Omar Villalba 28 de noviembre de 2016
Esta
semana hemos sido testigo de dos hechos, que casi ocurrieron de forma
simultánea, que deben prender las alarmas, no solo de los representantes de la
UNIDAD, sino de todos los venezolanos. A raíz del caso de los narcosobronios la
AN decidió iniciar una discusión sobre este “hecho”, esto trajo como
consecuencia que el Gobierno le diese una patada a la mesa de la negociación,
después de insistir hasta la saciedad que nadie se pararía de ella, aludiendo
que la MUD actuó de forma desleal, además que no ha cumplido con su parte del
trato.
Estos
argumentos serian acompañados con declaraciones variopintas —proveniente desde
los sectores más radicales del gobierno— donde aludían que estos jóvenes
estaban secuestrados, que cayeron en una trampa mal intencionada del imperio, y
que las familias son sagradas. Curiosamente, cuando se trata de las familias
chavistas, estas se encuentran cubiertas por un halo de sacralidad, pero cuando
se trata de las familias de aquellos que apoyan o conforman la UNIDAD ellos
suelen arremeter con malicia. Olvidan aquel adagio popular que reza: ¡Verdugo
no pide clemencia!
Como
sea, lo cierto es que amparado en múltiples excusas el gobierno se contradijo,
para acto seguido en horas de la tarde el presidente, a través de una cadena
nacional, reivindica el hecho de que nadie se parará de la mesa. Visto desde
otro ángulo se contradijeron dos veces. Esta actitud, inicialmente parece
descabellada, y a fuerza de ser sincero, lo es. Pero a pesar de ello no carece
de lectura y de tener su sentido.
La
primera lectura que se le puede hacer es que el gobierno tiene miedo a la
investigación y discusión sobre el Caso Flores, y con esta patada distraían la
atención hacia otros asuntos. La otra lectura responde a una un poco más
pedestre: el gobierno tiene miedo al diálogo, al hecho de que este pueda dar
resultados concretos que no le favorezcan. La última lectura que se le puede
acotar a esta acción consistiría en indicar que el gobierno está tratando de
mostrarse como imprevisible. Asumir esta postura dificultaría cualquier lectura
que los negociadores opositores puedan hacer; ya que no sé lo que podría hacer
mi adversario debo mantenerme al margen hasta que estos actúen, lo que
obligaría a la MUD a jugar a la defensiva, pues los riesgos de tomar la
iniciativa con tan poca información son muy altos.
Ahora
bien cabría preguntarse ¿Cuál de estas lecturas es válida? La respuesta es que
ninguna y todas a la vez. El gobierno si tiene miedo, por algo ha suspendido
las mesas técnicas. El dialogo está dando resultados, por lo tanto es necesario
alterar el balance de la situación para mantener al adversario bailando al son
que le pongan. Y, sin duda, la cuestión del caso de narcotráfico tiene algo que
ver.
A la
luz de esto ¿Qué debería hacer la MUD? Retomar y fortalecer la agenda de calle;
puesto que la misma es una herramienta que permite presionar al gobierno. Le
otorga a la UNIDAD un arma con la cual amenazar al adversario. Tratar de limar
las asperezas y fracturas internas, pues estas jugadas tienen como finalidad
perjudicar el equilibrio de la oposición. Refinar las estrategias y los
criterios a la hora de negociar, desechar esas ideas de tener representantes
rotatorios, tiene que haber una sola voz cantante, eso genera confianza y a su
vez da muestra de seriedad. Mantener al mínimo la cantidad de participantes;
ciertos actores —como las FANB— no debería de participar ya que se debe
respetar su rol neutral. A su vez, mientras menos participantes haya, serán
menos las voluntades a conciliar.
Por
último, hay que correr riesgos y tratar de jugar a la delantera, en vez de
responder los golpes que el gobierno da. Sin duda estamos frente a un régimen
cada vez más desesperado, y por ello más erráticos. Y si se comportan de esa
forma es porque algo bueno se está haciendo… el miedo los está volviendo loco,
por eso hay que tomar la delantera y no darles tiempos para pensar…. Porque no
hay nada más peligroso que un demente con tiempo para planear sus marramuncias.
El
momento es ahora.
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