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domingo, 7 de agosto de 2016

Dios manifiesta su amor transfigurándolo todo, por @Pontifex_es



Papa Francisco 06 de agosto de 2016

Santo Evangelio según San Lucas 9,28b-36

Jesús se transfigura ante sus apóstoles: "Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". El no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: "Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo". Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto". Palabra del Señor.

Reflexión del Papa Francisco:

Jesús toma la decisión de mostrar a Pedro, Santiago y Juan una anticipación de su gloria, aquella que tendrá después de la Resurrección, para confirmarlos en la fe y alentarlos a seguirlo en el camino de la prueba, en el camino de la Cruz. Y así sobre un monte alto, en profunda oración, se transfigura delante de ellos: su rostro y toda su persona irradian una luz resplandeciente.

Los tres discípulos se asustan, mientras una nube los envuelve y de lo alto resuena – como en el bautismo del Jordán – la voz del Padre: «Este es mi Hijo, el amado: ¡escúchenlo!». Y Jesús es el Hijo hecho Servidor, enviado al mundo para realizar por medio de la Cruz el plan de salvación. ¡Para salvarnos a todos nosotros! Su plena adhesión a la voluntad del Padre hace que su humanidad sea transparente a la gloria de Dios, que es el Amor.

Así Jesús se revela como el ícono perfecto del Padre, la irradiación de su gloria. Es el cumplimiento de la revelación; por ello junto a Él transfigurado aparecen Moisés y Elías, que representan la Ley y los Profetas. Esto significa que todo termina e inicia en Jesús, en su Pasión y en su Gloria.

El mensaje para los discípulos y para nosotros es este: “!Escuchémoslo!”. Escuchar a Jesús. Es Él el Salvador: síganlo. Escuchar a Cristo, de hecho, significa asumir la lógica de su misterio pascual, ponerse en camino con Él para hacer de la propia existencia un don de amor para los demás, en dócil obediencia a la voluntad de Dios, con una actitud de desapego de las cosas mundanas y de libertad interior.

Es necesario estar listos a perder la propia vida, donándola para que todos los hombres se salven y nos encontremos en la felicidad eterna.

El camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad. No lo olvidemos: ¡el camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad! Habrá siempre en medio una cruz, las pruebas, pero al final siempre nos lleva a la felicidad.¡Jesús no nos engaña! Nos ha prometido la felicidad y nos la dará, si nosotros seguimos su camino

[...] En realidad el Amor es capaz de transfigurar todo: ¡el Amor transfigura todo! ¿Creen ustedes en esto? ¿Creen? … Me parece que no creen tanto por aquello que escucho… ¿Creen que el Amor transfigura todo?... (Reflexión antes del rezo del Ángelus, 01 de marzo de 2015)

Diálogo con Jesús

Padre amado, Tú me has hablado y me sigues hablando hoy en todos los momentos de mi vida, en toda manifestación de gestos humildes de personas que me acompañan y en los actos de caridad que cada día puedo apreciar. Muchos son los ruidos del mundo que quieren apartar mis oídos y mi corazón a tu voz y a tus milagros. Te pido que me ayudes con tu gracia a saber reconocer tu luz en las circunstancias y situaciones que vaya viviendo. Quiero experimentar tu amor que sana todo los sentidos, ese amor que borra las heridas de mis faltas y da fuerza para vencer toda tentación que quiera atarme al oscuro mundo del pecado. Tu amor es más grande que todo mi dolor, tu perdón es más grande que toda mi inmundicia interior, que todas mis infidelidades y mis traiciones continuas a la libertad que me has concedido. Quiero sentir hoy, a través de tu perdón, que transfiguras mi alma y corazón, que haces resplandecer mi alma de alegría y me haces sentir amado en la presencia gloriosa de tu ser. Te abro mi corazón, deseo estar contigo en la intimidad de la oración, quiero dejarme transformar por tu poderosa presencia, y convertirme en un luchador incansable que tiene por bandera la esperanza. Te entrego toda mi voluntad, muévela y dirígela con la incandescencia de tu presencia, con el ardor del fuego de tu amor. Ayúdame a encontrar caminos llenos de paz, llenos de esa calma que tranquiliza toda angustia y me hace vivir confiado bajo tu protección y amparo. Amén

Propósito de hoy:
Pasaré por una Iglesia cercana y dialogaré con Jesús unos 15 minutos frente al Sagrario, adorándolo y agradeciéndole por todo el amor concedido

Reflexionemos juntos esta frase:
"Donde haya odio y oscuridad, pongamos un poco de amor y de esperanza, para darle un rostro más humano a la sociedad". (Papa Francisco)

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