Por Soledad Álvarez EFE
Fidel Castro, el hombre que
condujo el destino de Cuba durante casi medio siglo y uno de los líderes más
controvertidos de la historia contemporánea, falleció hoy en La Habana a los 90
años, tras retirarse del poder en 2006 por una grave enfermedad.
Al frente de una revolución
que puso a Cuba en el centro de la escena internacional y de un régimen que se
ha prolongado 56 años, Castro fue actor y superviviente destacado en el tablero
de las complejas tensiones de la segunda mitad del siglo XX entre socialismo y
capitalismo, norte y sur, y ricos y pobres.
Fue tan admirado como mito
revolucionario como acusado de dictador, pero hasta sus enemigos le
reconocieron carisma y una capacidad de liderazgo poco comunes: a nadie dejó
indiferente su polémica personalidad que reveló desde joven, cuando advirtió
que solo buscaría el juicio de la historia.
"Condenadme, no me
importa, la Historia me absolverá", fue la famosa frase que pronunció en
1953, con 27 años, ante el tribunal que lo condenó por el asalto al cuartel de
Moncada, su primera acción armada contra la dictadura de Fulgencio Batista y
que se considera el arranque de la revolución cubana.
Fidel Castro se mantuvo en
el poder 49 años y 55 días marcados, entre otros hitos, por el enfrentamiento
con Estados Unidos, su alianza con la URSS, la crisis económica en que se
hundió la isla tras caer ese bloque y la revolución "bolivariana"
capitaneada por su pupilo venezolano Hugo Chávez, que se convirtió en el
principal aliado de la Cuba castrista en el siglo XXI.
Al hombre que gobernó con
mano férrea la isla caribeña solo la enfermedad pudo apartarle del poder y en
2006 delegó todos los cargos en su hermano Raúl: fue así testigo de su propia
sucesión y también de las reformas emprendidas por el menor de los Castro para
intentar reanimar una economía socialista en ruinas.
Nacido el 13 de agosto de
1926 en Birán, en el oriente de Cuba, su padre fue un emigrante gallego que
acabó terrateniente: su severidad unida a la formación que recibió de los
jesuitas en uno de los mejores colegios de La Habana influyeron decisivamente en
el carácter de Fidel Castro.
Fue en la Universidad de La
Habana donde Fidel Castro se formó como líder estudiantil mientras concluía la
carrera de Derecho y comenzaba sus andanzas políticas.
Tras el fracaso de Moncada
estuvo en la cárcel durante casi dos años y luego se exilió a México: allí
conoció al Che Guevara con quien volvió a Cuba a bordo del "Granma"
con otros 82 expedicionarios para comenzar la lucha guerrillera de Sierra
Maestra (1956-1959).
Derrotó a Batista en una
guerra desigual donde aprovechó el descontento social de un país muy joven como
estado independiente que vio en el jefe de los "barbudos" un líder
capaz de reinventar la identidad nacional.
Fidel Castro creó en Cuba un
"comunismo caribeño" con base marxista-leninista, pero sobre todo muy
influido por el legado nacionalista del héroe independentista José Martí y
trufado con recetas de cosecha propia, resultando un singular modelo
"fidelista".
Fueron claves en la
perpetuación de ese sistema su eficaz aparato de seguridad y el constante control
social a través de organizaciones de masas como los Comités de Defensa de la
Revolución (CDR), "ojos y oídos" del régimen para que los propios
cubanos vigilaran los movimientos de sus vecinos.
La dimensión política de
Fidel Castro no se entiende sin su principal enemigo y obsesión: Estados
Unidos, el "imperio" que, según La Habana, intentó deshacerse de él
hasta 600 veces con los métodos más dispares.
Con Cuba bajo el embargo
económico de su poderoso vecino desde inicios de la década de los 60, Castro sobrevivió
a 11 inquilinos de la Casa Blanca y no dejó de criticar sus políticas,
alimentando un fuerte sentimiento patriótico en la isla.
Pero también aprovechó el
bloqueo estadounidense para imponer un estatus de "plaza sitiada" con
el que justificó decisiones controvertidas y la represión a disidentes y
críticos acusados siempre de contrarrevolucionarios y mercenarios al servicio
de Washington.
Sin embargo, Fidel Castro
vio en sus últimos días cómo su enemigo y su propio país, bajo el mandato de su
hermano Raúl, daban un giro diplomático histórico con el anuncio, el 17 de
diciembre de 2015, para restablecer relaciones diplomáticas después de más de
medio siglo de enfrentamiento.
Durante las primeras décadas
de la revolución, la Cuba de Fidel Castro fue un referente para la izquierda
internacional: la resistencia de la pequeña isla apenas a 140 kilómetros de la
principal potencia mundial reeditó el mito de David y Goliat con banda sonora
de la Nueva Trova y un legado de iconos como el Che Guevara estampado en las
camisetas de varias generaciones.
Y también porque impulsó
reformas sociales sin comparación en la América Latina de la época, convirtió a
la isla en una potencia deportiva y promovió una importante vanguardia cultural
y artística, con la advertencia de que todo cabe dentro de la revolución pero
nada contra ella, como amargamente padecieron muchos intelectuales críticos que
acabaron exiliados o apartados.
En 1961, en vísperas de
derrotar la invasión anticastrista de Bahía de Cochinos, declaró el carácter
socialista de su Revolución y comenzó con la URSS una larga alianza que tuvo
sus altas y bajas, incluida la tensa "crisis de los misiles" con
EE.UU. en 1962, que puso al mundo al borde de una guerra nuclear.
Tres décadas después, la
profunda dependencia de la URSS se desveló en toda su magnitud con la caída del
bloque soviético y Cuba tuvo que declarar el "periodo especial", una
economía de guerra en tiempos de paz donde la revolución tuvo que abrirse al
dólar y al turismo.
Cuba no volvió a ser la misma
tras aquellos duros años de escasez máxima, apagones de 16 horas y traumáticos
episodios como la crisis migratoria de los "balseros", la
profundización de la corrupción cotidiana, la reaparición de la prostitución o
el denominado problema de la "pérdida de valores".
En el siglo XXI, Castro
encontró una tabla de salvación en la alianza política y amistad personal que
tuvo en el venezolano Hugo Chávez, cuyo petróleo fue y sigue siendo fundamental
para el sostenimiento de Cuba, incluso después de la muerte del líder
bolivariano, en 2013.
Poco antes de cumplir los 80
años, Fidel Castro delegó el poder en su hermano Raúl tras admitir una grave
enfermedad intestinal que él mismo declaró secreto de estado y que le mantuvo
entre la vida y la muerte.
Se apartó de la vida pública
y comenzó a escribir sus famosas "Reflexiones" o artículos de prensa
mientras su hermano Raúl asumía las riendas centrado en la "batalla
económica" y la "actualización del socialismo".
En sus últimos años, Fidel
Castro, que reapareció esporádicamente en algunos actos públicos, se dedicó a
analizar cuestiones de índole internacional como el peligro de una guerra
nuclear, el problema de la alimentación mundial o la crisis del sistema
capitalista.
En ese periodo, los cubanos
asumieron su retirada del poder y, más ocupados por resolver el difícil día a
día de la isla, se acostumbraron a vivir sin su tutela directa.
Ahora se sabrá qué efectos
tendrá la desaparición de Fidel Castro en las próximas páginas de la historia
de Cuba, que además acaba de abrir una nueva etapa tras el deshielo diplomático
con Estados Unidos.
26-11-16
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