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jueves, 4 de enero de 2018

Un 31 que resumió un año @marinoalvarado


Por Marino Alvarado


Parecía una locura. Una idea descabellada. Convocar un cacerolazo en plena festividad del 31 de diciembre. No sé de quién fue la iniciativa. Pero sea quien haya sido, logró motivar algunos sectores de la población. Lo que parecía imposible se hizo realidad. En varias ciudades del país los tradicionales cohetones fueron sustituidos por cacerolazos en rechazo al gobierno. La ineficacia e indolencia de este gobierno, produjo que hasta en plena celebración de año nuevo la gente no dejara de protestar.

Una acción tan pacífica como tocar cacerolas ya es en Venezuela un acto subversivo en la narrativa autoritaria del gobierno. Pero el nivel de angustia y desespero en las familias sobre todo las más pobres, va transformando el hambre en protesta y resistencia. Por eso, las cacerolas del 31 de diciembre son sólo un titular de lo que viene en cuanto a disposición de lucha.

2017 fue un año de lucha. Fue el año de la Rebelión Popular abril-julio. Una Rebelión lamentablemente derrotada, pero que dejó importantes experiencias de lucha colectiva. Una experiencia de acción pacífica colectiva masiva que servirá para las luchas que vienen por exigibilidad de los derechos y por el rescate de la democracia.

2018 se perfila como un año de continuidad de esa lucha por un mejor país. La resignación y desanimo que dejó la derrota de la Rebelión empieza a sacudirse y las acciones reclamando derechos empiezan a incrementarse progresivamente. El galopante costo de la vida que evapora los ingresos familiares con rapidez y el caos que se vive en los servicios públicos impulsa a la población a salir de nuevo a las calles. Pero una protesta descoordinada, sin objetivos claros, puede ser capitalizada por intereses nada positivos para las mayorías.

Será vital este año reafirmar el carácter pacífico de la acción de calle para sumar más y más sectores. Debemos rechazar todo intento de conducir el descontento a saqueosque terminan enfrentando pueblo contra pueblo. Escucho a veces en el transporte público cómo personas, con mucha tranquilidad, se refieren a esa opción, que al final solo terminará agravando las penurias de la mayoría, justificando la acción represiva del gobierno y generando más violencia en un país azotado por la violencia. Lucha firme, coordinada y pacífica debe ser el propósito.


El 31 de diciembre se constató la otra particularidad del año que expiró. La de la represión despiadada contra la población. El año terminó con el asesinato, por parte de la Guardia Nacional Bolivariana, que impuso el terror todo el año, de la joven embarazada Alexandra Conopoi cuando trataba de obtener un poco de carne en el sector Mamera, Distrito Capital. Se conoció igualmente de la presunta ejecución, por parte de este mismo cuerpo armado del Estado, de cinco personas a quienes habían detenido unas horas antes.

2017 fue un año de represión. De días y noches de terror. De masivas detenciones arbitrarias. De cientos de presos políticos, de juicios masivos de civiles en tribunales militares, de mujeres y hombres torturados, de personas asesinadas por el excesivo y abusivo uso de la fuerza para responder a la protesta social. El año en que quedó más que evidenciado que esa aspiración de construir un nuevo modelo policial respetuoso de los derechos humanos fue echada a la basura por el gobierno. Reaparecieron las viejas prácticas represivas, las que supuestamente no se repetirían, pero que no solo se volvieron a aplicar sino que se ejecutaron con más saña.

2017 fue el año en que el gobierno mostró con toda nitidez su rostro de dictadura. El 31 de diciembre, con las acciones de la GNB se confirmó.

Recordemos que, dos días antes, Maduro había ordenado a la fuerza armada usar todo su poder de fuego contra el pueblo. En la narrativa de la élite que gobierna toda persona que en la calle reclama derechos es un subversivo. La protesta legítima de la población rechazando el costo de la vida, reclamando mejores servicios públicos o seguridad ciudadana, es calificada como desestabilizadora. Un gobierno empeñado en mantenerse en el poder a costa de lo que sea, posiblemente seguirá produciendo graves violaciones a los derechos humanos.

El último día de este año fue una combinación de protesta social con represión. Pero, lo más importante a destacar es que un pueblo que cambia la celebración de fin de año por repudio a la dictadura, es un pueblo que está dando una buena señal en el esfuerzo de recuperar la democracia y seguir empeñado en lograr a mediano plazo una mejor Venezuela. Sigamos adelante. Por más que repriman no podrán con la disposición de lucha del pueblo. Nos espera un 2018 de victorias.

03-01-18




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