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sábado, 7 de julio de 2018

Lo que queda de la MUD por @cgomezavila


Por Carolina Gómez-Ávila


Parece mentira que un sentir tan generalizado en la población -me refiero al de la necesidad de cambiar de Gobierno- no logre representación efectiva en el mundo político opositor. Achacárselo a que los líderes se vendieron a la dictadura para sostenerla no sólo es imposible de demostrar sino un argumento que se desmorona con el paso del tiempo; si fueran tan corruptos como se les quiere hacer ver, mucho más les interesaría ser Gobierno pues 20 años de chavismo han demostrado que desde allí se logra enriquecimiento sin parangón.

La verdad es que no hay político que quiera más el dinero que el poder; puede querer ambas cosas y ser un corrupto pero querrá el dinero para llegar poder o el dinero como consecuencia de tener el poder, no en vez del poder

La visión del enchinchorrado que cobra mientras finge ser opositor es incompatible con la naturaleza de los políticos. Si no lo han logrado no es porque prefirieron propinas sino porque han sido incompetentes y con esto se debe detener cualquier juicio precipitado. Algo más está pasando y no lo estamos viendo.

Por otro lado, representando a la cara oscura de nuestra idiosincrasia se practica el linchamiento del caído. No hay perdón para quien fracasa después del éxito, más bien representa una oportunidad para dar rienda suelta a la envidia y vengarse de las expectativas defraudadas. Como los mismos que encumbran al líder lo destrozan, hemos ido perdiendo a todos los que podían representar una esperanza de cambio. Ya se acerca la hora de linchar a la imagen del espejo.

Con esto en mente, la salida de Acción Democrática de la Mesa de la Unidad Democrática es el último campanazo. No se trata de la salida de un movimiento de revoltosos ni de un partido con 3% de aceptación. Nos guste o no, estamos hablando de unos de los partidos políticos con más arraigo en la historia de Venezuela. Uno que tiene ideología y doctrina, por cierto, cosa de la que no pueden presumir todos. Otro golpe más a la coalición, entendida como la forma de enfrentar a la dictadura.

Claro que coaligarse no es suficiente. Nada funcionará si a la meta compartida de llegar a ser Gobierno no le acompañan un conjunto de tácticas consensuadas para lograrla. Y aquí está el problema que nadie parece querer abordar: en la MUD intentan consensuar una estrategia quienes en 2014 impusieron “La Salida” y quienes defienden la vía electoral.


Los segundos, por mantener la unidad, han ido cediendo a las ideas de agitación a las que los “salidistas” nunca han dejado de apostar, como si el caos y la consecuente represión pudiera acelerar un quiebre en el estamento militar que es el único (nadie se engañe) que puede lograr “la dimisión” del presidente de la República.

Esta apuesta que ya era grave en 2014 es insoportable en 2018 con las inhabilitaciones electorales de casi todas las tarjetas de los partidos que la conforman, incluida la propia tarjeta de la MUD.

Pero Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, aunque en situación frágil, dividen a la MUD entre quienes pueden participar -como es su deber- en elecciones y quienes están siendo empujados a conspirar porque no tienen un camino legal para llegar al poder.

Los asuntos administrativos son excusas. El gran divisor es que aún están dentro de la MUD quienes proponen métodos antidemocráticos. Se les acaba de ir una tarjeta para participar en elecciones, seguramente pronto se les irá la de Un Nuevo Tiempo y ya no tendrán manera de decir que son demócratas. Eso es lo que queda de la MUD.

07-07-18

http://talcualdigital.com/index.php/2018/07/07/lo-que-queda-de-la-mud-por-carolina-gomez-avila/


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