Por Damián Prat C.
Así fue en el Chile que
venció a Pinochet
¿Acaso es muy difícil
entender cuan cuesta arriba resultaba para las fuerzas
democráticas chilenas, ilegalizadas, perseguidas y criminalizadas, enfrentar el
desafío de derrotar al sátrapa, asesino (y corrupto) Pinochet en el plebiscito
de 1988, tras 15 años de dictadura? Para empezar ese plebiscito violaba la
Constitución (la de la propia dictadura) que establecía una elección
presidencial, pero Pinochet con algún fallo judicial complaciente (tipo TSJ) lo
transformó en un plebiscito para estar 8 años más en el poder. Confiaba en que
su control político y social, el miedo desatado mediante el terrorismo de
Estado y el cierre casi total de espacios a la oposición, le darían el triunfo.
No pocos opositores -especialmente en la extrema izquierda- acusaban que
participar era ser colaboracionista con la dictadura, porque “es
imposible ganarles con tanto abuso y ventajismo. Todo está arreglado” ¿Les
suena familiar elargumento? Los extremistas siempre son iguales. Las mismas
estupideces estériles. Había que luchar sin rendirse. Nada de la bobería del
abstencionismo. Ni siquiera bajo el argumento nada desdeñable que “los
militares no aceptarán perder. Si se les derrota con votos harán un arrebatón”.
Trataron, sí, lo intentaron, pero no pudieron.
Los luchadores democráticos optaron
por luchar pese a la abrumadora desventaja… ¡y ganaron!, derrotando al poderoso
sátrapa. Derrotaron con lucha, coraje y votos al que había asesinado a miles,
responsable de miles de casos de tortura, desapariciones y culpable de cientos
de miles de exiliados. El Sebin arbitrario de allá, el que sembraba pruebas,
encarcelaba, hostigaba, abusaba se llamaba Dina.
La Concertación Democrática,
agrupando al Partido Socialista (el socialismo democrático), el Partido por la
Democracia, la Democracia Cristiana y algunos otros se montó en el desafío. Una
alianza variopinta de centro, centroizquierda y centro derecha. Unas pocas
condiciones logradas por la presión internacional (OEA, UE, EE UU, etc.) les
permitía actuar legalmente en un comando por el NO. Pinochet disponía
de todo el poder, el control de los medios, la censura, el miedo, los recursos
públicos e incluso era el Ministerio del Interior (bajo el mando de un militar)
quien conducía el proceso electoral y totalizaba los votos. Los espacios de
propaganda en los medios y movilizaciones de calle apenas tenían unos escasos
permisos aunque fueron aprovechados con gran inteligencia y determinación. La
dirigencia política hizo su trabajo, tras pagar mucha represión, organizando la
lucha, diseñando una ruta democrática. El pueblo hizo el trabajo con coraje al
votar masivamente NO. No mordieron los peines de la provocación de la
violencia donde habrían sido derrotados porque Pinochet allí tenía todo el
control. El dictador trató de desconocer el resultado. No pudo porque el pueblo
hizo lo suyo con firmeza junto a la dirigencia política que mostró serenidad y
control junto a la firmeza. Entonces se fracturó la unidad monolíticadel
poder militar. Pinochet pudo imponer luego algunas condiciones de supervivencia
pero la democracia triunfó. Fin de la dictadura (*).
¿Y en la Polonia
comunista?
Imagine el lector el
enorme desafío que supuso para los luchadores de Solidarnosc (Solidaridad), en
su mayoría trabajadores de las industrias junto a unos cuantos intelectuales,
comenzar a luchar por imponer un sindicato independiente, que en el “gobierno
de la clase obrera” (burla e ironía), no podían existir y eran ilegales.
Sindicato para que discutiera condiciones de trabajo con el patrono-gobierno.
Persecuciones, amenazas, despidos (como los de Sidor, Corpoelec, Seniat, etc.),
encarcelamientos. Hubo huelgas, incluso huelga general, aguantaron represión,
en ocasiones lograron triunfos parciales pero muchas veces los atropellos
causaron retrocesos. Walesa y los otros líderes de Solidaridad fueron
despedidos de los astilleros Lenin de Gdansk y otras industrias. En otra
ocasión fue encarcelado un año y luego liberado. No hay que olvidar que además
de un gobierno totalitario y dictatorial, Polonia era parte del llamado Pacto
de Varsovia con dominio militar y ocupación de la URSS. La protesta creció
y creció junto a la organización de los trabajadores y el pueblo.
El gobierno comunista se fue
debilitando, a lo largo de varios años en los que hubo avances y retrocesos,
con cada vez menos apoyo popular. La crisis forzó un cambio y los jerarcas
militares comunistas fueron colocados por el aparatchik, a cargo del
gobierno. La lucha popular crecía aunque no faltaban los puros y los sembradores
de derrotismo que aseguraban que “no se podrá vencer salvo en una guerra
porque los comunistas nunca cederán el poder”. Gracias a Dios que Lech Walesa y
los luchadores de Solidaridad -acusados a veces, por insólito que parezca, de
colaboracionistas o cuando menos ingenuos- no cedieron ante los sabihondos.
Entre carcelazos, atropellos de todo tipo, represión, nunca se salieron de su
norte: conquistar espacios democráticos y justicia social. Su casi único aliado
era la Iglesia en un país de enorme tradición católica. El obispo Wojtila se
convirtió en Papa, Juan Pablo II. La organización popular y la lucha siguieron.
El gobierno militar comunista debilitado, se vio forzado a negociar. ¡El
general Jaruzelski, dictador comunista, fue hasta el Vaticano a dialogar con
Juan Pablo! Fin de mundo. No faltaron los duros de cafetín (en esos
tiempos no había internet ni redes sociales, si no imaginen) que lanzaron
rumores de sospecha de traición porque “¿quién puede negociar o
dialogar nada con comunistas?”.
La crisis económica y política del
régimen, la lucha perseverante que exigía que los sindicatos fuesen reconocidos
por el gobierno, varias huelgas generales y grandes concentraciones, más las
presiones políticas lograron que en 1988 -antes de la caída del muro de Berlín-
el gobierno comunista se viera forzado a aceptar algunos cambios. Esta vez no
era posible la invasión de los tanques soviéticos como en Checoslovaquia en
1968. En abril de 1989 Solidaridad fue legalizada y ese año se convocaron
elecciones parlamentarias. ¡Fin de mundo! El gobierno comunista, de todos
modos, controlaba la prensa y todo. Los circuitos electorales fueron
organizados para que el “Partido único de los trabajadores”, es decir, el
partido comunista y sus militares lograran mayoría aún con menos votos. Pero el
triunfo de Solidaridad y sus aliados democráticos fue tan abrumador que la cosa
fue al revés. Los cambios fueron indetenibles. Al poco Walesa fue jefe de
gobierno. Nunca más partido único ni dictadura comunista. Con lucha, con
sacrificios, con negociaciones y con votos. Sí, con votos.
Dos casos que, por supuesto,
aquí apenas esbozamos muy sintéticamente. Dos dictaduras brutales semejantes.
Una de extrema derecha militarista. La otra comunista y también militarista.
Ambas derrotadas. Cada una en sus circunstancias muy diferentes pero también
con elementos comunes: lucha y sacrificios perseverantes de años, cero soluciones
mágicas falsas. Nada de resignarse ni pasividad y al mismo tiempo nada de loqueras.
Organización y participación. Liderazgo político consistente. Construcción de
una nueva mayoría nacional. Votos, para ganar, cuando se pudo obligar a ambos
regímenes a aceptar elecciones y a pesar de las condiciones de brutal
desigualdad. Diálogo y negociación cuando los gobiernos totalitarios, bajo
presión, tuvieron que aceptarlo.
Cuenten conmigo siempre.
Siempre
En esta Venezuela de hoy,
arruinada por una claque de corruptos dizque socialistas. Sometida a una
brutal crisis económica y social causada por una mezcla de estupidez ideológica,
irresponsabilidad, derroche, megacorrupción y poder absolutista impune, el 80%
del pueblo venezolano pide cambio y hacer uso del recurso CONSTITUCIONAL,
DEMOCRÁTICO Y ELECTORAL del referéndum revocatorio. El CNE controlado por el
régimen ha puesto toda clase trabas y obstáculos, tratando de impedirlo o
aplazarlo hasta el infinito, violando leyes, su propio reglamento y la
Constitución. Hoy, cuando esta edición esté impresa y circulando tendremos un
nuevo episodio clave de esta lucha.
Esta Venezuela luchadora y
democrática tiene hace rato una nueva mayoría nacional. Con un liderazgo
político que ha conducido esta reconstrucción, mediante una clara e
indeclinable ruta democrática, en Unidad y con mucho trabajo y esfuerzo. Esa
nueva mayoría se expresó el 6D con un abrumador triunfo electoral
parlamentario. Se manifestó maravillosamente el 1S en las calles. También en la
protesta popular de Villa Rosa en Margarita que reflejó a miles de luchas
populares, sindicales, gremiales. El régimen entró en una severa crisis de
gobernabilidad que tratan de parapetarla con represión y tropelías. No ha sido
fácil ni será fácil lo que resta de esta lucha, porque el régimen aún acumula
mucho poder y control institucional indigno, poder militar y represivo. Aun
gana en el terreno de la fuerza y la violencia, pero Venezuela y su pueblo la
ganaremos. Conmigo cuenten siempre.
(*) Ver en YouTube 1. El
dedo de Lagos. Un micro revelador. 2. El filme No. 3. El documental Chile:
la historia NO contada
15-09-16
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