Una Ley Habilitante contra el ciudadano |
Ysrrael Camero 16
de marzo de 2015
@ysrraelcamero
La
Ley Habilitante recién aprobada parece anunciar tiempos oscuros para las
libertades de los venezolanos, al abrir paso a nuevas leyes restrictivas que
dotarán al poder del Estado de mayor capacidad para reprimir, perseguir,
controlar, caminando hacia la inhabilitación efectiva de los ciudadanos para el
ejercicio de sus derechos, de su autonomía. Se habilitó al poder establecido
para ejercer un mayor control sobre la sociedad, restándole poder real al
ciudadano para controlar al poder. Ese es el eje de la presente Ley
Habilitante, pero también lo ha sido de todas las Leyes Habilitantes aprobadas
desde 1999, en el marco de una estructura gubernamental cada vez más
autoritaria.
La
destrucción de las instituciones republicanas y de la democracia tiene en el
vaciamiento del Poder Legislativo uno de sus elementos fundamentales. Entre
1999 y 2015 apelar recurrentemente al mecanismo de la Ley Habilitante no solo
le ha servido al proyecto autoritario para legislar sin debatir de cara a una
sociedad plural, sino también para ir destruyendo el papel del Parlamento como
foro político de la Nación.
Las
leyes habilitantes constituyen, en sí mismas, una perversión institucional, al
colocar en manos del Ejecutivo atribuciones legislativas que son inherentes en
una República al Parlamento. Luego de 1961 su existencia era justificada,
generalmente, por la existencia de situaciones de emergencia, pero tanto su
duración como su alcance estaban claramente delimitados.
Pero
las Leyes Habilitantes han adquirido en Venezuela desde 1999 un carácter
central en el avance autoritario del proyecto gubernamental sobre la sociedad.
El papel que las habilitantes han jugado en la implantación del autoritarismo
en Venezuela se ha sostenido sobre dos factores: la desaparición de la
deliberación plural y el dominio del Ejecutivo sobre toda la estructura de
poder.
En
ese mismo sentido es interesante recorrer el tipo de leyes han sido impuestas
por el Ejecutivo en el marco de las Leyes Habilitantes aprobadas desde 1999:
emerge una legislación dedicada al control político y social, a la destrucción
institucional y económica, leyes que se le imponen al país para darle forma sin
su consentimiento, restringiendo libertades y derechos. De hecho, si rastreamos
el origen político institucional de la actual crisis socioeconómica
encontraremos un entramado absurdo de legislación, derivada del poder que la
Asamblea entregó al Ejecutivo en el marco de las Habilitantes.
Otro
factor importante ha sido descuidado a la hora de discutir el problema de las
Leyes Habilitantes. El debate, la deliberación, se inicia únicamente luego de
que las leyes han sido promulgadas y publicadas, por lo que no hay manera de
que la opinión pública o incluso la representación ciudadana plural existente
en la Asamblea Nacional, le den forma a las normas.
Leyes Habilitantes para debilitar a la Asamblea Nacional |
DEBILITAR
AL PARLAMENTO, DEBILITAR A LA DEMOCRACIA
La
anulación del Parlamento va más allá de la promulgación de las Leyes
Habilitantes, forma parte de un proceso integral. Ya desde la Constituyente de
1999 el rol institucional del Parlamento se debilitó. Con el tránsito del
Congreso Nacional a la Asamblea Nacional se puso fin a más de un siglo de
bicameralidad con la eliminación del Senado. Se pervirtieron varios mecanismos
de representación al mezclar en una sola cámara los principios de la
representación poblacional y de “igualdad” entre los estados, consiguiendo una
infrarrepresentación de Caracas y del Zulia y la sobrerrepresentación de
Estados rurales, poblacionalmente débiles pero dominados por el gobierno
nacional. En el mismo sentido se debilitó el principio de la representación
proporcional al minimizar las listas, avanzar en nominalidad y eliminar el
cociente nacional.
La
reducción del número de representantes en el Poder Legislativo también es un
factor a considerar en el debilitamiento buscado del Parlamento. Para 1999, en
el extinto Congreso Nacional, teníamos 207 diputados y 57 senadores. En 2015
elegiremos la cantidad de 167 diputados a la Asamblea Nacional unicameral.
Una
vez instalada la Asamblea Nacional los cambios impuestos por la mayoría
oficialista al Reglamento Interior y de Debates contribuyeron al debilitamiento
del Parlamento como foro político de la Nación, hasta desdibujarlo por
completo. Esto ha sido un proceso gradual, a través del cual la minoría
parlamentaria se ha visto arrinconada para ejercer plenamente sus funciones
dentro del Poder Legislativo.
Por
último, la inmunidad parlamentaria es una de las instituciones más importantes
que salvaguarda el poder de la representación ciudadana en el que debe ser el
foro nacional por excelencia. Varios han sido los casos “ejemplarizantes” a
través de los cuales se ha venido violentando dicha inmunidad. Desde el
levantamiento a la inmunidad parlamentaria de Wilmer Azuaje en 2010 hasta la
defenestración de María Corina Machado y la renuncia de Juan Carlos Caldera en
2014, la institución de la inmunidad parlamentaria también se ha debilitado.
Desde 1999 las Habilitantes tienen otro sentido |
EL
LEGADO HABILITADO: AUTORITARISMO, CENTRALIZACIÓN Y EMPOBRECIMIENTO
Desde
1999 se aprobaron cinco leyes habilitantes, las cuales han tenido una vigencia
conjunta de cinco años y medio, a partir de estas leyes el Ejecutivo Nacional
emitió la cantidad de 323 decretos. Cada una de estas Habilitantes se promulgó
en un contexto distinto, pero con cada nueva ola de decretos-ley se reforzaban
los rasgos autoritarios y de control socioeconómico del régimen y del sistema,
como veremos a continuación.
El
23 de marzo de 1999 el Presidente Chávez recibió su primera Ley Habilitante de
manos del Congreso Nacional, la que salió publicada en Gaceta el 16 de abril,
con una vigencia de seis meses y medio, con el objetivo declarado de legislar
por decreto en materia económica y financiera para enfrentar la crisis. Bajo la
vigencia de esta Ley fue creado en Fondo Único Social, institución que asimiló
todos los programas sociales en una estructura que alimentó uno de los primeros
escándalos de corrupción del gobierno de Hugo Chávez, que implicaba
directamente a militares en la gestión social.
En
noviembre de 2000 la Asamblea Nacional le entregó al Presidente Chávez una
nueva Ley Habilitante. Bajo su vigencia el Ejecutivo promulgó 49 decretos ley,
incluyendo la Ley Orgánica de Hidrocarburos, Ley de Pesca, Ley Especial de
Asociaciones Cooperativas, Ley General de Puertos y la Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario. La legislación aprobada bajo el marco de esta Habilitante
fue factor fundamental en los conflictos que derivaron en la crisis de abril de
2002.
En
enero de 2007 la Asamblea promulgó una nueva Ley Habilitante, a pesar de contar
el oficialismo con una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Bajo esta Ley
se emiten 20 decretos durante 2007, incluyendo la famosa Reconversión
Monetaria, la reorganización del sector eléctrico, una “Ley Especial de defensa
popular contra el acaparamiento, la especulación, el boicot y cualquier otra
conducta que afecte al consumo de alimentos y productos declarados de primera
necesidad o sometidos a control de precios”; durante 2008 el Presidente emitió
44 nuevas leyes, incluyendo la “ley sapo” o “Ley del Sistema Nacional de
Inteligencia y Contra Inteligencia”, que fue derogada apenas un mes después de
su promulgación; finalmente, bajo esta misma Habilitante fue promulgada una
nueva Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional y una Ley Orgánica de Seguridad
y Soberanía Agroalimentaria.
Usando
como excusa los desastres naturales derivados de las lluvias, el 17 de
diciembre de 2010, luego de perder los dos tercios de la Asamblea Nacional en
las elecciones parlamentarias, el oficialismo entregó otra amplia Ley
Habilitante el Presidente Chávez. Con esta se volvió a reformar la Ley Orgánica
de la Fuerza Armada Nacional, se crea una “contribución especial por precios
extraordinarios y precios exorbitantes en el mercado internacional de los
hidrocarburos”, con lo que violentó al BCV, se reformó la Ley del Trabajo, se
legisló en materia de tierras urbanas, se estableció un justiprecio en caso de
expropiación para terrenos con destino de vivienda, se estatizó por completo la
explotación del oro.
Bajo
la crítica Presidencia de Nicolás Maduro se aprobó una primera Ley Habilitante
el 8 de octubre de 2013, cuyo desarrollo jurídico también fue polémico por su
carácter autoritario y empobrecedor para los venezolanos. El texto del
instrumento jurídico señalaba que la lucha contra la “corrupción” y la “defensa
de la economía” eran los ámbitos de acción legislativa habilitados para el
Presidente. Pero las leyes aprobadas bajo su vigencia crearon más alcabalas
burocráticas y colocaron más trabas al funcionamiento de la economía,
contribuyendo a la recesión y generando más incentivos para la corrupción, la
aprobación por Decreto de la Ley Orgánica para la Gestión Comunitaria pretendía
seguir avanzando en el terreno inconstitucional y antidemocrático del
denominado Estado Comunal.
Las
Leyes Habilitantes han servido para construir, sin deliberación previa, sin un
debate de cara a la opinión pública, un entramado jurídico autoritario, pleno
de alcabalas, controles, que ha significado para los venezolanos opresión,
privaciones y pérdida de su autonomía vital, en resumen un retroceso en materia
de ciudadanía y democracia.
¿HABILITADO
PARA “LUCHAR CONTRA EL IMPERIALISMO”?
Pero
la Ley Habilitante aprobada en 2015 reviste tintes incluso mucho más peligrosos
para los venezolanos, porque el ámbito de su aplicación se extiende al
ejercicio efectivo de los derechos y libertades ciudadanas, en un contexto
marcado por la retórica paranoide, por la persecución abierta contra la disidencia
política y social y por la represión militar desatada.
La
nomenklatura que controla al gobierno sabe que no puede ni sabe enfrentar con
eficiencia la crisis económica, conoce también que esa incapacidad los está
llevando a pagar un alto costo político que se expresa en una caída en la
popularidad, intuyen que de continuar ese proceso se dirigen a una derrota en
las elecciones parlamentarias.
Ante
eso, usan la burda excusa de la lucha contra el “imperialismo”, para entregar
nuevos poderes especiales a un Presidente que se ha mostrado incapaz de
enfrentar la crisis económica y social que sufren los venezolanos. Con esta
nueva Ley Habilitante se abre la puerta para una mayor represión contra la
disidencia política, para vulnerar libertades fundamentales en nombre de la
“paz” y de la “soberanía nacional”, tratando como “enemigos internos” a quienes
luchan por un cambio político democrático, y a los ciudadanos que,
legítimamente indignados, pretendan ejercer su derecho a la protesta.
Pretender
decretar leyes a espaldas del país, a espaldas de la opinión pública, evadiendo
la deliberación democrática, es un acto abiertamente autoritario más propio de
monarquías absolutas que de un gobierno republicano. Apelar al chantaje
nacionalista, argumentando la inminencia de un supuesto “ataque imperial”, es
un nuevo acto irresponsable de manipulación política y evasión al que debemos
responder con firmeza y templanza. Hemos de estar alerta respecto a cualquier
decreto presidencial que restrinja el ejercicio efectivo de los derechos
civiles y políticos de los venezolanos.
HABILITAR
A LA ASAMBLEA NACIONAL, HABILITAR AL CIUDADANO
De
esta manera hemos de mantener el pulso firme hacia las elecciones
parlamentarias. No solo para rescatar a la Asamblea Nacional como foro político
de la comunidad nacional venezolana, como instrumento del pueblo venezolano
para controlar al poder y normar nuestra vida en común, sino también como
espacio plural para impulsar cambios efectivos en el poder.
Venezuela
se encuentra en una difícil encrucijada. De un lado tenemos a la nomenklatura
que ha venido destruyendo las instituciones políticas, sociales y económicas
que forman el tejido de la comunidad nacional venezolana, a quienes han
destruido a la Asamblea Nacional como Poder Legislativo, como cuerpo
deliberante y como Parlamento. Ellos hoy pretenden cubrirse con el manto
republicano de la Nación para ocultar su corrupción y autoritarismo. Esta
nomenklatura pretende conservar el poder total sobre la sociedad de manera
permanente, impidiendo el cambio. Ellos aprueban la Habilitante para
inhabilitar al ciudadano.
Del
otro lado nos encontramos las grandes mayorías nacionales, embarcados en la
tarea de construir un cambio político que nos permita caminar reconciliados,
plurales, distintos, diversos. Quienes estamos convencidos de que hay que
habilitar efectivamente al ciudadano, para que sea dueño de su propia vida, con
autonomía. Quienes defendemos la institución parlamentaria, la necesidad de
rescatar la deliberación pública, rescatar a la Asamblea Nacional como el foro
político de la comunidad nacional.
El
cambio pasa por una mudanza en la correlación y en el funcionamiento del poder,
las elecciones parlamentarias son la coyuntura privilegiada de esa
transformación, para que nunca más la Habilitación de un Presidente se
convierta en la inhabilitación de toda la sociedad. Unidad, esperanza,
templanza y firmeza son las claves del hoy para construir el mañana.
@ysrraelcamero
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico