Carlos Alberto Montaner 06 de abril de 2016
¿A qué
nos referimos cuando calificamos de populista a un político o a un gobierno?
¿Cómo es posible colocar en el mismo saco a Donald Trump, a Bernie Sanders
(¿por qué no?) y a Nicolás Maduro? Dios los cría, los diablos de la derecha y
de la izquierda los separan, pero el populismo los junta.
Muy sencillo:
procediendo como se hace en medicina. Calificamos de “síndrome” ciertos
síntomas coincidentes. No sabemos exactamente qué causa la enfermedad, pero el
médico conoce, en líneas generales, cómo se comporta. Cuando están presentes
uno o varios de los síntomas, declara la existencia del mal en el paciente y
procede a tratarlo.
¿Cuáles
son esos síntomas del síndrome populista o neopopulista? Hemos identificado 15.
Basta con que estén presentes varios de ellos para proceder a diagnosticar como
populista a cualquier persona o gobierno que los exhiba.
Anotemos,
esos quince rasgos:
1)
Demagogos. Dicen o prometen cualquier cosa. 1 millón de casas, 5
millones de puestos de trabajo, reducir la jornada laboral y duplicar los
salarios. Da igual. No les importa mentir.
2) Proteccionistas.
Culpan a la competencia extranjera de muchos de nuestros males porque “en esos
países pagan salarios más bajos”. Proponen proteger la producción nacional
mediante impuestos a las importaciones. Detestan el comercio internacional y
nunca tienen en cuenta la perspectiva de los consumidores.
3) Intervencionistas.
Intervienen en los procesos productivos e interrumpen el libre juego de oferta
y demanda dando instrucciones sobre qué producir, cómo y a qué precio. Padecen
la “fatal arrogancia” que Friedrich Hayek les atribuía a quienes creían saber
más que el mercado.
4) Burocratizadores.
Suelen aumentar fatalmente la nómina de los empleados públicos. Eso tiene un
triple efecto pernicioso: encarece los costos fijos del Estado; complica y ralentiza
la creación de bienes y servicios al multiplicar innecesariamente los trámites
burocráticos; multiplica las formas de corrupción. La burocracia solicita
coimas para solucionar los problemas artificialmente creados por ella misma.
5) Clientelistas.
Generan una serie de subsidios o privilegios dirigidos a crear una legión de
estómagos agradecidos de quienes esperan una perruna conducta electoral. Parte
de esa clientela son los empleados públicos innecesariamente nombrados.
6) Gasto
público excesivo. Gastan desproporcionadas cantidades de dinero. Lo hacen
mediante la impresión inorgánica de papel moneda, la creación de deuda, casi
siempre internacional, o aumentando los impuestos y tributos, factor este
último que suele desembocar en la debilidad creciente del aparato productivo.
7) Inflacionistas.
Ese gasto público gigante suele transformarse en inflación. Las cosas y los
servicios cada vez valen más, lo que significa mayores carencias para la
población.
8) Devaluación.
El gasto público excesivo, la deuda pública incontrolable y la creciente
incapacidad para competir provoca frecuentes devaluaciones. El gobierno ajusta
la economía mediante la pérdida de valor de la moneda propia ante las divisas
extranjeras. Eso empobrece al conjunto de la población.
9) Corrupción.
Entre las medidas más frecuentes de los gobiernos populistas están los cambios
preferenciales de moneda, la selección de sectores privilegiados a los que se
les asignan subsidios, las licitaciones amañadas y los bancos sectoriales.
Todas estas son oportunidades para generar negocios turbios capaces de
enriquecer a los políticos y funcionarios deshonestos en contubernio con los
empresarios del mismo jaez.
10) Violación
descarada de las reglas para perpetuarse en el poder.Cambian una y otra vez
las Constituciones para adaptarlas a sus ambiciones de mando.
11) Contubernio
entre las empresas y los políticos corruptos. Los gobiernos populistas son
el marco perfecto para el “capitalismo de amiguetes” o crony capitalism.
Los políticos corruptos enriquecen a los empresarios cortesanos, y estos, a su
vez, les devuelven los favores a los políticos corruptos. Se completa el
círculo vicioso.
12) Altos
impuestos. Los aumentan para financiar el gasto público desbocado, la
corrupción rampante y el resto del dispendio.
13) Debilitamiento
del sistema judicial. Colocan el Poder Judicial al servicio del Ejecutivo.
Los fiscales y jueces no responden a leyes abstractas y neutrales, sino a las
órdenes del presidente populista.
14) Nacionalismo
exacerbado. El relato oficial se vuelve peligrosamente nacionalista.
Hay un componente demagógico en todo esto. Secuestran a los personajes de la
historia (Bolívar, Martí, Duarte, Morazán) y los colocan al servicio del
régimen populista. Cualquier crítica hecha por un extranjero se convierte en
una ofensa a la patria.
15) Antiamericanismo.
Los populistas necesitan un enemigo externo. En el pasado fueron los franceses
o los británicos. Hoy son los norteamericanos. Carlos Rodríguez Braun, un
notable economista hispano-argentino, suele decir que el mejor amigo de los
latinoamericanos no es el perro, sino el chivo expiatorio. Una criatura a la
que los populistas suelen culpar de todos los males de este mundo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico