Por Carlos Molina Camacho
Nuestra humanidad ha resumido
sus experiencias de cientos de miles de años de vida sobre este mundo, en
los llamados refranes, dichos, proverbios, etcétera, que son fruto de la
sabiduría de todos los pueblos.
Los llamados por sus naciones
a dirigirlas, los políticos, deberían diseñar sus programas, sus planes,
atendiendo, sobre todo, a esa ancestral sabiduría.
De los variadísimos dichos hay
dos que los marxistas ortodoxos no se han percatado de su vigencia, pese al
tiempo de vida que tienen en labios de la gente, y de la gente de casi todas
las latitudes del planeta.
Son estos dos: LO QUE NADA NOS
CUESTA HAGÁMOSLO FIESTA Y EL OJO DEL DUEÑO ENGORDA EL CABALLO.
No ha sido sólo en Venezuela.
En los países conducidos por esos marxistas talibanes, no se ha logrado el
éxito deseable en las distintas áreas de la actividad humana, en particular en
la economía, porque hay un olímpico desprecio de la imperecedera sabiduría
contenida en esos aforismos.
De diez empresas expropiadas
en el paìs, tal vez sólo una, siendo optimista, habría continuado en
funcionamiento. Las otras nueve administradas por los camaradas, compañeritos
de partido, han naufragado, y es porque LO QUE NADA NOS CUESTA HAGÁMOSLO
FIESTA. Compare la anterior Agro Isleña y la actual Agro Patria, y saque usted
sus propias conclusiones. ES QUE EL OJO DEL DUEÑO ENGORDA EL CABALLO.
La catastrófica situación
nacional no se debe, claro está, a ninguna guerra económica de los sectores
privados de la producción y distribución de bienes y servicios, sino a que se
ha hecho caso omiso de las experiencias negativas de estos regímenes en otros
países. Para decirlo coloquialmente: NO HAN DADO PIE CON BOLA EN NINGUNA PARTE
DE LA TIERRA, pero tampoco quieren asumir la responsabilidad del fracaso. Es
muy fácil inculpar a la derecha, al imperialismo, a los apátridas, etc
El capitalismo estatista nunca
resolverá los problemas delicados de la producción y distribución de los bienes
y servicios. Si se debe edificar un sistema que reemplace al actual
capitalismo, ese debería ser un socialismo que empodere a los
consumidores y usuarios, asi como a los trabajadores.
A los primeros, facilitándoles
la creación de empresas de distribución propias, sin fines lucrativos
(cooperativas de consumo), y a los trabajadores ayudándoles a crear sus fuentes
de trabajo comunitario, que deben ser resultado de un esfuerzo colectivo, con
asistencia del
Estado.
En este tipo de socialismo el
Estado sólo debe ser un auxiliar, un orientador, un inspirador, nunca un
administrador de empresas (salvo contadísimas excepciones), y tal socialismo se
basa en un inmenso trabajo educativo en los valores y principios de esta
economía social o solidaria. Educación que no debe jamás cesar mientras esté
pie ese sistema conciliador de la justicia y la libertad.
En la medida que este
socialismo de autogestión y sin fines de lucro se expanda exitosamente, irá
disminuyendo el sector privado con fines lucrativos, sin necesidad de perseguir
su extinción o debilitamiento, lo que ha sido un craso error en nuestra patria.
Todo debe ser resultado de un bien planificado proceso natural de modernización
y moralización de la economía. Se habrá llegado así a la anhelada democracia
económica y social.
Según la Alianza Cooperativa
Internacional (ACI) hay en el planeta un número aproximado de 1.000 millones de
personas vinculadas a este tipo de economía, que no es ni estatista ni
capitalista.
Ex Superintendente Nacional de
Cooperativas
15-12-17
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