Por Américo Martín
El pavoroso caos madurista
alteró la relación entre las ardientes emociones y la helada reflexión. Dicho
metafóricamente: la residencia de las emociones es el corazón, y la de la
razón, el cerebro. Son dos factores imprescindibles en cualquier lucha porque
sin el calor de la pasión no hay iniciativa, riesgo o ímpetu, y sin la fría
razón será difícil evitar el asalto de la anarquía, la egolatría y la pugna
entre “salvadores”, cuyos pálpitos han de seguirse sin riesgosas vacilaciones.
Durante los turbulentos años 60, en EEUU acuñaron la voz “hot headed”
(intolerance, turbulense, explosión) para referirse a personas y movimientos
ciegamente impulsivos. En esos mismos años, el presidente Betancourt llamó
“cabeza-calientes” a los jóvenes que dividieron su partido y más tarde
protagonizaron la desastrosa guerra de guerrillas.
El desastre que hoy
padecemos revive esos conceptos, nuevamente en forma invertida: el cerebro en
el corazón y el corazón en el cerebro. La justificada rabia colectiva podría
dejar sin oficio la serenidad del juicio, sustituyéndolo por el desahogo
emocional y la pérdida de espacios y formas de lucha que concurrirían al logro
del resultado. El piano se toca con los diez dedos. Machacar una sola tecla da
ruido monótono pero nunca melodía.
Las luchas victoriosas
resultan siempre del mismo postulado: combinan, sí, cabeza y corazón, pero
quedando claro que analiza y gobierna aquella; y proporciona heroísmo y fuerza
de entrega, éste.
Desde la fundación de la MUD
repetí en TalCual, El Nuevo Herald, ABC de la semana y
numerosas entrevistas que su fuerza –escrito está- consiste en su pluralismo.
La unidad de lo diverso es la única forma de unidad digna de ese nombre. Es
falaz la supuesta unidad “granítica” de quienes aceptan una sola doctrina y un
líder infalible, porque la sociedad es plural y termina rechazando las
arbitrariedades monolíticas, así se refugien en prácticas totalitarias, poder
absoluto, armas, dinero y fétida corrupción.
De allí la amplísima
representatividad de la alternativa democrática, que le permitió hacer primarias
inobjetables de millonaria participación, ganar las elecciones del 6D con
tarjeta única, gozar de reconocimiento mundial y erigirse en holgada mayoría
nacional, paladinamente reconocida por el régimen al abolir virtualmente el
sufragio. Son éxitos extraordinarios que tienen al gobierno de Maduro contra la
pared y contra su conciencia.
La fuerza de la unidad es
también, paradójicamente, su debilidad. Una sola voz suministra rapidez, ciega
obediencia y relación dictatorial contra la mayoría disidente, pero su
representatividad será igual a CERO. Más vale “representatividad” que “pétrea
unicidad”. Aquella es el futuro que va disolviendo el mando autocrático.
La MUD postula correctamente
la vía pacífica, electoral y constitucional. Para eso fue creada. En
elecciones, su desempeño es brillante, pero todo está cambiando. El régimen
cierra ahora ese mecanismo. Fuera del marco electoral, la MUD es sobrepasada
por la quemante lava social. El bravo pueblo venezolano -el estado Bolívar
convertido en emblema- impone su reestructuración y ampliación.
Quizá haya tormenta perfecta
en los albores de 2017. Mandan los mariscales Hambre y Miseria. La disidencia
crece incluso en el seno del Poder civil y militar. Maduro es indefendible. Su
renuncia o sumisión a comicios preservarían la amenazada paz. Para afrontar la
crisis debe ampliarse la unidad democrática. El adversario no está aquí sino
allá. Uno de los extravíos de la pasión escala epítetos contra la unidad,
suponiendo que sus limitaciones provengan de “traiciones”, eternizadas como
conjeturas que nadie confirma. Recomiendan acertadamente ampliar la unidad
hacia la disidencia chavista, pero si hostigan lo que ya tienen es difícil ir
más allá.
El notable matemático
Pascal, en frase memorable, consagró en el siglo XVII el desencuentro entre
razón y emoción. “El corazón tiene razones que la razón no entiende”. Excelente
don Blas, pero usando palabras propias de su profesión, déjeme decirle que más
vale sumar y multiplicar que restar y dividir.
21-12-16
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