Páginas

domingo, 3 de abril de 2016

Corona de Espinas por @miropopiceditor


Por Miro Popic


¿Cuánto tiempo hace que no comemos pescado? Si no lo hemos hecho antes, menos lo haremos en estos días de Semana Santa. Todos los indicadores alimentarios nos dicen que los venezolanos somos (o éramos) un pueblo carnívoro. Sin embargo no siempre fue así. Antes del primer desembarco de reses en Tierra Firme a comienzos de la conquista, éramos un pueblo eminentemente ictiófago.

PLATO ÚNICO

La proteína animal de nuestra cocina prehispánica se saboreaba entre espinas. Con 3.726 kilómetros de costa frente al mar Caribe (2.718 km) y parte del océano Atlántico (1.008 km), 1.700 kilómetros de playas, 311 islas, y varias decenas de miles de kilómetros de riberas fluviales y lacustres, no podía ser de otra manera.
Sin embargo hoy, el pescado es el gran ausente de la cocina venezolana, con una escasa presencia en las preparaciones tradicionales, salvo en las correspondientes a la cocina oriental e insular del país. Si ya era difícil comer pescado, ahora lo es más aún con esta inflación y el motor pesquero que se fue de vacaciones forzadas toda esta semana.

Prácticamente todos los escribidores de Indias que fabularon sus hazañas en el Nuevo Mundo, dan cuenta de la gran cantidad de peces que abundaban en los mares y ríos recién descubiertos por ellos, de las curiosas maneras que tenían de atraparlos, de las técnicas y herramientas diseñadas para sus capturas, y de la forma de comer y conservar su carne.

Gran parte del pescado consumido provenía de fuentes fluviales y lacustres, cuya captura se acrecentaba en épocas de ayunos, que eran bastantes, y que no se referían a la abstinencia de carne sino a una sola ingesta diaria “cuya cantidad no pase de ocho onzas, y su calidad sea frutas, dulces, etc., no pescado, huevos ni otras cosas, de que se componen las viandas del mediodía”, como estableció el Sínodo Diocesano de Caracas de 1687.

En época de cuaresma se incrementaba el consumo de pescado ante la prohibición de comer carne, cosa que no todos respetaban, especialmente los militares al servicio del rey (nada nuevo para nosotros). Fray Juan Antonio Navarrete, en Arca de Letras y Teatro Universal, da cuenta de un decreto de 1776 en el que les concedía a los militares alistados bajo las banderas del rey de España el poder comer carne todos los días de cuaresma, salvo el viernes y sábado de cada semana, y toda la Semana Santa, tal como lo reseña Pedro Cunill Grau en Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela. También se prohibía mezclar carne y pescado de una misma comida.

Para poder suministrar el pescado necesario y sustituir la carne en días de abstinencia, se permitía la pesca incluso en los día de guarda, donde, según el Sínodo Diocesano, “los pescadores podrán pescar, habiendo oído misa, en los días de fiesta de cuaresma, y en los demás del año, que cayeren en jueves, o vísperas de vigilia, exceptuando las pascuas, días de Corpus Christi, y Asunción de Nuestra Señora”. Ya desde 1579 hay documentos que indican como los indígenas de El Tocuyo “cada año, por cuaresma, traen pescados para sus encomenderos”. Desde la jurisdicción de Guanaguanare, en 1720, “sus ríos dan de 1.500 a 2.000 arrobas de pescado que llevan a vender en tiempo de cuaresma a los valles de Barquisimeto y al Tocuyo”. De los ríos cercanos a Valencia, según cuenta Antonio Manzano, en Ciudad de Valencia, de 1778, se sacaba abundante pesca para satisfacer la demanda: “Todos tienen peje, pero el de Valencia es con grande abundancia, pues cuando lo quieren coger, que lo hacen con facilidad, se abastece la Ciudad de él, de formas que la cuaresma, o días de Viernes, es admiración lo que produce pues dan por medio Real seis ó siete de más de cuarta de largos, ignorase el motivo de su mucha producción…”

02-04-16




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico