Omar Barboza Gutiérrez octubre de 2014
Así como la confianza en el futuro
económico de un país es un factor clave, la falta de ella, es decir, la
incertidumbre, tiene un efecto contrario en el corto, mediano y largo plazo. La
falta de claridad sobre la manera cómo se piensan resolver los problemas
actuales de nuestra economía, acompañada de la fundada impresión creciente de
que el gobierno nacional insistirá en negar la realidad y en la repetición de
los errores que nos han conducido a la situación que hoy agobia al pueblo
venezolano con desabastecimiento y alto costo de la vida. Todo ello en medio de
una inflación estimulada por la política monetaria del gobierno, que junto con
el Banco Central de Venezuela (BCV), insisten en emitir billetes sin respaldo
echándole gasolina al fuego inflacionario, sin reflexionar sobre el hecho
cierto de que el impuesto más criminal en contra de los que menos tienen es la
inflación.
Con estas políticas económicas el actual
gobierno asume directamente la responsabilidad de este fracaso concebido y
ejecutado en un período con la más extensa bonanza petrolera que ha tenido
Venezuela.
El cuento de la guerra económica de la oligarquía, cuando el gobierno lo controla todo, es una ofensa a la inteligencia de nuestro pueblo, cada día más convencido de que la guerra económica en contra de todos los venezolanos y de la producción nacional, la dirigen desde Miraflores y desde el BCV, violando la Constitución y las elementales normas éticas en la administración de los dineros públicos.
La percepción de que el rumbo de nuestra
economía es cada día más incierto, ha sido transmitida por el Ministro de
Economía y Finanzas, Rodolfo Marcos Torres, el pasado martes 21 de los
corrientes cuando presentó ante la Asamblea Nacional el Proyecto de Ley de
Presupuesto para el Ejercicio Fiscal 2015, actuando, además, como
Vicepresidente del Área Económica del gobierno nacional. Ese proyecto está
concebido sobre la base de un dólar a Bs. 6,30 que es el insumo más escaso que
hoy existe en la economía nacional. El Ministro no explicó las razones para
partir de ese supuesto, totalmente contrario a lo que está ocurriendo en la
economía real.
Así mismo, en el Proyecto de Presupuesto
el gobierno parte del supuesto de que la inflación para el próximo año estará entre
el 25 y el 30 por ciento, sin molestarse en explicar el por qué la inflación en
este año ha llegado a los niveles en que está, donde los cálculos más
optimistas la ubican por encima del 60%, y mucho menos explicó qué piensan
hacer para que esa meta del próximo año se cumpla, cuando la experiencia nos
dice que ninguna de las metas de inflación estimadas por este gobierno se han
cumplido. Por otra parte, tampoco creemos que el gobierno en verdad piense que
esa va a ser la inflación del 2015, y menos cuando no explica el plan para
lograrlo. Cómo puede generar confianza la exposición del Vicepresidente del
Área Económica del gobierno, cuando elude analizar la situación económica del
país y explicarle a Venezuela por qué se ha visto sometida al desabastecimiento
y al alto costo de la vida que atenta en contra de los derechos elementales de
nuestro pueblo.
Ya el disco rayado de la guerra
económica no se lo cree nadie. En el caso del contrabando todos debemos estar
de acuerdo en que se combata, pero decir que esa es la causa de la escasez es
mentir; el contrabando es la consecuencia de una política económica. Nuestra
moneda, la que tiene la cara de bolívar, no vale nada, y por eso es tan
atractivo comprar algo que en Venezuela vale Bs. 100 para venderlo a 1.000 en
el otro lado de la frontera. Esa es la consecuencia directa de haber convertido
al BCV en una imprenta de billetes sin respaldo, en vez de cumplir con su deber
Constitucional de velar por la estabilidad de nuestra moneda. Hoy, con cuatro
tipos de cambio, nadie en Venezuela puede decir cuánto vale un bolívar, y es un
chiste de humor negro que el Ministro de Finanzas parta de la base de que el
cambio es el de Bs. 6,30 por cada dólar.
La incertidumbre que estimula la
conducta del oficialismo, es una razón adicional para profundizar los esfuerzos
en función del cambio político que establezca un gobierno de Unidad Nacional
incluyente, con el propósito de reconstruir a Venezuela en sus instituciones,
en los valores éticos, en la vigencia de la Constitución, en reglas claras para
recuperar la economía, que respete la propiedad privada y que garantice la
estabilidad monetaria, para generar desarrollo integral y empleo de calidad
para todos.
En esta grave crisis la víctima más
común es la verdad, vamos a rescatarla.
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