Por Damián Prat C.
Es extraño y paradójico,
pero Venezuela hoy vive los tiempos más oscuros para el periodismo y al mismo
tiempo un reimpulso luminoso de periodismo de coraje y calidad. Los más oscuros
por la sistemática política del gobierno -usando el poder del dinero y la
corrupción junto con los abusos y tropelías de las instituciones del Estado-
para cerrar medios, ahogarlos, arrodillar otros, censurar la información libre
pero al mismo tiempo -y eso es lo paradójico-, desde la resistencia de medios,
algunos editores, muchos periodistas y de la sociedad venezolana, ha surgido la
luz de un mejor periodismo, con más calidad, extensión y profundidad que nunca
antes. Ese periodismo que, rebelde ante la pretensión de que al país se le
imponga la “hegemonía comunicacional reaccionaria-robolucionaria”, ha mantenido
vivos unos cuantos espacios y creado nuevos medios especialmente en el ámbito
digital. Para quebrar la censura e impedir la uniformidad total, siempre tan
retrógrada. Y, tan llamativo como lo anterior, es que ha dado un enorme salto
en calidad de periodismo, con apego a los principios, con grandes trabajos de
investigación. Periodismo serio, valiente, que vence la represión y los miedos
para darle voz a la gente e impedir que callen a Venezuela y su pueblo. Tal
parece que el reto de la censura hizo mejores y más auténticos periodistas a
muchos, apabullando a los genuflexos que aceptaron arrastrarse ante el poder.
Hacer periodismo de principios en condiciones tan duras y adversas hizo crecer
a muchos. Ha sido un reto de coraje y dignidad.
Hoy, cuando estas líneas
publicadas en la edición web de Correo del Caroní, estén frente a los
ojos del lector, en Medellín, Colombia, ya se ha realizado el evento anual de
la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, institución creada por el gran
escritor y también gran periodista Gabriel García Márquez. Además de
invalorables eventos de grandes reflexiones y debate, charlas, talleres,
exposiciones, con unos 80 invitados de 20 países, se entregaron los premios de
periodismo Gabo 2016. Y para esos premios hay varios finalistas venezolanos,
justamente muestra de ese periodismo libre, independiente, que resiste a
la hegemonía del control, en medio de enormes dificultades y amenazas.
Correo del Caroní, su equipo
de jóvenes periodistas en alianza con los portales
digitales Runrunes y El Pitazo fue finalista en la
categoría Cobertura, la de más relevancia, por la serie de reportajes
sobre la masacre de Tumeremo. Dos de los tres finalistas fueron del
periodismo venezolano y como lo expresó anoche la periodista colombiana
de La Silla Vacía, ganadora del primer premio, “hacer periodismo en
Venezuela, con esa censura, es realmente quijotesco”. Recordemos. Todo comenzó
el viernes 4 de marzo de este año cuando cerca de 20 mineros no regresaron a
sus casas en Tumeremo. Testigos y sobrevivientes hablaban de una matanza. El
pueblo entró en protesta al final de ese fatídico día. Reclamaban por los
desaparecidos. Encontraron apoyo en el diputado de ese circuito, Américo De
Grazia (Causa R-MUD) que tras escucharlos y recoger los testimonios, amplificó
la denuncia, mientras el gobernador Rangel Gómez declaraba airado el sábado en
la tarde, cuando en Tumeremo ya todo se sabía, que “son informaciones falsas.
Es una masacre virtual inventada por politiqueros irresponsables. Las
autoridades militares han rastreado la zona y no han encontrado nada”. El
aparato de manipulación del gobierno se puso en movimiento. La “Misión Mentira”
ordenó a los cientos de medios controlados por el gobierno a repetir que “todo
es falso. Es una masacre virtual”.
Pero familiares y vecinos no
se dejaron amedrentar y mantuvieron su protesta. El periodismo libre, no
arrodillado ni controlado, Correo del Caroní en primer lugar hizo lo
correcto: le dio voz a la gente. No censuró. Investigó. Buscó la verdad. Eso es
lo que Correo del Caroní ha hecho invariablemente en sus 39 años de
vida y ahora con más razón. Sus periodistas fueron al sitio pese a todos los
riesgos y las amenazas del gobierno. Comenzaron a descubrir -y publicar-
pruebas y verdades junto al pueblo denunciante. Así llegaron al sitio numerosos
periodistas de medios libres e incluso internacionales. Eso fue un impulso
fundamental. Reportajes, testimonios, evidencias, todo se iba publicando
incluyendo las terribles y dolorosas pruebas que las autoridades no
veían. Los periodistas, con los vecinos, encontraron evidencias en el lugar de
la masacre. Solo restaba encontrar los cuerpos como testimoniaban los
sobrevivientes y negaba el gobierno. En pocos días apareció la verdad. La
masacre, lamentablemente, no era virtual. Fiscalía y Defensoría terminaron
por encontrar los cadáveres de 17 mineros masacrados.
El crimen no pudo ser
silenciado ni enterrado en el olvido, gracias al coraje de familiares de
los asesinados y del pueblo de Tumeremo. Gracias a que hay diputados de verdad
y gracias a que el gobierno no ha podido lograr que la hegemonía
comunicacional sea total. No han podido silenciar todo. Pese a tanto acoso
y represión que ha silenciado o arrodillado a muchos, aún hay periodismo libre,
el que resiste en medio de mil limitaciones. El periodismo
con P mayúscula siguió investigando, dando voz al pueblo y llegando
al fondo del asunto, labor que en otro plano completaría la Asamblea Nacional
que tras los resultados del 6D y luego de años de genuflexión y entreguismo, ahora
juega su rol político y constitucional.
No es poca cosa resistir y
no arrodillarse al poder. Correo del Caroní ha sido sometido a un
intenso cerco a lo largo de estos años. Cerco económico, de cortar el acceso
libre al papel, pero también amenazas y demandas contra el editor del diario
David Natera Febres, cuyo fin último -además de la venganza por no callar ante
la corrupción- es cerrar al periódico para completar el cepo regional de
censura y control del poder corrupto. Al poder, a la cúpula corrupta, le molesta
que algo como la masacre de Tumeremo no haya podido ser silenciado y enterrado.
Les molesta que la corrupción no pueda seguir alegre e impune. Les molesta que
el pueblo que sufre por hambre, criminalidad y grave escasez de medicinas tenga
lugares donde su reclamo se lea y escuche en lugar de ser silenciados. A la
cúpula roja podrida le molesta que la ruina que ellos causaron en la industria
de Guayana se conozca en lugar de quedar sepultada en la censura. Que el
empobrecimiento general de los trabajadores y sus familias encuentre espacio
para ser denunciado cuando su control mediático intenta disfrazar todo. Que
protestas, luchas y reclamos tengan eco.
El Premio de Periodismo
Gabriel García Márquez es un poderoso aliento para perseverar a pesar de
todos los atropellos, el hostigamiento, las amenazas y el cerco del poder
corrupto. Es el fruto de haberse atrevido a no ceder, a mantener el compromiso
histórico con Guayana y Venezuela. La confirmación de que lo correcto es hacer
periodismo de verdad e incluso ser mejores, crecer ante la adversidad. Allá en
Medellín están Oscar Murillo y Clavel Rangel de nuestro Correo del Caroní,
junto a Ronna Risquez de Runrunes y César Batiz de El Pitazo.
Ellos junto a Germán Dam, Pableysa Ostos, que se fajaron con coraje en el
sitio, junto a Lorena Meléndez, Ramsés Siverio, Leonardo Suárez Montoya, Marcos
Valverde y Liseth Boon de los tres medios tienen nuestro cariño y admiración.
¡Gran trabajo! Periodismo en mayúscula junto al coraje y la determinación.
Tanto como María Laura Chang de Efecto Cocuyo por su magnífica serie
de trabajos tituladas Sin tratamiento acerca
de la muy dolorosa crisis del sistema de salud y Juanita León de La Silla
Vacía de Colombia por La
justicia que sale de La Habana, acerca del proceso de paz
en Colombia.
El periodismo -el de verdad-
siempre será incómodo para el poder. Solo que cuando el poder es democrático o
simplemente hay instituciones libres, división de poderes y equilibrios
democráticos, esa incomodidad causa algunos forcejeos y desaveniencias, pero no
puede imponer atropellos como el cierre de RCTV, de docenas de emisoras
radiales, la compra mediante poderes fácticos corruptos de otros medios, las
demandas y el uso de lo judicial para perseguir a medios como Correo del
Caroní, Tal Cual, El Nacional, La Patilla y otros. Cuando
hay democracia no puede un gobierno censurar mediante cadenas abusivas por
miles de horas a los medios radioeléctricos. Tampoco puede usar los medios
públicos como si fueran de la propiedad abusiva del cogollo corrupto en lugar
de propiedad y uso de toda la nación en su pluralidad.
En la Venezuela de hoy,
además de los medios clausurados, a los que compró el poder para
colocarlos en el rol indigno de ser tituladores de propaganda engañosa del
poder; junto a los que el poder corrupto ha doblegado. Junto a esa indignidad,
hay unos cuantos medios que resisten y defienden al periodismo y han surgido
nuevos. Es el momento de valorar al magnífico periodismo de investigación, de
análisis, de la noticia de calle que hacen medios digitales
como RunRunes, Efecto Cocuyo, La Patilla, Armando Info, El Pitazo,
Prodavinci, Crónica Uno, KonZapata, El Estímulo, Climax, junto con Tal
Cual, El Nacional, La Verdad, El Carabobeño, Versión Final, El
Impulso, Correo del Caroní y algunos más. Junto a unos pocos
sobrevivientes y resistentes, además de magníficos espacios radiales en RCR,
Unión Radio, Fe y Alegría y algunos más en diversas regiones. No es casual que
sean de Venezuela dos de los tres finalistas de este premio iberoamericano de
periodismo en Cobertura. Es el resultado de la respuesta de coraje, dignidad y
de principios del periodismo venezolano -la mayor parte de él- ante el plan
totalitario de la hegemonía comunicacional, la censura directa, mediante
las cadenas la persecución y los atropellos judiciales, policiales,
de los grupos paramilitares del régimen
29-09-16
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