Vladimir Villegas 17 de mayo de 2017
Definitivamente
la propuesta constituyente del presidente Nicolás Maduro no suma. Espanta.
Genera dudas en el propio chavismo, y más que dudas, resistencia, porque su
naturaleza ventajista y antidemocrática ha quedado al desnudo. Todo esto en
medio de un gran espectáculo de contradicciones, marchas, contramarchas e
imprecisiones sobre sus objetivos. Y ni hablar de la supuesta constituyente
militar, todo un monumento a lo imposible. ¿Soldados debatiendo en igualdad de
condiciones con mayores, generales y coroneles? Sí, Luis…
El
presidente y su propuesta necesitan una “ayudaíta”, como la que le pidió María
Bolívar a Aymara Lorenzo cuando la colega le preguntó sobre la inflación.
Alguien debe ayudarlo a retirar esa propuesta constituyente en condiciones de
cierta dignidad. Es inviable, intragable, indigerible, una Asamblea Nacional
Constituyente (ANC) electa en condiciones de grotescas ventajas. El soberano,
contrariamente a lo que promovió el propio Hugo Chávez en 1998, ya no será
quien decida si va o no la elección de esa Asamblea ni las condiciones en las
cuales serían escogidos sus integrantes. Pasamos de la democracia participativa
a la impositiva.
Ya el
propio Jefe de Estado está hablando de ocho sectores que elegirían
constituyentes, con lo cual se consagrarían formas y fondos totalmente
contradictorios con principios constitucionales como el de la igualdad ante la
ley, un ciudadano un voto y, uno de los fundamentales, la soberanía reside
intransferiblemente en el pueblo . En esas condiciones es muy difícil que
partidos opositores, salvo aquellos con muy profundas convicciones suicidas,
acepten acudir a un proceso de esa naturaleza.
El
gobierno insiste en exigirle a la Conferencia Episcopal que le atienda el
teléfono, que acepte reunirse para escuchar su iniciativa constituyente. Siendo
una propuesta impresentable, ¿para qué insisten en presentarla, sobre todo ante
un organismo que le viene haciendo la cruz a las prácticas oficialistas en
materia de abuso de poder y violación de derechos humanos? El consenso cuando es obligado deja de serlo.
No lo existe en torno a una Asamblea Constituyente hecha a la medida de las
necesidades y conveniencias del Psuv.
Por
eso digo que el Presidente está urgido de una “ayudaíta”. Se la han venido
ofreciendo incluso unos cuantos articulistas de Aporrea, analistas políticos
que sin dejar de ser chavistas están alertando sobre el peligro que representa
ese modelo constituyente. Se la da Eustoquio Contreras, firmante de la Carta
Magna y diputado del Gran Polo Patriótico. Hasta Rafael Ramírez, con suma
timidez de la cual no hizo gala su propia suegra, la doctora Hildegard Rondón
de Sansó, preconfigura los peligros que
encierra.
Pero
la ayuda mayor, la definitiva, tendría que venir del propio Tribunal Supremo de
Justicia, donde se han introducido algunos recursos de nulidad del decreto que
contiene el llamado a la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente. El
alto tribunal tiene en sus manos la posibilidad de dar un paso en la dirección
de evitar que por la vía de esa ANC se profundice la confrontación política en
el país, se constitucionalice la exclusión política, se consagre un anti histórico
retroceso en materia de participación del soberano en la conducción de los
asuntos públicos, y se ensanche la alameda para la violencia como forma de
dirimir las contracciones en nuestra adolorida Venezuela.
Pese a
las cuestionables decisiones de la Sala Constitucional, no habría por qué
descartar que, en este caso tan grave para los destinos de la patria, el Tribunal
Supremo de Justicia, apelando al sentido común y a la racionalidad, deje
sin efecto la propuesta constituyente para evitar su vergonzoso naufragio. De
lo contrario, tarde o temprano será el constituyente, es decir, el pueblo,
quien ponga las cosas en su lugar.
Vladimir
Villegas
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