Por Jesús
Alexis González, 08/06/2015
Iniciemos
recordando las funciones del dinero: medio
de pago--se puede usar para comprar bienes y servicios--, unidad de cuenta—los precios se
expresan en términos de dinero--, depósito
de valor—se puede ahorrar para transferir recursos hacia el futuro--;
funciones que se engloban en su condición de dinero fiduciario—es aceptado porque la gente tiene la confianza que lo podrá utilizar para
comprar--, siendo que cuando pierde su valor ante la presencia de una destructiva inflación incluida la no anticipada (asociada con la
incertidumbre), se induce un “desinterés”
por tenerlo tal como aconteció durante la hiperinflación alemana cuando
alguien olvidó un canasto lleno de billetes y se lo robaron…pero dejaron los
billetes al lado.
Ha de
señalarse, que la emisión de dinero debe estar respaldada por la producción del país (antes se hacía con oro), ya
que en caso contrario esa emisión adquiere la condición de dinero inorgánico herramienta a la cual acuden los gobiernos cuando
presentan déficit fiscal y no tienen posibilidad de aumentar los ingresos por
la vía tributaria (impuestos); o lo que es lo mismo ¡necesitan dinero y simplemente lo imprimen! Tal accionar, se
traduce en inflacióncomo malvada
equilibradora y desestimuladora de ese deseo por adquirir productos y servicios
¡que no existen!, en razón de
haberse aumentado excesivamente la emisión monetaria sin que medie previamente
un incremento en la oferta originando obviamente un exceso de demanda o inflación de demanda—la capacidad de producir
se mueve a una velocidad muy inferior a la de la demanda—al extremo que no
puede ser atendida haciendo uso de la capacidad de producción que estuviese
ociosa; dejando por sentado que cuando la velocidad de crecimiento de la liquidez monetaria (monedas y billetes,
depósitos a la vista, de ahorro y a plazo) supera la capacidad de compra se origina una pérdida de valor de la moneda (el bolívar para nuestro caso) como
consecuencia de esa inflación. Así expresado, los principales efectos negativos
de la inflación podemos resumirlos en que el dinero pierde su poder adquisitivo, el costo nominal de
los bienes y servicios aumenta y se hace presente el indeseable (pero
obligante)“costo de menú”—ajuste de
algunos precios para mantenerlos alineados con la inflación--; en el entendido
que la elevación de precios condiciona desfavorablemente y de manera simultánea
a los actores socioeconómicos: al consumidor
le disminuye la capacidad de compra, le restringe las posibilidades de
ahorro y le estimula la desconfianza hacia la moneda hasta inducirle una demanda anticipada (compro ahora o
nunca) colocando a la economía en un umbral hiperinflacionario; mientras que al productor le dificulta prever nuevas inversiones ante la
contracción del flujo de caja como reacción a unos precios congelados y
rezagados con respecto al aumento que experimenta la estructura de costos;
aunado al resquebrajamiento de los precios
relativos que elimina cualquier forma de comparación y de ¡competencia!.
Resulta
convenientemencionar, que la perversa emisión de recursos para financiar el
gasto público (al margen de su pertinencia y eficiencia) y para mantener alto el tipo de cambio indujo
que la inflación acumulada 1999-2014 alcanzara un 3.150%, la emisión de dinero inorgánico se moviera en un 9.600% desde un 4% del PIB en 2009-2011
a un 8% en 2012-2014 y la sobrevaluación se situara en un 2.600%; al tiempo que el financiamiento (compra de deuda) del BCV a
PDVSA se ubicó a marzo 2015 en Bs
925.000 millones, mientras que la liquidez monetaria a mayo 2015 se ubicó
en Bs 2.372.117 MM.
Desafortunadamente
para la economía, y especialmente para el bienestar de los venezolanos, el
Gobierno continua aumentando el gasto público—sin contar con ingresos
ordinarios—provocando un déficit fiscal permanente (¡estructural!) que luego intenta cubrir con emisión de dinero
inorgánico invadiendo, por una restricción de su autonomía, una prerrogativa
del BCV (¡nunca del Gobierno!) a la
luz de recibir bonos gubernamentales (¿?) y pagares de PDVSA (¡!),
complementado tanto con endeudamiento interno (pan para hoy hambre para mañana)
que a la fecha alcanza un monto superior a los US$ 60 millardos, al igual que haciendo uso de las reservas internacionales (divisas y
oro) al extremo de reducirlas al 26/05/15
hasta US$ 17.390 millones (¡70%
en oro!) y situarlas al menor nivel alcanzado desde 1997; conformando una “crisis de balanza de pagos” que
terminará por derrumbar el régimen cambiario, habida cuenta de mantenerse una
paridad fija del tipo de cambio ¡sobrevaluada!—utilizándola como estrategia
antinflacionaria (¿?)—que ya resulta insostenible en razón a que el BCV no cuenta con dólares para mantenerla,
propiciando de tal forma un contexto de crisis
cambiaria que indefectiblemente conducirá a más devaluaciones a menos que se flexibilice y se deje flotar el
tipo de cambio (con eliminación progresiva del control de cambio) en un
escenario de adelgazamiento del Estado que
pase por rescatar la credibilidad en sus intenciones económicas, y muy
especialmente que ajuste la oferta
monetaria al monto de las reservas internacionales.
Concluimos con una interrogante: ¿hasta cuándo el Gobierno seguirá
financiando el déficit fiscal con emisión continua de
dinero inorgánico, estimulando la malvada inflación? De nuestra parte inferimos
que la economía está a punto de colapsar, y que la ¡¡paciencia del venezolano se agotó!!
Economista Jesús Alexis González
@jesusalexis2020
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