Por Fernando Facchin B., 30/12/2016
Es difícil proponer alguna reflexión
optimista en estos días, sin caer en frases gastadas, es difícil encontrar las
palabras adecuadas y originales, trataré de ser lo más objetivo posible ante el
avatar que nos corresponde vivir en el año que recién comienza. 2017 será el
año del desenfreno de la ambición y la codicia política, vicios políticos que
se exhiben como si fuera una virtud, los aspirantes a definir la política en
ambos lados, no han entendido que el codicioso de poder es tan rechazado como
un delincuente común. La democracia difícilmente puede florecer en sociedades
donde el poder político, social y económico se concentra y centraliza
progresivamente y las fuerzas opositoras demuestran una carencia de liderazgo y
formación moral.
La
Crisis
de decadencia se manifiesta en un hecho cierto: ni el régimen ni los mal
llamados lideres o dirigentes políticos ya no representa al pueblo ni al país.
No tiene ningún, como se llame: proyecto de país, visión de país, etc, que
signifique intención de hacer algo político y moralmente bueno para el
desarrollo sustentable y el diálogo constructivo, no representan ninguna
esperanza, el régimen es un cobarde “Tigre de Papel” que pretende alargar su agonía
gubernamental, toda la acción política, oficialista y opositora, levanta
podridas y vetustas banderas populistas, dentro de un pragmatismo sin otro
ideal que la soberbia ambición de poder, ya no tienen nada nuevo que ofrecer,
sólo trata de adormecer mediáticamente a las masas en pro de sus propios
intereses y los de su devastadora y corrupta facción. Se muestran arrogantes y
chantajistas en defensa de su pragmatismo y en ocultamiento de la crisis
general que nos carcome. En fin, el gobierno sólo busca subsistir
electoralmente o a la fuerza bruta y los radicales opositores luchan entre
ellos por alcanzar el poder sin nada que ofrecer.
La crisis de decadencia es una
manifestación objetiva y comprobable dentro de los indicadores de nuestra
realidad, ante tal situación, la responsabilidad política de hoy, a mi
entender, recae sobre todos los que tenemos sentimientos democráticos y
luchamos por rescatar nuestro país de las garras dela decadencia, oficialista y
opositora, de su vacío doctrinario y programático y un alto índice de codicia
política. La crisis de decadencia hará estragos en 2017 cuando se llegue a la
decadencia absoluta con una aberrante anarquía, vacío de poder y violencia sin
límites, lo que sucederá a escasos meses del nuevo año.
La crisis de decadencia política que
vivimos, es el resultado de la degeneración de las instituciones fundamentales
del país, especialmente de los partidos políticos y sus dueños, pero los
venezolanos apostamos a la esperanza de salir de esa decadente crisis para retomar
el desarrollo sustentable que conlleve a la gobernabilidad, a la democracia;
tenemos derecho a abrir otro horizonte para ejercer la política y ese, creo que
no será, si se proponen los nuevos liderazgos, la necesaria unidad se logra
demostrando desprendimiento personal, capacidad efectiva de adhesión y
motivación a la ciudadanía, credibilidad y confianza, evitando la
incertidumbre, la mezquindad y la hipocresía. La ambición política suele hacer
traidores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico