Por Susana Morffe, 17/09/2016
Faltando solo un
día, desde el momento de escribir estas líneas, estamos felices de librarnos,
todos los residentes de Margarita y Coche, de semejante pesadilla durante una
semana de crispación, volatilidad y opresión incomparable en la historia de la
tierra guerrera del oriente venezolano que lucho por su libertad con honra y
con sed de democracia.
La XVII Cumbre de Países No Alineados
sirvió para preparar milicias con jóvenes venezolanos quienes han sido manipulados
por ideas de liberación de un supuesto resurgimiento de colonización y ataque del
imperialismo, con argumentos cubanos desproporcionados, cuyo fin es llevar a la
población a vivir en miseria y luchar
por ídolos caídos y desaparecidos en su obsesión de patria libre.
Ver en foto y
presenciar al rojo vivo la decadencia poblacional instalada con las innumerables carpas abiertas para una
convivencia expuesta a las miradas de los transeúntes, no dejo la menor duda
del retroceso impuesto por el comunismo; ni los indígenas, en el tiempo de la
colonización, quisieran repetir algo semejante a lo vivido en la isla de
Margarita.
Los que estuvieron
presentes en las entrañas de la “cumbre” se sintieron en “otro mundo”, mientras
que muy cerca la convivencia reinaba en un “mundo paralelo del terror y la
asquerosidad”. Necesidades fisiológicas fueron sembradas a lo largo de una zona
que en otro momento fue espacio para la recreación y disfrute. Allí pasó de
todo. Con una mágica acción, estilo Freddy Krueger, nuestra perla del Caribe se convirtió en la
isla del terror.
Esa manera de humillar a la gente es muy
propia de los cubanos hechos en revolución, ubicar a los ciudadanos en
campamentos es el modo exacto de convivencia guerrillera. Le hicieron honor al
evento más cuestionado en Venezuela y el mundo sobre los países “No Alineados”,
con los pueblos alienados.
Fueron muchos de los 120 presidentes
invitados que no asistieron a ésta XVII cumbre y en su lugar enviaron a delegaciones
de embajadores y cancilleres. Venezuela fue el peor escenario para este evento
empañado por una crisis social venezolana que hunde sus raíces en un comunismo
disfrazado de democracia.
Claro que también una minoría de
benefactores, agradecidos por las “bondades” de los funcionarios en el poder,
manifestaron que la cumbre fue todo un éxito irrepetible por la cuantiosa suntuosidad
que permitió la invisibilidad de la verdadera realidad de hambre, inseguridad y
enfermedad social de Venezuela. Pero que va, si algunos no la vieron, la
pudieron sentir y escuchar con los estruendosos cacerolazos que repicaron todas
las noches en los alrededores de la cumbre, bajo las amenazas de los colectivos
y policías del régimen.
Queda ahora recoger los desperdicios
ideológicos y fisiológicos de tanta gente que sigue confundida entre vivir en
una cumbre de enajenados con el dinero del pueblo y asistir a una cumbre para un
fin común.
Los que sí están agradecidos con el final
de la cumbre popular capitalista son los residentes de Margarita; asumen su
lucha de escasez y malos servicios por un gobierno regional, el más gris en los
últimos años, que solo arregla la isla cuando le conviene. Los margariteños
desean ser libres de indeseables foráneos que irrumpen en el territorio para
deshonrar el gentilicio insular.
No vuelvan pronto, bien lejos. La
Declaración en Margarita debería incluir la construcción de una isla auténtica,
con calidad de vida, si esconder en trampas petroleras una fantasía de Peter
Pan en un disparate de País del Nunca Jamás.
Susana Morffe
@susanamorffe
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