Por Adelaida Padrón
Para Asdrúbal Oliveros,
director de Ecoanalítica, la inflación se ubicaría en 850%, el economista
Orlando Arocha la estima en 1.000%, mientras el FMI la ubica en 1.660%, cifras
que significan todo un reto para la sobrevivencia de los ciudadanos
Desde la óptica de la
población, uno de los problemas más graves de la economía es la inflación, pues
deteriora rápidamente su calidad de vida y pulveriza el ingreso que percibe por
su trabajo. Los economistas suelen recurrir a una frase que es atribuida a
muchos personajes de la historia para ejemplificar lo que ocurre en ambientes
inflacionarios, ya que refleja con claridad la realidad: “Los precios suben por
el ascensor y los sueldos bajan por la escalera”.
Ante el aumento sostenido de
los bienes y servicios –aun cuando en el país existe un control de precios
desde febrero de 2003–, el Gobierno ha venido decretando ajustes periódicos del
salario. La medida ha intentado compensar a la población ante el deterioro de
su poder adquisitivo, pero al no atacar las causas que originan la inflación,
tales aumentos han terminado envueltos en un ciclo perverso de mayor
aceleración de precios y una mayor y más acelerada pérdida del poder de compra.
Actualmente el salario mínimo
es de 27.092 bolívares y llega a los 90.812 bolívares con el ticket de
alimentación, algo que las autoridades destacan al hacer un balance de 2016. En
este sentido, el presidente Nicolás Maduro acaba de afirmar que este año
autorizó cuatro aumentos para “un total de 454% de incremento".
Foto: Ivonne Morales
No obstante, este ajuste ha
sido arropado por el aumento de los precios. En la actualidad no se dispone de
cifras oficiales para medir la inflación, pues el Banco Central de Venezuela no
emite esa información desde el cierre de 2015, pero varios organismos y
economistas hacen sus cálculos propios.
Estudios de Latin America
Consensus Forecasts la ubican en 515,4% y Ecoanalítica la calcula en 511%,
mientras que el Fondo Monetario Internacional la estimó en 475,8%, aunque
proyectó que anualizada puede ser de 720% al cierre del período.
Otro alcance de la evolución
de la inflación lo aporta el Centro de Documentación y Análisis Social de la
Federación Venezolana de Maestros (Cendas) que mensualmente hace mediciones del
costo de los alimentos y otros servicios. Esta organización sostiene que entre
noviembre de 2015 e igual mes de 2016, el costo de la Canasta Básica Familiar
experimentó un aumento de 412,5%, para ubicarse en 624.544,78 bolívares.
Otros cálculos son más
pesimistas al evaluar el alza de los precios en rubros sensibles como los
alimentos. El economista Miguel Ángel Santos, por ejemplo, señala que este año
los alimentos han tenido un aumento de 1.390%, mientras que el salario ha sido
aumentado en 454%. Esto muestra que en 2016 hubo una caída de 63% del poder del
salario para comprar comida.
Fuera de control
Este proceso en el cual los
precios suben de forma acelerada, generando la pérdida de valor del dinero, es
algo que vienen padeciendo los venezolanos desde hace tres décadas, por lo que
la inflación no es algo ajeno a la cotidianidad ciudadana. No obstante, se ha
acentuado de forma vertiginosa recientemente y el impacto social ha sido muy
alto.
Recientes datos aportados por
la Universidad Católica Andrés Bello dan cuenta de este impacto en los
venezolanos, luego de haber hecho una encuesta donde siete de cada diez personas
dijo haber tenido que pedir dinero para completar el mercado, un 30% dijo haber
recibido comida de amigos o familiares para alimentarse y 8% admitió haber
consumido alimentos desechados.
Hace tan solo dos años, es
decir, en 2014, la inflación anual trepó a 68,5%, y ya se trataba de un nivel
que encendía las alarmas y por el cual Venezuela despuntaba en el mundo por
experimentar una de las más elevadas aceleraciones de precios. Un año más tarde
la inflación general había escalado a 180,9% y, lo más grave, la reportada en
alimentos llegó a 315%.
Foto: Ángel Dejesús
Lo ocurrido recientemente con
los billetes es una muestra más del efecto inflacionario que se vive, el cual
terminó por hacer más costoso el material o soporte del dinero que su valor nominal
como pieza monetaria. De hecho, el nuevo cono de monedas y billetes anunciado
por el Gobierno, que recién comienza a circular parcialmente, muestran una
inflación implícita de 17.011% con respecto a las piezas monetarias lanzadas en
2008.
El Gobierno estima que se han
adoptado medidas contundentes para contener la inflación, a través de la Gran
Misión Abastecimiento Soberano y el accionar de los Comité Locales de
Abastecimiento y Producción (CLAP), en conjunto con la Superintendencia de
Precios (Sundde), medidas que serán reforzadas de cara al nuevo año como parte
del Plan de la Patria “Campaña Carabobo” 2017-2018. Incluso el ministro de
Comercio Exterior, Jesús Faría, sostiene que la inflación ha entrado ya en una
fase de declive.
No obstante, los analistas
advierten sobre lo que está por venir, porque no se han aplicado los
correctivos necesarios para impedir que la inflación siga disparada.
Foto: Jonathan Lanza
Razones de fondo
El desbalance en las cuentas
es uno de los puntos que más alerta sobre la inflación venidera, ya que el
Gobierno ha recurrido de forma reiterada a una política de cubrir los huecos
fiscales emitiendo dinero. Es precisamente esta práctica una de las causas del
fuerte proceso inflacionario de los últimos años.
La monetización del déficit
implica inyectar un dinero a la economía que no está respaldado por ninguna
actividad productiva, dinero que suele, entre otros efectos perniciosos,
generar presión sobre el dólar paralelo.
Para el economista Pedro Palma
si bien es cierto que la monetización del déficit no es la única causa de la
inflación en un país con tantas complejidades como es Venezuela, sin duda es
uno de sus principales detonantes. De allí que sienta gran preocupación por los
efectos inflacionarios que están por venir debido a la práctica de financiar
gasto deficitario a través del financiamiento que el Banco Central de Venezuela
le da a Pdvsa.
Por esta vía, según sus
estimaciones, en el segundo semestre de 2016 ha habido una masiva creación de
dinero sin respaldo, al punto de que la deuda neta de Pdvsa con el BCV ha
aumentado 4,25 veces en este período hasta alcanzar los 4,56 billones de
bolívares. Esto, a su juicio, es altamente inflacionario.
Foto: Jonathan Lanza
Las perspectivas
Para varios analistas el desbalance
en las cuentas externas de la nación que se proyecta para 2017 estará en el
orden de los 11 millardos de dólares, tras descontar las necesidades básicas de
la economía y lo requerido para cumplir los compromisos de pago de la nación,
considerando un escenario de precios petroleros sobre los 40 dólares.
Ecoanalítica calcula que para
cerrar la brecha externa en 2017 el país necesita que la cesta petrolera
promedie 62 por barril, algo que parece estar lejos de las proyecciones que se
hacen del mercado de hidrocarburos en general y que ubican la cesta petrolera
venezolana en un promedio de 45 dólares.
Esta es una peligrosa señal
tomando en cuenta la indisciplina fiscal del Ejecutivo y sus prácticas
recientes, así como las limitadas opciones de financiamiento que tiene la
nación, por lo que se teme que en 2017 la inflación sea mayor a la vivida
durante este año en un contexto de fuertes distorsiones.
Para Asdrúbal Oliveros,
director de Ecoanalítica, las perspectivas para 2017 no son optimistas. A su
juicio, la inflación puede ubicarse en alrededor de 850% si todo sigue como
hasta ahora. El FMI calcula la inflación del próximo año en 1.660% en su mejor
escenario.
El economista Orlando Ochoa,
por su parte, cree que la inflación anualizada antes de que cierre el primer
trimestre del 2017, puede colocarse por encima de 1.000% debido, precisamente,
a la fuerte presión monetaria que se viene ejerciendo como parte de la política
fiscal del Gobierno.
Dado el escenario, algunos
analistas creen que el país está a punto de entrar en una espiral de
hiperinflación, lo que eleva los retos de los ciudadanos para tratar de
proteger su patrimonio mientras aguantan el paso de la crisis.
03-01-17
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