Trino Márquez 13 de diciembre de 2017
@trinomarquezc
El
acuerdo de los partidos políticos más importantes de la oposición de no
participar en las elecciones del 10 de diciembre fue un error muy costoso, que
debe enmendarse lo más pronto posible. Sin combatir, se le entregó al régimen
la cabeza del Poder Municipal, el alcalde, en la inmensa mayoría del país. Se
desperdició una nueva oportunidad de confrontar al gobierno en el terreno
electoral. Luego de la derrota del domingo 10 de diciembre, se llegará a
República Dominicana en unas condiciones de debilidad extrema, incluso en el
área de las exigencias electorales.
Ese
descalabro, producido en gran medida por la abstención de los sectores
democráticos, ha alimentado la frustración y el desaliento. Ahora será más
difícil animar la gente para que asuma con entusiasmo el inmenso reto de
derrotar a Nicolás Maduro en los futuros y, probablemente, cercanos comicios presidenciales.
La dirigencia opositora, sin proponérselo, se alió con el gobierno para
restarle importancia al voto como instrumento de lucha política y fuente para
el cambio de los poderes públicos. ¿Cómo explicar que un atleta que no compitió
en la carrera de cinco mil metros porque se sentía mal, al rato quiera
participar en el maratón olímpico?
La
idea de que la ruta electoral quedó cancelada luego de la elección de la
Constituyente, y las elecciones de gobernadores y alcaldes, ha venido tomando
fuerza. El régimen se proyecta como invencible e invulnerable. Esta percepción
confunde planos diferentes. Es cierto que el gobierno y su instrumento político
fundamental, el PSUV, han pervertido el sufragio. La gente elige a los
representantes del oficialismo a partir del miedo y la extorsión. El control de
los centros de votación les permite abultar las cifras de votantes a su favor y
cometer toda clase de delitos electorales –como el perpetrado por Luis Motta Domínguez-
con total impunidad. El ventajismo tiene que ser enfrentado con demandas para
que se cumpla la ley electoral y, sobre todo, con una organización espartana
por parte de los opositores. Asistir a una contienda electoral sin cuidar cada
detalle de la elección, resulta un craso error de ingenuidad. La única forma de
desmontar las trampas del régimen es organizando un maquinaria capaz de
contrarrestar las artimañas.
A los
abstencionistas les admito que la lucha no es sólo electoral, pero ¡ojo!,
también es electoral. ¿Por qué? Porque las elecciones, más que una oportunidad
para legitimar al régimen, como sugieren quienes se oponen a acudir a los
comicios, es un escenario para mostrar la ineficiencia, la corrupción y el
autoritarismo y del régimen. Piensen en la oposición cubana. Más oprobiosa que
esa miserable y añeja dictadura no hay en América Latina. Yo quisiera saber si
a la oposición isleña le ofrecieran concurrir a unas elecciones, saldrían con
el cuento de que van a atornillar al Partido Comunista Cubano y al senil Raúl
Castro. Desde luego que no. Participarían aunque no fueran esos unos comicios
competitivos, ni transparentes, ni equilibrados, pero que constituirían una
excelente oportunidad para entrar en contacto con el castigado pueblo cubano,
para hablar de sus problemas y organizarlo. La distorsión en Venezuela reside
en que no estamos utilizando las elecciones para nada distinto a buscar votos,
a pesar de que el país se hunde en la miseria y la ruina.
Si
Nicolás Maduro logra atenuar un poco las sanciones financieras internacionales,
resulta altamente probable que convoque las elecciones presidenciales el primer
semestre del año entrante. Julio Borges ha dicho que la MUD está preparada para
realizar los comicios primarios de inmediato y encarar la candidatura de
Maduro. Esperemos que su opinión refleje la realidad, pero hasta el momento no
existe ningún indicio que permita ser tan optimista. Independientemente de lo
que decida el régimen acerca de la fecha, la dirigencia opositora está obligada
a resolver sus diferencias internas, unificarse en torno a una estrategia que
incluya la selección del líder que será candidato presidencial, el programa de
gobierno que se les presentará a los venezolanos y la plataforma organizativa
que encarará a las huestes maduristas. Ese conjunto de decisiones hay que adoptarlas
al despuntar 2018.
La
recuperación de las elecciones como alternativa válida para combatir el régimen
supone presentarle a la nación un plan realista e integral de objetivos e
instrumentos. De lo contrario, los comicios serán vistos por la inmensa mayoría
de la gente, no solo por los abstencionistas, como una carta al Niño Jesús.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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