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sábado, 7 de marzo de 2015

La urgencia: entender el papel del parlamento, por @carome31

Carlos Romero Mendoza 05 de marzo de 2015
@carome31

En 1999, Iris Varela, en su cualidad de asambleísta, afirmó que “el pueblo deseaba la eliminación del Congreso y la forma más elegante de eliminarlo era transformándolo”.  Así mismo, Varela advirtió que el modelo bicameral del Congreso había resultado ser inútil para el sistema venezolano y aseguró que su transformación permitiría a los electores ver un resultado más inmediato del trabajo legislativo y reclamar si estos no se producen.”

Henrique Capriles, entonces presidente de la Cámara de Diputados del Congreso Nacional, advirtió que “el milenio sorprendería al país con un órgano legislador más centralista y cómplice, cuya perdurabilidad está en manos del Jefe de Estado.”[1]

Esta Asamblea Nacional unicameral, nació con una elección suspendida, que fue fijada en principio para el 28 de mayo de 2000 y pospuesta por el Tribunal Supremo de Justicia para el 30 de julio del 2000; con una modalidad, que fue la de fijar otra fecha diferente para la elección de concejales y de las desaparecidas juntas parroquiales.

Han pasado 15 años desde que se aprobó la Constitución, en consecuencia, la sociedad venezolana tendría la capacidad de valorar si realmente ha sido útil esa transformación del parlamento venezolano.

En tal sentido, ¿los venezolanos promedio pueden en la actualidad comparar el valor que tuvo en la democracia venezolana el parlamento bicameral y el que hoy tiene el parlamento bajo el modelo unicameral?  ¿se ha fortalecido la función parlamentaria en Venezuela a lo largo de estos años? ¿qué acceso tiene el ciudadano a la información, a las leyes y a la oportunidad real de expresar su opinión, de elevar un reclamo o bien de promover una iniciativa legal en el parlamento venezolano?

¿Será acaso que el venezolano promedio tiene en la actualidad mayor claridad y mejor información sobre el rol fundamental y la importancia que tiene el parlamento como espacio plural para el debate político sobre los asuntos públicos nacionales y de temas que se abordan con la finalidad de cumplir con la labor legislativa?

A 14 años de la primera elección de la Asamblea Nacional, la realidad política valida la tesis de Capriles cuando advirtió sobre el carácter de complicidad y centralismo del nuevo modelo unicameral de nuestro parlamento; pero también, se valida la visión de Iris Varela, cuando advirtió la necesidad de eliminar al Congreso, pues las funciones básicas de aquél parlamento bicameral han quedado prácticamente eliminadas, me refiero a la dinámica del debate político, plural e incluyente, así como la labor legislativa en función del bien común.

Hoy el tema de las primarias y del consenso para la elección de candidatos a diputados, toma un rol protagónico en la agenda política del país.  Pero el debate se reduce a la simple metodología, quitando importancia al debate necesario y urgente sobre el papel que debe jugar ese nuevo parlamento en el reencuentro de la sociedad con la democracia.

No debemos olvidar, que la Asamblea Nacional ha sido exitosa en su labor cómplice con el ejecutivo nacional, al convertirse en espacio para la transformación del Estado hacia el socialismo.  Prueba de ello fue la aprobación de las leyes del poder popular en diciembre 2010, a espaldas de sus electores; así como también las distintas habilitantes que han aprobado en beneficio del Ejecutivo y sin olvidar la metodología que han utilizado para aprobar los distintos presupuestos nacionales, que a todas luces, lesiona las bases de cualquier intento de fortalecer el diseño federal y descentralizado del Estado Venezolano.

Las pocas leyes que esa Asamblea ha dictado y aquellas que ha facilitado que el Ejecutivo sea quien las dicte, ha contribuido directamente a que hoy seamos meros habitantes de un país, que poco espacio nos deja para intentar actuar como ciudadanos.

Es urgente que la agenda política facilite el encuentro y la conexión entre el venezolano promedio, con sus candidatos y sus partidos, es preciso, que se comprenda el valor del parlamento en la tarea histórica de recuperar el debate político y el valor de la representación política, para facilitar ese camino hacia el reencuentro con la democracia.

El tiempo histórico nos reclama mayores esfuerzos para comunicarnos entre los distintos actores de la sociedad civil: partidos políticos, ONGs, organizaciones vecinales, vecinos, gremios, etc.

En cada pueblo o ciudad hay representación de la sociedad civil, en consecuencia, debemos exigirnos esos esfuerzos para mejorar nuestras estrategias de encuentro, de manera que la mayor cantidad de electores puedan transformarse de simples actores de movilización electoral a facilitadores directos de ese reencuentro con la democracia.

Resultaría muy útil para la motivación a participar en estas parlamentarias, y para enfrentar las distintas estrategias orientadas a desmotivar a un grupo de electores, que los candidatos asuman un compromiso o acuerdo político con sus electores, con 5 o 10 aspectos en los cuales se compromete en su condición de representante político y como parlamentario.

No se trata de comprometerse a un programa legislativo, se trata de un compromiso político, ético y moral, para la defensa de la función parlamentaria y de los espacios para el debate político plural y oportuno de los asuntos públicos; que además, pudiera servir de marco para concretar la cooperación de sus electores en la tarea nada sencilla que impone este proceso electoral y el reto del próximo parlamento.

[1] El universal.  Cambio planteado sacudiría al Congreso. 22 de noviembre 1999. Online en:http://www.eluniversal.com/1999/11/22/pol_art_22102AA

Carlos Romero Mendoza

@carome31

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