Por Adelaida Padrón
La escasez de ingresos de la
nación complica el panorama
El desabastecimiento lleva
años marcando la cotidianidad del venezolano, aunque en lo que va de 2016 el
problema ha alcanzado niveles extremos. De hecho, la escasez se ubica junto a
la inflación en el tope de los principales problemas de los que se quejan los
venezolanos, por encima incluso de la inseguridad. Esto es reconocido por el
Gobierno de Nicolás Maduro, que ha colocado el abastecimiento como la prioridad
de sus medidas económicas y como el centro de su estrategia para lo que resta
de año en un ambiente de fuerte presión política y malestar social. Pero ¿por
qué hay escasez en Venezuela y cómo superar esta situación?
1.- El fenómeno
El indicador de escasez mide
la proporción de establecimientos en los cuales un producto determinado no se
encuentra a disposición del consumidor en ninguna de sus distintas marcas o
presentaciones. El Banco Central de Venezuela dejó de suministrar información
oficial sobre el índice de escasez desde el primer trimestre de 2014, cuando
llegó a 25,3%.
En la actualidad las
estimaciones de este indicador las proveen algunas firmas privadas dada la
ausencia de cifras oficiales. Datanálisis, por ejemplo, sostenía al cierre del
primer semestre de 2016 que la escasez de productos básicos en Caracas era de
82,3% y que en algunos estados del interior del país era superior.
El Centro de Documentación y
Análisis para los Trabajadores (Cenda) indicó en su más reciente reporte que en
el recorrido para calcular el valor de la canasta alimentaria de julio se
observó que en los establecimientos visitados 22 productos alimenticios, de los
60 contenidos en dicha cesta, no se consiguen con regularidad.
Estas dificultades para
conseguir alimentos de forma regular y suficiente han sido la causa principal
de una creciente oleada de protestas y manifestaciones que en los primeros seis
meses del año sumaron 954 eventos, 90% más que en igual lapso de 2015, según el
Observatorio Venezolano de Conflictividad Social.
Pero las fallas de
abastecimiento no son algo reciente, al contrario, desde hace diez años se
registran reportes constantes sobre este problema.
En 2007, cuando se hizo el
referendo sobre la reforma constitucional, el Presidente Hugo Chávez atribuyó
parcialmente la derrota de su propuesta a la escasez de varios rubros básicos,
en particular de la leche, que según algunos analistas para este producto en
particular se ubicaba entonces en cerca de 90%.
2.- El modelo
Tras los hechos políticos y
el paro económico de 2002 y 2003, el Gobierno de Hugo Chávez decidió
profundizar una estrategia que buscaba darle más peso al Estado. A partir de
esta coyuntura se activaron los controles de cambio y de precios, que todavía
están vigentes en el país, y se inició un progresivo esquema con el cual el
Estado ganó espacios dentro de la economía, donde opera como actor y regulador
a la vez.
Silos, almacenadoras y
plantas del sector agroindustrial se fueron añadiendo a una larga lista de
intervenciones, expropiaciones y estatizaciones bajo la idea del Gobierno de
reservar al control estatal sectores que eran considerados estratégicos. En ese
proceso cerca de 4 millones de hectáreas también pasaron a manos del Estado a
través de la política de rescate de tierras.
En 2004 se creó el
Ministerio de Alimentación con la idea de garantizar la soberanía alimentaria e
impedir que acciones del sector privado, como el paro económico, pudieran
desestabilizar al país.
El Estado alcanzó así una participación
significativa en áreas clave de la agroindustria como café, arroz, aceite y
azúcar, llegando en algunas, como esta última, a convertirse en el principal
productor. En el caso del procesamiento de maíz se sumaron las empresas Bravo
Cacique, Socopó, Zamora Vive, Francisco de Miranda, Proarepa, Pronutrico, La
Veguita, Guanare, Valle Guanape y Juana Ramírez “La Avanzadora”.
Sin embargo, los resultados
operativos de todas estas industrias estatales no han sido los esperados. La
investigación “Gestión en rojo: Evaluación de desempeño de 16 empresas
estatales y resultados generales del modelo productivo socialista”, publicada
en 2011, mostraba que el universo evaluado no era autosustentable, dependía
altamente del Estado, y mostraba un bajo nivel productivo. Seis años después la
realidad no es muy diferente.
Juan Arias, actual ministro
de Industrias Básicas, ha indicado en varias oportunidades que se han sumado
unas 500 empresas a la red estatal. Este funcionario lleva desde 2014
trabajando en la reactivación de estas unidades, acerca de las cuales ha
admitido que quedan algunas improductivas, aunque hay algunos casos exitosos,
como Industrias Diana. “En el campo, con las fincas, hemos tenido más
problemas, porque estaban productivas, las tomamos y los resultados no han sido
muy beneficiosos”, reconoció.
3.- La producción
En el año 1998 la actividad
manufacturera tenía un peso de 17,3% del Producto Interno Bruto (PIB), pero en
2013 sólo representaba 13,9%, un dato que muestra la pérdida de fuelle de la industria
dentro de la actividad económica nacional.
Desde el año 2008 se acentuó
el debilitamiento de la industria, según lo muestran las mismas cifras del BCV,
un hecho que muchos analistas atribuyeron al modelo económico y en especial a
las distorsiones generadas por los controles. Durante 2009 y 2010 el sector
industrial experimentó una contracción, ligeramente compensada en 2011 y 2012,
para regresar a un cuadro recesivo prácticamente en todo 2013, 2014 y 2015.
Este último tramo vino de la
mano de un progresivo cierre del flujo de divisas asignadas al sector privado.
Entre 2014 y 2016 las liquidaciones a estos actores económicos han caído en
85%, algo de lo que se han quejado los voceros del empresariado a lo largo de
estos años.
Ya que en el país no hay
libre convertibilidad de la moneda, todos los sectores de la vida nacional
deben acudir al Gobierno a cambiar bolívares por dólares para poder hacer
compras externas, así que el mercado es altamente sensible a cualquier
alteración en el flujo de divisas autorizadas por las autoridades.
El descenso reportado se asocia a un menor ingreso por las ventas de petróleo, lo que llevó en general a que entre 2012 y 2015 se diera una caída de 44% en las importaciones, según las cifras oficiales. Sin embargo, en el fenómeno general también influyó un cambio en la composición de las importaciones, ya que entre 2003 y 2015 el sector público pasó de concentrar un 20% hasta llegar a 50% del total de las compras externas, desplazando así al sector privado.
Al inicio de 2016, diversos
gremios empresariales argumentaron que el sector privado acumulaba solicitudes
de divisas pendientes, por importaciones y repatriaciones de dividendos, que en
total se acercaban a los 20 mil millones de dólares, un elemento que estaba
limitando las posibilidades de seguir haciendo compras en el exterior y
sostener la producción.
En marzo pasado Cavidea,
Fedeagro, Asofrigo, Aicar, Fedenaga, Fesoca, Fevearroz, Venmaíz, Afaquima,
Asoprohuevos, Asoprole, Afodiza y Avesem emitieron un comunicado público donde
alertaban ante la crisis de abastecimiento que se registraba en el país, en el
cual solicitaban que se buscaran vías para reconocer los compromisos con
proveedores internacionales, que debido a la restricción en la liquidación de
divisas habían cerrado las líneas de crédito internacionales para la compra de
materias primas y bienes de capital básicos para producir.
“Por cada dólar que se
invierte en la importación de insumos esenciales se ahorran 15 dólares en
importación de alimentos y se contribuye a reactivar los circuitos
agroalimentarios y la economía nacional”, argumentaban al solicitar un
reordenamiento en las asignaciones de divisas.
Puntualmente Cavidea
advirtió sobre la profunda caída que se observaba en algunas líneas de producción
de la agroindustria, y solicitó soluciones urgentes para poder tener acceso a
materias primas.
En junio de este año el 50% de los afiliados a la Confederación Venezolana de
Industriales (Conindustria) dijo haber operado en el primer semestre a entre
30% y 50% de su capacidad instalada. De igual manera un 47,5% señaló poseer un
inventario menor a 3 meses, lo que encendía las alarmas sobre la escasez que
estaba por venir.
4.- La guerra
Desde las filas del Gobierno
sostienen que la muerte de Hugo Chávez marcó un hito en el comportamiento de la
economía, algo que atribuyen a los planes de la derecha para desestabilizar al
país e impedir la continuidad del proceso revolucionario.
Como balance de 2013, el BCV
afirmó que “las alteraciones más serias, detectables a partir del último
trimestre de 2012, las registraron los indicadores de precios al consumidor y
de escasez, que luego permanecieron en niveles inusuales a lo largo de 2013. La
enfermedad y el fallecimiento de nuestro líder, Comandante Hugo Rafael Chávez
Frías, fueron aprovechados por ciertos sectores de la oposición política, y
algunos empresarios, para agudizar artificialmente el deterioro de las
variables económicas”.
Luis Salas, ex
vicepresidente del Área Económica, escribió que “la guerra económica debe
entenderse antes que cualquier otra cosa, precisamente, como una guerra. Y en
cuanto tal, supone la voluntad tanto de imponerse sobre el otro como de crear
las condiciones que así lo permitan. Desde este punto de vista, como toda
guerra, ‘es la continuación de la política por otros medios’, en este caso, a
través de la manipulación y el sabotaje de los medios ‘económicos’ tanto
aquellos que tienen que ver con el comercio diario como las variables
monetarias, financieras y fiscales”.
En su estudio “22 claves
para entender y combatir la guerra económica” argumentó que “los ingenieros de
la guerra económica conciben la sociedad como una manada de potenciales
salvajes que cuando las cosas se tuercen un poquito, se atacarán entre ellos.
Es la teoría de la pelea de perros aplicada a la economía”.
En su opinión, a la par de
muchos de los voceros oficiales, la escasez en Venezuela es inducida por parte
de los integrantes del sector privado. De allí que si las empresas necesitan
divisas para importar la sugerencia es que utilicen sus propios dólares para
tal fin.
La restricción en la
asignación de los dólares se maneja bajo un criterio de acupuntura, como ha
explicado el Ejecutivo, para dejar de sostener a la burguesía parasitaria que
lleva adelante la guerra económica. Esta es una propuesta del asesor Alfredo
Serrano Mancilla, para quien “se requiere de una suerte de acupuntura de tal
manera que se les dé un uso anti inflacionario, productivo y pro crecimiento a
las divisas disponibles”.
De igual manera ante la
llamada guerra económica el Gobierno de Nicolás Maduro se ha provisto de una
declaratoria de Estado de Excepción y Emergencia Económica, mientras ensambla
la Agenda Económica Bolivariana.
5.- Las acciones
El deterioro progresivo del
aparato productivo ha hecho a Venezuela más dependiente de las importaciones.
Además, el cierre de las compras en el exterior termina mermando la oferta de
bienes y servicios, ya que un 60% de lo que se importa corresponde a insumos,
materias primas y bienes de capital, que son fundamentales para que las
empresas puedan producir en el país.
Cuando este año el Gobierno
indicó que para este año proyectaba que las importaciones totales rondaran los
20 mil millones de dólares, diversos economistas reaccionaron alertando sobre
las consecuencias de esta decisión, ya que ese monto sólo es equivalente a 700
dólares para atender todas las necesidades de importación por habitante a lo
largo de 2016.
Econométrica planteó
entonces que un recorte de 40% en las importaciones con respecto a las
reportadas en 2015, dada la grave situación de escasez que vivía el país, era
una medida “inviable desde el punto de vista social”.
Algunos economistas creen
que el Gobierno a la hora de repartir los pocos petrodólares disponibles ha
privilegiado el pago de los compromisos de deuda externa por encima de las
importaciones, una decisión que debería revaluarse dada la situación actual.
Al cierre de junio el
ministro de Comercio Exterior, Jesús Faría, admitió que “no hubo
(importaciones) en dos meses y medio, casi tres meses. Era una situación de
muchísima restricción”. En ese mismo contexto dijo que a partir de julio
comenzaría a percibirse una mejora en la oferta porque se reportaría el ingreso
de mercancías al país.
Y así ha ocurrido. Desde
julio comenzó un ligero repunte en las importaciones, lo que ha oxigenado los
planes de ataque a la escasez lanzados por el Gobierno como son los Comité
Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) y la Gran Misión de
Abastecimiento Soberano en conjunción con las Fuerzas Armadas.
Para el último cuatrimestre
del año el Gobierno prevé una profundización de estos planes mientras avanzan
las estrategias productivas a escala general en sus distintas vertientes. Se
trata de las que desde febrero se intentan ensamblar en el Consejo de Economía
Productiva, las contempladas en los 15 motores productivos, las que están
asociadas a los vértices estratégicos de la Gran Misión Abastecimiento Soberano
y las que se vinculan al poder comunal y a los planes de agricultura urbana.
Sin embargo, las
importaciones que se están registrando son limitadas y esencialmente las hace
el Estado, lo que ya revela que no alcanzan a los volúmenes requeridos para
satisfacer las necesidades del mercado interno. La escasez de ingresos de la
nación complica el panorama.
Existe coincidencia entre
todos los sectores del país en que es urgente buscar recursos. Para los
analistas esto podría resolverse si en el país se hace un ajuste en los
controles de cambio y de precios, y se busca asistencia financiera externa
mientras se crean mejores condiciones para la reactivación de inversiones en
los sectores productivos. El Gobierno sostiene que el modelo económico se
sostendrá mientras sigue intentando levantar recursos por diversas vías, como
la liquidación de activos externos de la nación y la negociación de contratos
de explotación minera en el país.
En medio de la coyuntura
vale la pena revisar unos argumentos dados por el Banco Central de Venezuela
para analizar los resultados económicos de 2004, cuando el Índice de Precios al
Consumidor cerró en 19,2%: “El principal factor que contribuyó a atenuar la
inflación fue el importante crecimiento de la oferta agregada (24,9%), el cual
estuvo impulsado, entre otros, por la reducción de la capacidad ociosa de las empresas
y por la fluidez en la entrega de divisas para la importación de bienes y
servicios por parte de Cadivi; en su conjunto, estos elementos permitieron
disminuir la ausencia y escasez de productos, y fomentar la competencia”.
15-09-16
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