JOSÉ LUIS FARÍAS 05 de septiembre de 2016
Corto
y picante:
Cuando
han transcurrido casi 18 años del inicio de este experimento revolucionario
devenido en un horrendo crimen contra la patria, los venezolanos hemos comenzado
a sentir nuevamente -ya lo sentimos en abril de 2002-, que estamos en los
albores de una nueva época que pondrá fin a la pesadilla.
Este 1
de septiembre se pudo saldar la deuda contraída con nosotros mismos el 6 de
diciembre pasado. Momento en el cual los excesos de cautela, las diferencias,
la falta de liderazgo, la ausencia de claridad política y ciertas miserias
impidieron la celebración masiva en las calles del triunfo electoral. No fuimos
capaces de exhibir al mundo, en una gran movilización, que los demócratas somos
mayoría y sobre todo no fuimos capaces de que en esa celebración nos
reconociéramos con el hermano, con el compañero de lucha, como partes, todos,
de un mismo anhelo: reconstruir la democracia como la base para la
reconstrucción del país. Haberlo hecho nos hubiera permitido empoderarnos,
sentirnos dueños de nuestros destino, tal cual nos sentimos hoy después de esta
fabulosa jornada pacífica. Y seguramente nos hubiéramos ahorrado tiempo y
sufrimientos. El #1S enmendamos el error.
Pero
dejemos de lado lo contrafactual. Vayamos al resultado. A pesar de todo lo que
se ha hecho y se hace para destruirla, Venezuela, la Venezuela democrática,
sigue en pie. Eso es constatable en cada venezolano. Hoy la nación no sólo
subsiste, se eleva retadora, ambiciosa, soñadora de una patria tolerante y
solidaria. Se muestra capaz de evitar que nuestro enemigo no sea otro
venezolano igual que nosotros, que nuestro proyecto político no pueda fundarse
en el exterminio de los portadores del proyecto adversario. Sabe que para
quienes llevan sobre sí la tenebrosa responsabilidad de haber vertido sangre de
hermanos, de hambrear al pueblo, de destruir la base material de la república,
de dilapidar los bienes nacionales, de robar los dineros públicos, habrá de
operar el largo brazo de la justicia. Y que sobre los males causados deberá
emerger el mayor bienestar posible.
Como
siempre hay cínicos preguntando ¿qué se logró?. Debemos responder que poner más
de un millón de personas en las calles de Caracas y otro tanto en las del resto
de las ciudades del país, sin recursos, sorteando todo tipo de obstáculos, sin
caer en la violencia pese a las provocaciones, además de ser una demostración
mayoritaria de convicción democrática, es el primer acto de una obra cuyo final
será la definitiva caída de este oprobioso régimen.
¿Cómo?
Ya el propio pueblo será el encargado de marcar la ruta democrática, pacífica y
constitucional a seguir porque nada nos va sacar de ese camino. No nos
desesperemos. Logramos nuestro objetivo, demostrar al mundo que “El único
muerto del #1S es el que mentó madre”, como lo escribió el gran manchetero
popular del siglo XXI, el dignísimo “señor del Papagayo” en un despliegue de
humor, ironía, agudeza, creatividad, ingenio, inteligencia, coraje, contundencia,
verdad y tantas cosas más en su mensaje.
PD:
ordenaron investigar cuáles fueron los altos funcionarios que sacaron del país
a sus familias en la víspera del #1S, el resultado fue sorpresivo.
Otrosí:
el “gran mediador” anda desesperado buscando legitimidad, dejó colar la especie
de que no hubo represión el #1S porque él vino a Venezuela a exigírselo al
régimen en nombre de la comunidad internacional.
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