Moises Naím 28 de marzo de 2016
@moisesnaim
En mi
artículo de la semana pasada –publicado antes de los recientes ataques en
Bruselas– escribí sobre los mitos del terrorismo yihadista en Estados Unidos.
Quizás el más sorprendente de los datos que allí mencioné es que, desde el 11
de septiembre del 2001 hasta hoy, “solo” 45 personas fueron asesinadas por
terroristas islamistas en Estados Unidos. En comparación, en Bruselas los
terroristas se cobraron 31 vidas en un solo día y en los ataques de noviembre
pasado en París mataron a 130 inocentes. En 2014 hubo un total de 37.400
homicidios por terroristas en todo el mundo.
Para
ofrecer cierto contexto sobre la tragedia de Bruselas, en este articulo amplío
el foco del análisis al resto del mundo. Los datos provienen principalmente de
START, el Consorcio Nacional Para el Estudio del Terrorismo y sus Respuestas, y
de Anthony Cordesman del Think-Tank CSIS en Washington.
Para
comenzar, cabe señalar que si bien el terrorismo ha existido siempre, en el
siglo XXI tanto el número de los ataques como el de las fatalidades han
aumentado aceleradamente. En los últimos 15 años, las muertes por ataques
terroristas se han multiplicado por 9 y el número de esos ataques pasó de menos
de 2.000 en el año 2000 a casi 14.000 en 2015. Pero este aumento no ocurrió ni
en Norteamérica ni en Europa. El terrorismo está altamente concentrado en 5
países: Irak, Pakistán, Afganistán, Nigeria y Siria. Desde el comienzo del
siglo, 57% de todos los ataques del mundo se han dado allí. La mayoría de las
fatalidades y de los atentados no fueron contra blancos en el mundo occidental
sino entre musulmanes chiitas y sunitas.
Si
bien la letalidad de los ataques ha tendido a aumentar, son poco frecuentes los
atentados que causan más de 100 muertes. Donde estos más han ocurrido es en
Irak (29 veces), Nigeria (13), Pakistán (6) e India y Siria (4 en cada uno).
Mas de 90% de los atentados terroristas alcanzan sus objetivos más inmediatos
–el asesinato de civiles, policías, militares o funcionarios públicos. Esta
alta tasa de “éxito” se debe a la proliferación del uso de explosivos caseros
–que con frecuencia son activados por terroristas suicidas, otra práctica cuyo
uso también ha aumentado mucho–. 58% de todos los ataques terroristas son con
explosivos, y 34% con armas de fuego, mientras que el restante 10% usa otros
métodos. Solo 4% usa tanto armas de fuego como explosivos, pero los expertos
esperan que esta combinación aumente ya que su letalidad es casi tres veces
mayor que los ataques solo con armas de fuego.
Entre
2000 y 2014, 40% de todos los ataques terroristas fueron perpetrados por grupos
que no pudieron ser identificados. 60% de los grupos identificados corresponde
a un muy pequeño número de organizaciones: ISIS, Boko Haram, los talibanes, Al
Qaeda en Irak y Al Shabaab concentran 35% de todos los ataques que ocurrieron
en el mundo en los últimos 15 años. Solamente entre 2013 y 2014, ISIS perpetró
más de 750 ataques.
Es
interesante notar que uno de los blancos preferidos de los terroristas son los
medios de transporte, especialmente buses y trenes (concentran 62% de los
atentados en esta categoría).
El
terrorismo está aumentando y también se está
globalizando y transformando. Sus protagonistas, sus blancos, sus
tácticas y su manera de organizarse y de operar están cambiando. Las
capacidades de los Estados y las sociedades occidentales para enfrentar a los
terroristas también están cambiando. En algunos aspectos, las sociedades han
fortalecido sus defensas contra los terroristas. En otros aún son muy
vulnerables, tal como lo evidenciaron los ataques en Bruselas.
No hay
recetas simples para enfrentar esta amenaza. Es un fenómeno diverso que no
tendrá una solución única.
Pero
dentro de esta complejidad hay una estadística que vale la pena tener en mente.
La tasa promedio de homicidios en todo el mundo en 2014 fue de 6,24 muertos por
cada 100.000 habitantes, mientras que los muertos por terroristas fueron 0,47
por 100.000. Esto quiere decir que ese año por cada persona muerta por un
terrorista, ocurrieron 13 homicidios.
El
terrorismo es una amenaza importante del siglo XXI. Pero lamentablemente no es
la más grave.
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