.
Si vemos la interesante película “La hora 25” protagonizada por Anthony
Quinn (1967), observaremos en sus últimas tomas, las cuales representan una
escena ocurrida al final de la 2ª Guerra Mundial (años 40s) en una estación de
ferrocarril de Alemania, vemos claramente un poster fijado en la pared de la estación
donde se invitaba a los sobrevivientes de tan cruel guerra a venir a labrar su
futuro a Venezuela.
Todos sabemos cómo aquellas inmigraciones ayudaron a forjar y
desarrollar nuestro hermoso País.
¡Como hemos cambiado!
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